Crecimiento Económico

Tres amenazas para la economía china

Workers rest outside a construction site in Beijing's central business district, China, July 15, 2016. REUTERS/Jason Lee  - RTSI0J9

Image: REUTERS/Jason Lee

Zhang Jun
Professor, University, Shanghai

Tras décadas de “milagro de crecimiento”, la economía china preocupa cada vez más. Algunas cuestiones, como el alto endeudamiento corporativo y el exceso de capacidad en el sector estatal, reciben mucha atención. Pero hay tres tendencias de las que no se habla tanto y que son amenazas al desarrollo económico del país.

En primer lugar, a pesar de la caída del crecimiento del PIB, aumentó la financiación social (y especialmente el crédito). Esto se relaciona directamente con el problema de las deudas: la refinanciación continua de grandes pasivos crea una demanda constante de liquidez, aunque la inversión real no aumente. Esta “expansión crediticia” (que en realidad no es más que deuda refinanciada) es insostenible.

Es evidente que se necesita una solución para este problema, y el gobierno chino estuvo trabajando en ella, mediante la implementación de políticas para la reestructuración de deudas. Por ejemplo, en 2015 el gobierno central ayudó a las autoridades de nivel local a reemplazar 3,2 billones de yuanes (471.900 millones de dólares) de deudas en riesgo, y otros 5 billones de yuanes este año. El plan gubernamental para la sustitución de deudas corporativas por capital propio puede colaborar con estas iniciativas.

Pero estas estrategias no resolverán totalmente el problema del endeudamiento, sobre todo porque en su mayor parte involucra a empresas estatales. Una solución que se propuso implicaría una amplia reestructuración de las empresas estatales grandes. La venta o transferencia de activos en poder del Estado cubriría los pasivos y sacaría al sector estatal de su actual situación de endeudamiento. Esta estrategia también crearía una oportunidad para promover la privatización, lo que tal vez fomente la innovación y la competitividad.

La segunda tendencia riesgosa es la veloz caída de la inversión en bienes de capital fijos, del 20% anterior a cerca de 8% en la actualidad. Esta caída fue particularmente pronunciada en el sector privado. Entre 2002 y 2012, el crecimiento promedio de la inversión del sector privado fue alrededor de 20%; a fines del año pasado, era sólo 10%, y entre enero y agosto de este año alcanzó apenas el 2,1% (con una sorprendente contracción del 1,2% en julio). La inversión edilicia también se frenó (tras un crecimiento apenas superior al 1% el año pasado) debido a una serie de políticas restrictivas.

Dado que la inversión privada equivale al menos al 60% de la inversión total en manufacturas, esto tendrá indudables consecuencias macroeconómicas. Y si bien el crecimiento de la inversión estatal (del orden de los dos dígitos) moderará la caída general, esto también refleja un problema de predominio del Estado. Las empresas privadas tienen dificultades para obtener crédito de bancos comerciales estatales y están en desventaja en el mercado de financiación directa. Además, tienen vedado el ingreso a las industrias de servicios de avanzada, con alto uso de capital y dominadas por las empresas estatales. En la mayoría de los sectores de servicios modernos, la proporción de actores no estatales sigue siendo pequeña, lo que limita la inversión privada.

La tercera tendencia que debería preocupar a China es la relativa invariancia del desempleo. Esto puede parecer bueno, dado que la tasa de desempleo no es demasiado alta, pero es reflejo de ciertas tendencias negativas, entre las que se destaca un flojo crecimiento de la productividad a largo plazo.

Es posible que la tasa de crecimiento de la productividad de China, cuyo promedio en los últimos veinte años fue 8%, haya caído a menos del 6%. Y el país no está bien posicionado para un gran aumento de la productividad. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, desde 2010 el crecimiento del empleo en el sector servicios supera con creces al del sector fabril (contra la tendencia anterior).

Dada la necesidad que tiene China de pasar a un modelo menos centrado en el sector fabril, esto no es del todo malo. Pero la mayor parte de los empleos que se crean en el sector servicios son de baja categoría y poca productividad. Para peor, suelen ser empleos informales caracterizados por una alta rotación, que impide la acumulación de capital humano.

La estabilidad del nivel de empleo en China es reflejo (una vez más) de deficiencias del sector estatal. A pesar de la desaceleración general del crecimiento, el Estado se desprendió de pocos trabajadores; dicho de otro modo, carga con un nivel considerable de desempleo oculto, que se suma a los otros tipos de exceso de capacidad que lo aquejan.

No hay una solución fácil a este problema. Si el gobierno sigue sosteniendo las empresas estatales, especialmente las “zombis”, la concentración de numerosos trabajadores en áreas poco productivas y estáticas seguirá debilitando el crecimiento de la productividad. Pero si China reestructura el sector estatal, el desempleo aumentará. Y los empleados estatales que pierden el empleo generalmente tardan mucho más en conseguir otro que los del sector privado.

Pero la reestructuración del sector estatal parece inevitable, y de hecho, ayudaría a resolver varios de los desafíos más básicos a los que se enfrenta China, que van del endeudamiento y el exceso de capacidad a la falta de competitividad.

Hay quien dice que las inmensas ganancias de las empresas estatales justifican que se les permita continuar operando. Pero esas ganancias son resultado de su condición monopólica y de la inmensa inversión del Estado, cuya rentabilidad es inferior a la del sector privado. Por eso es tan urgente el avance en la reforma de las empresas estatales, sin importar los desafíos que pueda crear a corto e incluso mediano plazo.

Hace dos décadas, el entonces premier Zhu Rongji comenzó a implementar esa reforma, con el objetivo de mejorar la eficiencia de las empresas estatales y crear espacio para la inversión del sector privado. Pero las reformas fueron incompletas, y algunas se revirtieron; algunas empresas estatales incluso recuperaron cuota de mercado.

En 2013, el Tercer Plenario del 18º Comité Central del Partido Comunista de China recogió el guante, con un plan para reformar las empresas estatales por medio de modelos de propiedad mixta. Pero el avance en esto también ha sido insuficiente. Y de hecho, sin una reorganización estratégica de las empresas estatales, la propiedad mixta se limitará a sectores no esenciales.

Para reestructurar su economía, modernizar su industria y expandir los servicios de alta productividad, China debe limitar la actuación de las empresas estatales a unos pocos sectores pertinentes. Sólo así podrá recuperar el dinamismo y sostener el desarrollo económico.

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