Las empresas deben luchar por proteger la globalización
Image: REUTERS/Darren Whiteside
La famosa y comprobada receta para la productividad mundial continua y los beneficios de la competitividad –es decir, obstáculos reducidos para el comercio y la inversión, permitiendo que las empresas y organizaciones se beneficien de cadenas de valor a nivel mundial– está siendo seriamente desafiada.
¿Deberían las empresas mundiales simplemente aceptar que la globalización y el libre comercio son cosas del pasado, y adaptarse a esta nueva realidad de nacionalismo y fronteras? No lo creo. Si bien el sistema necesita una reforma, considero que hay cuatro maneras dentro del sistema que pueden provocar un crecimiento económico para beneficiar a muchos, no solo a unos pocos.
1. Exponer el caso para las cadenas mundiales de suministro
El primer paso es simple: las cadenas mundiales de suministro no deben ser destruidas. Por el contrario, deben desarrollarse. Ningún proyecto empresarial ha crecido jamás para ser un competidor mundial desde su inicio en un mercado completamente protegido (sé que algunos dirían que estos son ejemplos chinos, pero dicha situación no es nada clara). Y literalmente, miles de millones en el mundo se han beneficiado del acceso a las comunicaciones móviles, gracias a las ventajas de escala permitidas por un mercado verdaderamente global, que ofrece accesibilidad a dispositivos y conectividad, incluso a los más pobres del mundo.
Eso es debido a que la industria de la tecnología de la información y las comunicaciones (ICT) es global: productos internacionales producidos para un mercado verdaderamente mundial. Hecho en el mundo. Los países que han adoptado esta ICT –Vietnam, Tailandia y Filipinas, por ejemplo– ya obtienen los beneficios. Aquellos que han preservado las barreras protectoras en sus sectores de ICT se han desfavorecido.
Medidas recientes del país para los requisitos de localización impuestos en la producción, investigación y desarrollo o patentes posiblemente derivarán en una experiencia de aprendizaje costoso, al menos en la industria de la ICT. La fórmula ganadora es la competitividad, que simplemente no puede ser exigida por los gobiernos.
La evolución de las cadenas mundiales de suministro debe ser fortalecida, no perjudicada por dichas iniciativas infundadas. Garantizar que la gente comprenda por qué esto es así debería ser nuestra prioridad número uno.
2. Flujos de datos transfronterizos
En las economías digitales de rápido crecimiento en la actualidad, permitidas por la nube, la Internet de las cosas y el 5G, la mayor parte de la innovación estará impulsada por datos. Todas las industrias, ya sean pertenecientes a la fabricación o los servicios, pronto serán –si aún no lo son– grandes dependientes de la recopilación, el uso y el análisis de datos.
Es por ello que es tan necesario proteger los flujos de datos transfronterizos y limitar los requisitos de localización de datos, mi segunda prioridad.
Y aun así nuestros esfuerzos de reducir o eliminar las barreras restantes para el comercio se centran en productos físicos y servicios. Mientras esto sucede, los formuladores de políticas con generalmente toman un enfoque localista respecto del problema de los datos, aplicando políticas que requieren la localización de datos y prohíben su flujo transfronterizo. Quizá parece más seguro de esta forma, pero es una falsa sensación de seguridad. Las empresas deben hablar a favor de los acuerdos comerciales que continúan protegiendo la privacidad, pero permiten que las empresas y organizaciones se beneficien por completo del progreso tecnológico.
Hay grandes inquietudes relacionadas con la protección de datos y la privacidad. Y deben ser abordadas. Pero debemos enfocarnos en hacerlo de forma que aún así se permita el flujo de datos –el sustento de todas las empresas y organizaciones futuras– a través de las fronteras.
3. Nuevas amenazas
En este mundo cada vez más interconectado y relacionado, una de las mayores amenazas, no solo para las empresas sino para la sociedad, serán en líneas generales los ciberataques y la seguridad cibernética en general. Es por ello que el tercer paso debe centrarse en mitigar estas nuevas amenazas.
A partir de ahora, ICT será la plataforma y la infraestructura crítica para los sectores fuera de la industria apenas definida por ICT para servicios, atención de salud, transporte y seguridad pública, entre otros.
Pero la frecuencia y la escala de ciberataques y espionaje cibernético, muchos de ellos posiblemente respaldados o fomentados por el gobierno, se producen a un ritmo alarmante.
Los gobiernos deben definir las brechas de seguridad cibernética existentes, aumentar la colaboración internacional, involucrarse en acuerdos internacionales y definir con claridad el grado en que los intereses de seguridad nacional pueden ser protegidos en este nuevo mundo desafiante.
4. Desempeño empresarial responsable
Para todas las empresas que crean empleos, producen innovaciones que beneficien ampliamente a la sociedad e impulsan un mayor crecimiento económico, existen excepciones. Y son estas empresas –las que ponen su margen de ganancias ante todo, en lugar de que sea el medioambiente, los derechos humanos o las comunidades en las que actúan– las que se reflejan perjudicialmente en todos nosotros.
Es por ello que depende del resto de nosotros elevar la vara, y liderar con el ejemplo. ¿Cómo podemos continuar usando un proveedor que con frecuencia ha estado involucrado en prácticas de corrupción? ¿No deberíamos pensar dos veces acerca de proveer los productos y soluciones que ponen en riesgo la contribución con el abuso de los derechos humanos?
La respuesta del negocio mundial debe ser específico, y aquí en Davos debemos marcar nuestro compromiso con estos valores principales, y actuar en función de ellos.
El futuro del libre comercio responsable radica en que se cumplan todos estos pasos. Mi deseo y desafío para los líderes empresariales es que nos unamos en esta misión. No permita que se arraigue el espíritu del “nuevo nacionalismo” o de la “desglobalización”. Debemos continuar garantizando la productividad y la competitividad mundial, respaldada por un conjunto definido de principios y reglas del juego.
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