Liderazgo

Aprende a ejecutar tus ideas con disciplina

Eduardo Lan

Escribir esta columna, en particular, me ha costado más trabajo de lo usual. Los temas me revolotean en la cabeza y le doy vueltas al asunto una y otra vez sin lograr hilar las oraciones y los párrafos.

Tengo un montón de buenas ideas y no sé con cuál empezar y con cuál terminar. Es curioso que el ejercicio de escribirla sea así, puesto que tiene mucho que ver con la disciplina de la ejecución; es decir, con la complejidad de la transformación de una idea en realidad.

Esto no es muy diferente de la ejecución en el ámbito organizacional, donde es común que las personas le den vueltas y vueltas a las ideas sin llegar a ninguna decisión.

¿Quién no ha estado en una reunión de trabajo donde se habla de todo pero no se llega a nada? Aquí puedes revisar algunos consejos para sacarle provecho a tus reuniones de trabajo: 9 recomendaciones para tener juntas altamente exitosas y ¿Dónde y a quién convocar para hacer una junta exitosa?.

Pero esto se debe, en parte, a que pensamos que existe una manera única, LA CORRECTA, de hacer las cosas, y por ende pasamos gran cantidad de tiempo buscándola.

Contar con una estrategia apropiada es esencial para tener éxito en los negocios y en la vida. Sin embargo, es común que las personas debatan un sinnúmero de ideas, opiniones y puntos de vista acerca de lo que podrían hacer y de la mejor manera de hacerlo, y por tanto empleen demasiado tiempo en busca de la verdad, como si ésta realmente existiera, sin avanzar hacia la acción.

Esto es un error, ya que la mejor estrategia es aquella que se ejecuta de manera efectiva.

No quiere decir que no hay que pensar antes de actuar. Otro error común de la ejecución es tomar muchas acciones sin ningún plan o estrategia, y pensar que mantenerse muy ocupado es igual a ser productivo o, peor aún, creativo.

La realidad es que una ejecución exitosa requiere de disciplina, de una serie de acciones sistemáticas que, realizadas en el orden correcto y de manera efectiva, producen resultados.

A continuación te decimos cuál es esta disciplina y cómo llevarla a cabo.

1. Define tus metas clave

Es decir, establece una, dos o máximo tres metas principales sobre las que te enfocarás además de atender el torbellino del día a día. Stephen Covey llama a estas metas claves WIGS, o Wildly Important Goals (metas inmensamente importantes).

Un mito con el que vivimos los seres humanos es que cualquier cosa o incluso todo es posible. ¡Esto es falso!

Las personas, al igual que las organizaciones, cuentan con habilidades y recursos limitados, por lo que es necesario enfocarse intencional y alineadamente en el par de cosas sobre las que tenemos reales posibilidades, en términos de habilidad, tiempo y dinero, de influenciar.

2. Sé concreto y específico

Plantea acciones concretas que tomarás y resultados específicos y medibles a lograr. Otro gran error de la ejecución es la generalidad con la que se establecen los objetivos y acciones: “Mejorar nuestra participación de mercado visitando a más clientes”, por ejemplo.

Esta generalidad se traduce en confusión al no establecer claramente qué quiere decir, concretamente, mejorar, cómo se medirá (X clientes obtenidos con una facturación Y mediante Z visitas a clientes nuevos y Z1 a clientes existentes), y qué resultado específico (porcentaje) se logrará en qué fecha (día/mes/año).

Una fórmula necesaria que nos sugiere Stephen Covey para generar esta claridad es “de x a y en tal fecha”.

3. Sigue de cerca el marcador

Da un seguimiento estrecho a los resultados y comunica constantemente el estatus del proyecto. Cualquier propósito que se plantea es simplemente una posibilidad que existe en la conversación de las personas hasta que éste se ejecuta exitosamente y se convierte en algo tangible.

Para mantener una posibilidad viva hasta su ejecución, es necesario también que mantengamos la conversación viva.

Una manera muy poderosa de hacer esto es darle un seguimiento estrecho al marcador, determinando continuamente cómo vamos, y comunicando (en todas las maneras posibles) esto al equipo de trabajo o incluso a toda la organización, reconociendo aquello que vamos logrando y lo que aún nos hace falta.

4. Establece responsables y resultados

Asigna personas responsables por cada acción concreta y resultado específico y medible. Aunque todo un grupo de trabajo u organización tenga que participar para lograr un objetivo o tomar una serie de acciones, es necesario que exista una persona única que rinda y sea llamada a cuentas por cada acción y resultado.

Compartir la responsabilidad en varias personas o equipos de trabajo es un error, puesto que simplemente diluye la responsabilidad y genera un entorno en el que las personas se señalan y echan la culpa.

Aprender a delegar puede ser una opción para ti, por eso te recomendamos leer: ¿Qué, cómo y cuándo delegar?, pero sin olvidar que hay asuntos que solo el líder de la empresa puede hacer: 7 tareas que un CEO no debe delegar.

Estos cuatro pasos parecen simples, pero no son nada fáciles de implementar. Constantemente seremos jalados a atender exclusivamente los asuntos urgentes del remolino del día a día, y siempre habrá un mar de “buenas” ideas u opiniones a considerar. Mantenerse trabajando de manera enfocada en nuestras dos o tres metas es algo que requiere de mucha disciplina.

¿Crees que tienes la disciplina suficiente para ejecutar todas las ideas que se te ocurren? ¿Tienes en estos momentos una idea importante y no sabes cómo llevarla a cabo? ¿Qué tips compartirías para mejorar la ejecución de las ideas y proyectos?

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