¿Un mercado para tontos?: Opiniones de un Nobel de Economía
En el marco de la Conferencia Anual del Banco Mundial sobre Economía del Desarrollo, que tuvo lugar en la Ciudad de México el 15 y 16 de junio, y cuyo propósito es la promoción del intercambio de investigación de vanguardia entre académicos, políticos y profesionales del desarrollo, el Premio Nobel de Economía 2001, el profesor George Akerlof, presentó los fundamentos de su más reciente libro, Phishing for Phools.
En un experimento sobre el efecto dotación, para encontrar el origen biológico de las respuestas ante la desigualdad y la aversión a la pérdida, se puso a negociar comida y monedas a monos capuchinos con humanos. Los monos cayeron repetidamente en la tentación y prefirieron postres de fruta ante cualquier otro tipo de intercambio. Metafóricamente llevamos a un mono capuchino cargando en nuestros hombros y elegimos según sus gustos y debilidades. Es por ello que compraremos un delicioso y aromático rollo de canela, a pesar de saber que estamos pasados de peso y de tener una membresía en un gimnasio. La tentación continua es un producto inevitable del capitalismo y el mercado nos expone constantemente a estímulos para hacer cosas que no necesariamente son de nuestro mejor interés.
De este modo, dice que el libre mercado global es un arma de doble filo, pues aunque es la herramienta social y económica más poderosa de nuestros tiempos, es también la más peligrosa. Los mercados son benéficos al permitir el comercio y el intercambio, pero también consienten la selección negativa, y si la gente es ingenua, el mercado se aprovechará de ella. El capitalismo permite “engañar a los tontos”, busca aprovecharse de nuestras debilidades, y se beneficia del fallo de entender que “no sabemos lo que no sabemos”.Akerlof hace una crítica a la economía clásica, cuya premisa es que las personas saben lo que quieren y que maximizan su utilidad con base en su presupuesto, pero ignoran que al estar constantemente tentadas, tienen bloqueos cognitivos y sesgos emocionales en lo que respecta a su consumo, ahorro y gasto, y que no son racionales con las decisiones de su presupuesto. Nuestro equilibrio sí es óptimo, pero en términos de los gustos del mono que llevamos cargando en nuestros hombros.
Se aborda también su teoría sobre la información asimétrica (motivo del galardón). A grandes rasgos y con el ejemplo del mercado de automóviles usados, explica los peligros y consecuencias que la falta de información tiene en el comercio y en el bienestar. Los vendedores conocen la calidad de su producto, pero los compradores no tienen forma de saber la calidad de los automóviles. El comercio desaparece por la falta de información; no existe equilibrio, pues no hay precio que le convenga al comprador. Pero si la gente es ingenua, si no tiene expectativas racionales y no sabe lo que no sabe, el mercado tomará ventaja de eso, comprará un cacharro en mal estado y sufrirá la pérdida en su bienestar.
Esta teoría respalda los fundamentos de Phishing for Phools. Phish (de fish = pescar) es la influencia que tenemos de los mercados para hacer algo que ellos quieren, pero que no es necesariamente buena para uno mismo. Es venderle algo a la gente que cree que necesita, contrario a lo que realmente necesita. Un Phool (defool = tonto) es alguien que toma una decisión perfectamente inteligente, pero que resulta ser un error. Su teoría le da la ventaja a los phishers y la desventaja a losphools.
El mercado de aguacates y la crisis financiera global
Akerlof logra explicar, desde un micromercado de aguacates, el fenómeno macroeconómico de la crisis financiera global, a partir de la noción de reputación. Si un vendedor tiene una reputación de venta de aguacates buenos, también adquiere la oportunidad de poder vender un aguacate podrido al precio de uno en buen estado. El vendedor daña su reputación, pero también logró pescar a un tonto consumidor en el mercado.
Este ejemplo lo lleva a niveles macro, en que las agencias calificadoras construyeron su reputación por más de un siglo, siendo su trabajo distinguir la probabilidad de impago de los bonos, adquiriendo después la autoridad de calificar otros títulos de derivados. Y ante la complejidad de la estructura de pagos, se volvió imposible la evaluación veraz, mientras que el público y las industrias seguían creyendo en la autoridad de las agencias.
Por analogía, los aguacates podridos (títulos) fueron evaluados con una perfecta calificación triple-A, y se les otorgaron precios especiales, permitiendo el apalancamiento con otras instituciones como bancos comerciales, fondos de cobertura y bancos de inversión para pedir préstamos exorbitantes a corto plazo e inversión en títulos sobrevalorados. Los aguacates podridos fueron utilizados como garantía, y cuando las instituciones financieras se dieron cuenta que los títulos estaban podridos, ya muchas instituciones debían mucho más de lo que poseían. Fue un negocio rentable producir aguacates podridos, pero sus efectos fueron catastróficos.
Así que no te dejes engañar por todo lo que dice el mercado. Intenta no caer en tentaciones innecesarias que te susurra al oído tu mono capuchino. Y recuerda que hay un gran poder en la información y en la reputación.
Con la colaboración de Forbes
Autor: Gizelle Rivera es maestra en economía y política pública por la EGAP del ITESM y la Universidad de Georgetown.
REUTERS/ Amir Cohen
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