La solidaridad tras el terremoto de Ecuador podría ayudar a curar heridas profundas

En los últimos diez años Ecuador ha sido una sociedad polarizada. Pero después del terremoto del sábado 16 de abril se tomó  un descanso para ser unidos y reconstruir el país siendo solidarios y enviando equipos de socorro.

Los efectos tangibles de la polarización en Ecuador —definida como la diferencia ideológica entre los partidos de un sistema político— se ven en las conversaciones —físicas y a través de Internet— de los ciudadanos y en la vida pública y familiar. En 2014, un paper académico del Instituto Kellogg de la Universidad de Notre Dame  posicionó a Ecuador entre los cinco países más polarizados de América Latina, resaltando su ruptura en cualquier tipo de compromiso legislativo. Hoy en día ser del oficialismo o la oposición define con quién te asociarás, harás negocios o socializarás. La mayoría de los jóvenes más brillantes del país que conozco prefieren alejarse de la política, como si fuera una plaga. Mi país se asemeja mucho a los versos de Yeates: “el centro no puede sostenerse; […] Los mejores carecen de convicción, mientras que los peores están llenos de una intensidad apasionada”.

Las cosas no siempre fueron así en el Ecuador. Nuestra historia se parece a algunas democracias en el Occidente, como Mohamed El-Erian resumió en el Forum Blog. E nuestro país mucho se explica por el nacimiento de Alianza País: un partido de izquierda pragmático que llegó a desafiar a la supremacía y la forma de hacer política del pasado. Mientras tanto, partidos más establecidos han estado tan ocupados resistiendo al partido oficialista que han olvidado articular una visión alternativa de prosperidad que inspire a trabajar juntos, más allá de representar la oposición.

Entonces el terremoto sacudió la tierra.

El 16 de abril de 2016 un terremoto de 7,8 grados de magnitud sacudió a todo el país y destruyó varios pueblos pequeños en la zona costera del país. Con más de 570 muertos, cerca de 4.000 heridos y 2.000 desaparecidos después de tres días del sismo —sin mencionar los miles de millones de dólares en daños— la reconstrucción de Ecuador tomará varios meses si es que no son años.

Mientras las agencias de prensa reportan muertes, declaraciones oficiales e historias conmovedoras de sobrevivientes, muchos olvidan la historia clave: ecuatorianos de toda clase salieron a las calles a donar, ser voluntarios y ayudar en las principales ciudades del país. Las redes sociales estaban inundadas con videos de cadenas humanas de voluntarios que estaban movilizando agua, comida y medicina. Cerca de doscientos camiones de donaciones ciudadanas salieron desde Quito hacia la tierra cero en las primeras 48 horas después del terremoto. Docenas de iniciativas ciudadanas de crowd-sourcing se han convertido en mapas de los daños, riesgos y necesidades. En una semana los mensajes de unidad y apoyo se apoderaron de las redes sociales y calmaron a los trolls y las bromas de todos los días.

La campaña internacional más exitosa de crowdfunding para enviar equipos de socorro ha sido gestionada por The Global Shapers Hub of Quito recolectando cerca de 100.000 dólares en menos de tres días para apoyar a la Cruz Roja ecuatoriana. La legitimidad de la campaña viene de la diversidad de sus miembros que van desde una activista pro-gobierno, una luchadora por los derechos de los LGBTI, un especialista en emprendimiento y educación joven, un oficial de recolección de dinero de la universidad, un abogado por los derechos humanos de los refugiados y el staff del alcalde —miembro del partido de oposición—. Juntos, los Shapers han demostrado que el público está dispuesto a aportar con sus donaciones a iniciativas que trascienden las líneas políticas y demuestran una colaboración múltiple.   

Sanando heridas más profundas

Un análisis diferente y a profundidad podría enfocarse en la raíz de la polarización y presentar una conclusión diferente del origen de la democracia en el país. Pero los resultados de ese ejercicio de echarse la culpa o señalar culpables no logrará que el país deje de lado el discurso de la polarización por un momento para poder reconstruir el país juntos. De hecho, a través de la colaboración es posible sanar heridas más profundas cuando los opositores se den cuenta del potencial de las acciones colectivas.

Las lecciones posterremoto aprendidas por nuestros colegas en Nepal y Haití demuestran que la colaboración es la clave de la reconstrucción. Sin duda, si Ecuador mantiene este momento de unidad, aumentará las posibilidades de reconstruir el país de la mejor forma, más allá de juntar ladrillos y mezclar cemento.

Autora: Michelle Arévalo-Carpenter es Abogada de Derechos Humanos (Oxford) y Master en Políticas Públicas (Berkeley). Columnista ocasional para el Huffington Post, Al Jazeera y el Foro Económico Mundial. Ha trabajado con refugiados, activistas y hackers éticos en los cinco continentes. Impulsa la innovación social en Ecuador.

Imagen: REUTERS/Henry Romero

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