La energía renovable no es sólo una solución para el cambio climático - es también un signo de progreso

A general view shows solar panels used to produce renewable energy at the photovoltaic park during its official inauguration in Cestas, southwestern France

Image: REUTERS/Regis Duvignau

Francesco Starace
Partner, EQT Infrastructure Advisory, EQT Partners Srl

Según la NASA, 2015 fue el año más caluroso desde que el hombre comenzó a medir la temperatura del planeta. Esto no era de ninguna manera un caso aislado, sino una tendencia constante desde el año 2000 hasta la actualidad; el mayor culpable es el calentamiento global asociado con la actividad humana, junto con las emisiones de Gases del Efecto Invernadero (GEI) como subproducto de la combustión de combustibles fósiles (tales como el carbón y el petróleo).

El cambio climático es un tema que se ha discutido muchísimo: el actor Leonardo DiCaprio ha hablado muy francamente sobre la necesidad de actuar en la Asamblea General de la ONU, el Presidente de los EE.UU. Barack Obama agregó el Cambio Climático a su mandato, y en París, 195 países alcanzaron un acuerdo histórico durante la conferencia COP21.

A pesar de todos estos esfuerzos, el consenso es que la solución está todavía muy lejos, y que las grandes empresas simplemente no hacen lo suficiente. ¿Por qué?

El enfoque tradicional para el cambio climático: progreso vs medio ambiente.

El debate sobre el cambio climático por lo general se aborda comenzando con 3 suposiciones fundamentales. La primera se refiere a un deber moral: es nuestra responsabilidad salvaguardar el planeta para las generaciones futuras, ya que sólo tenemos un planeta Tierra.

La segunda suposición es ecológica: la mutación del clima por la cual nosotros somos responsables también es responsable por los desastres naturales imprevisibles, en los cuales hay muchas víctimas.

La tercera suposición deriva de la yuxtaposición del progreso y el medio ambiente: el progreso significa crecimiento económico, y el crecimiento económico de un individuo o una nación implica una mayor contaminación; el progreso demanda energía, y el acceso a la energía es cada vez más a costa del medio ambiente. Pedirles a las personas o a las naciones enteras que limiten su propia huella de carbono significa ponerle límites a su demanda de energía, y por lo tanto, a su demanda de crecimiento. Pedirles a las personas y a los estados que compensen su propia huella de carbono conduce a que su crecimiento sea más caro, lo que a su vez explica las diferencias entre los planes de la mayor parte de América Latina y de los países desarrollados para combatir el cambio climático.

Desde la revolución industrial, el progreso no se ha dejado de alcanzar a costa del planeta donde vivimos; en el año 2040 la demanda de electricidad solar se espera que aumente un 70%. Con estas estadísticas, no podemos darnos el lujo de seguir pensando en la Tierra como un recurso disponible, listo para el consumo.

Las fuentes renovables resuelven este problema, porque transforman radicalmente la disponibilidad de energía: a partir de un juego de suma cero, que se trata de una carrera para ver quién puede reclamar por los combustibles más fósiles, usándolos en detrimento del medio ambiente, a un juego de suma positiva, mediante el cual el acceso de una parte a la energía no afecta al acceso de la otra parte, los recursos no son limitados ni localizados, y el impacto ambiental es mínimo.

Necesitamos construir alternativas convenientes y tangibles hasta que se adopte y se replique una nueva dirección. Sin embargo, todavía hay muchos que creen que el recurso a las fuentes renovables sigue siendo poco práctico desde el punto de vista económico, en comparación con el uso de combustibles fósiles.

Pero, ¿qué ocurre si empezamos a mirarlo desde la perspectiva de valor a largo plazo?

Debemos tener en cuenta tanto los costos como los beneficios de cualquier elección que hagamos.

Para Enel, LATAM es un enorme laboratorio tecnológico cuando se trata de energía renovable. Sin embargo, las soluciones que hemos adoptado no fueron motivadas por reacción a la cuestión del cambio climático, sino que derivan de una estrategia precisa concentrada en la Teoría del Valor Compartido de Porter y Kramer: sólo alineando los intereses de los accionistas con los del cliente y la región es posible el crecimiento exitoso de un negocio en el tiempo.

Los recursos renovables necesitan no sólo ser una reacción al cambio climático. Son motores del progreso. Los beneficios son muchos, tangibles e inmediatos:

● La tecnología hace que los recursos renovables sean aún más competitivos desde un punto de vista financiero, y que también tengan un tiempo de comercialización sumamente rápido. La energía renovable puede ser competitiva con la producción de energía tradicional, incluso en las zonas geográficas en las que su desarrollo está todavía en las primeras etapas, como estamos demostrando en Perú, administrando provechosamente tres tecnologías renovables diferentes en el país: eólica, solar e hidroeléctrica (en total, 326 MW). Los recursos renovables proporcionan la diversificación de la matriz energética de un país, haciendo que el sistema de energía sea más resistente y mejor enfocado para enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático.

● Los recursos renovables generan seguridad energética en el país que los desarrolla, pues su producción no depende de la volatilidad de los precios de las materias primas. Los países menos desarrollados, que a menudo son ricos en combustibles fósiles, podrían fijar sus objetivos en un crecimiento más estable. En Venezuela, los combustibles fósiles parecen ser más una maldición que una ventaja. Desde 2005, Uruguay ha invertido más del 3% de su propio PIB en la alteración de su matriz energética para favorecer las energías renovables, y ahora genera un 95% de la electricidad del país a partir de energía renovable.

● Los recursos renovables también ayudan en la solución de la cuestión de llevar energía a las comunidades aisladas, como lo demuestra el caso de Ollague, donde la energía renovable nos permite proporcionar la energía (24 horas al día, 7 días a la semana) a un pueblo que está fuera de la red a 3.700 metros por encima del nivel promedio del mar, en una zona desértica de Chile, asegurando que el pueblo tenga acceso a la energía, incluso por la noche.

● Los recursos renovables crean puestos de trabajo locales y sobre todo promueven un diálogo directo, inclusive con las comunidades que están asentadas en la región, como lo demuestra el caso de Cerro Pabellón, en Chile, donde estamos construyendo la primera planta geotérmica de América Latina (48 MW). La participación de 6 comunidades indígenas quechuas y atacameñas lo ha hecho de forma tal que algunas de las inversiones y los beneficios obtenidos permanecen en el lugar, gracias también a la integración de las mismas comunidades en la cadena de proveedores de servicios para la fase de construcción del proyecto. Esto ha facilitado el nacimiento de nuevos empresarios, la mayor parte de los cuales son mujeres.

Lo que podemos aprender de nuestros esfuerzos en América Latina: la sostenibilidad como una consecuencia de nuestro enfoque de Valor Compartido.

Lo que está claro para nosotros ahora, después de haber enfrentado tantos problemas en América Latina, es lo siguiente: pensar el mundo como un campo de batalla entre los que aman el planeta y los que están interesados en la entrega de valor para los accionistas es a la vez superficial y obsoleto. La distinción real radica entre aquéllos que están comprometidos con la creación de valor a largo plazo para todos, y los que no lo están.

Un compromiso de valor para los accionistas a largo plazo significa que más del 50% del aumento de las inversiones en bienes de capital del Grupo Enel en los próximos cuatro años se dedica a la energía renovable, las tecnologías de generación del futuro. Este mismo compromiso significa que nosotros no abriremos ninguna central eléctrica de carbón más – porque ésta es una tecnología de generación del pasado. A la larga, las empresas necesitan producir valor con el fin de generar ganancias, y en un mundo interconectado esto se alcanza mejor adhiriendo al principio del valor compartido, lo que nos lleva más allá de la perspectiva de las compensaciones.

Fue gracias a esto que en marzo de 2015 Enel y Greenpeace tomaron una posición juntos: el reto de los que se esfuerzan para proteger este planeta es el mismo que el de una empresa que desea generar valor para los accionistas a largo plazo: para garantizar el progreso de hoy no es necesario que ocurra a expensas de las oportunidades del futuro.

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