Drama griego: el futuro de Europa

Si los negociadores de la zona euro calculan mal y permiten que la situación se descontrole, no solo está en riesgo la salida de Grecia, también el futuro de la unión monetaria, dice Mauro Guillen, profesor de Gestión de Wharton, en una entrevista concedida a Knowledge@Wharton. La situación de Grecia con sus acreedores ha empeorado en los últimos días, con más retórica preocupante, el aplazamiento del pago —concedido, de momento, por un tecnicismo— y ambas partes se atrincheran en sus posiciones después de que sus nuevas ofertas hayan sido rechazadas. Si no hay un acuerdo antes del 30 de junio, Grecia podría entrar en default o impago. Guillén señala que un número cada vez mayor de personas, inclusive él, son cada vez más pesimista acerca del futuro de la zona euro. “Reino Unido está evaluando si debe formar parte de la unión monetaria. El desempleo es muy alto. Europa Oriental no se está recuperando tan rápido como se esperaba. La población está envejeciendo…”, dice. “Pero si Grecia tiene que salir, eso suscitaría aún más dudas sobre el proyecto europeo en general […] y mucha gente comenzaría a creer que todo esto no vale la pena”.

A continuación, la versión editada de la entrevista.

Knowledge@Wharton: Gracias, profesor Guillén, por comentar con nosotros la situación de Grecia y de la zona euro, la situación del estancamiento con el Banco Central Europeo, con la Comisión Europea y con el Fondo Monetario Internacional, la llamada Troika.

Desde varios aspectos parece que es posible llegar a un acuerdo porque ambas partes tienen mucho que perder si eso no sucede. Uno de los puntos que dificulta el avance de las negociaciones consiste en determinar cuánto tendrá que pagar Grecia anualmente. El montante tomará como base el rendimiento de la economía griega, especialmente en lo que concierne a la utilización del superávit primario, es decir, el montante que sobra después de que el Gobierno pague todas sus cuentas, pero antes del servicio de la deuda. Los acreedores dicen ahora que Grecia tendrá que pagar un 1% del PIB al año. Ese valor llegaría a un 3% en 2017. Grecia quiere pagar sólo un 0,5% del PIB este año, con un ligero aumento de ese porcentaje en 2017.

Pero el margen de error de esas cifras es mucho mayor que la diferencia entre ellas. Por lo tanto, ¿qué está sucediendo aquí? ¿Todo se resume realmente a la política y la emoción?

Mauro Guillén: La política, naturalmente, juega un papel importante. Nadie en Europa, fuera de Grecia, aprecia el hecho de que el Gobierno griego tenga el apoyo de un partido sin historial alguno. No sabemos hasta qué punto podemos confiar en Syriza [un partido político de izquierdas], que fue el vencedor de las elecciones. Sus líderes son noveles, lo que puede ser una ráfaga de aire fresco, pero, al mismo tiempo, no inspira confianza a la hora de respetar los compromisos asumidos.

Otra cuestión que preocupa es la deflación. Siempre que los precios caen, o aumentan ligeramente, la situación para los países es muy difícil […] con un volumen de deuda muy grande porque, si los precios están cayendo, eso significa que se está devolviendo a los acreedores más dinero del que se tomó prestado en términos reales.

La población griega ya sufre la consecuencia de siete años de medidas austeras sin un final previsible, sin un camino definido para salir de la crisis, y cuenta sólo, esencialmente, con la esperanza de toda una generación de jóvenes griegos frustrados.

Yo siempre dije que hay otras maneras de lidiar con esta situación. Pero la manera con la que las dos partes están tratando la cuestión deja poco espacio para alcanzar un compromiso y dificulta las soluciones técnicas. Todo se resume, efectivamente, a la política y a la postura adoptada.

Knowledge@Wharton: Ese 0,5% de diferencia del PIB que deben pagar al año no es una diferencia tan grande, pero es una de las cosas en la cual Grecia ha decidido insistir. La Troika quiere también algunos cambios estructurales, tales como el recorte de las jubilaciones y el aumento de los impuestos de ventas, así como unos requisitos más fáciles para la contratación y el despido de los empleados. Hay cosas que tal vez sean razonables. Algunas podrían ser suavizadas según lo que desean los acreedores de la zona euro. Parece que hay formas de resolver la situación si hay voluntad de hacerlo. ¿Qué piensa de las exigencias de la Troika?

Guillén: La Troika, que representa básicamente los países y las instituciones que saldrían perdiendo si Grecia suspendiera pagos o si la situación estuviera fuera de control, quiere garantías de que eso no creará un precedente malo. Quiere garantías de que la economía griega acometerá reformas, de manera que sea sostenible en el futuro, de aquí a cinco, diez, 15 años. Nadie quiere ofrecer condiciones financieras suaves a alguien que no esté dispuesto a cambiar de vida. Usted quiere que el país haga las reformas estructurales para que recupere su competitividad en una época en que él no puede simplemente devaluar su moneda porque no la tiene. Es algo muy natural para la Troika, para cualquiera otro país europeo, pedir a los griegos que hagan lo que se espera de ellos. En países como Portugal, Irlanda y España […] donde ya están teniendo lugar esas reformas estructurales […] es perfectamente natural que esperen que los griegos e italianos y el resto de países hagan lo mismo. De lo contrario, tendremos una situación en Europa en que algunos países hacen sus deberes en casa y otros, no, lo que imposibilita la unión monetaria.

Knowledge@Wharton: ¿Alguien está mejor preparado que hace dos o tres años?

Guillén: Se han postergado mucho las cosas, decisiones importantes. Algunos países europeos hicieron, o por lo menos iniciaron, reformas, otros, no.

No son sólo los países con problemas los que deben poner en orden su casa, países que no están enfrentando problemas, como Alemania en particular, deberían hacer más. Siempre defendí que esos países gastaran un poco más. Los alemanes no deberían preocuparse por equilibrar el presupuesto. El Gobierno debería dar más dinero a los consumidores para que puedan comprar más bienes y servicios a países europeos con problemas. Esa demanda externa ayudaría a las economías con dificultades a crecer un poco más deprisa.

Los alemanes, sin embargo, se están equivocando con su conservadurismo. Ellos no quieren crear ni siquiera el principio de una situación en que la inflación pueda escapar al control. Están siendo demasiados cautelosos con la economía del país. Desafortunadamente, sin embargo, eso afecta a todos, porque Alemania tiene un peso muy grande en el contexto europeo.

Knowledge@Wharton: De algún modo, es posible salir de las dificultades actuales. Creo que es eso lo que usted está sugiriendo: con Alemania gastando más en algunos de esos países del sur, como Grecia, España y Portugal, o encontrando otra manera de aumentar la demanda. Es decir, en contra de la austeridad, de la idea según la cual un presupuesto controlado equilibrará la economía llevándola al crecimiento. No parece que eso haya sucedido.

Guillén: Exactamente. La cuestión es la secuencia de cada una de esas cosas. Sabemos que la demanda tiene que ser mayor. Pero, ¿cómo se consigue eso? Creo que dar prioridad a la austeridad por la austeridad es un error porque de esa manera se erradica el crecimiento económico o se puede incluso contraer la economía. La consecuencia de eso es el desempleo y la deflación, y es muy difícil para una economía en esa situación superar ese problema en dos, tres o cuatro años. Se necesita más tiempo. Las personas ya no tienen paciencia porque no hay empleo y las cosas no están marchando bien.

La única fuente disponible actualmente de demanda adicional, las dos únicas fuentes posibles serían la demanda de fuera de la Unión Europea o de la zona euro. Eso comenzó a suceder porque el euro se devaluó y ahora hay más americanos, más asiáticos y más gente de Oriente Medio comprando un volumen mayor de productos y servicios de Europa, que ahora están más baratos. La caída del valor del euro ayudó. La reducción de los precios del petróleo también ayudó, ya que la mayor parte de esas economías europeas son importadoras netas de petróleo.

Lo que falta, sin embargo, es un empujón final, que no puede venir de los propios países, de Grecia o de Portugal, porque ellos no tienen recursos para eso. Tendría que venir de los países llamados superavitarios. Se les llama así por un motivo: porque generan superávits. Si quieren continuar generándolos, deberían ayudar a la periferia de Europa a recuperarse, de manera que pueda crecer nuevamente. Será mejor para todos, y no sólo para los países con problemas.

Pero los políticos temen hacerlo porque, creo yo, ellos no quieren de modo alguno crear un precedente. No quieren decir a Grecia: “Muy bien, sabemos que no actuó como debería, pero estamos aquí para ayudar”. Existe el temor de que la próxima vez los griegos razonen de la siguiente forma: “Mire, alguien va a ayudarnos, por eso no tenemos que esforzarnos, no tenemos que comenzar ninguna reforma estructural”. Es una situación del tipo en la que el burro siempre corre detrás de la zanahoria que tiene delante, pero que nunca la alcanza. Sé que es preciso tener cuidado para no crear precedentes equivocados. Al mismo tiempo, sin embargo, nadie quiere tener un 20% de desempleo durante mucho tiempo.

Knowledge@Wharton: Ahora Grecia está entrando nuevamente en recesión, lo que hace que la situación sea aún más difícil. Los impuestos recaudados para el pago de las deudas disminuirán. Por lo tanto, me parece que se trata de una situación en que la derrota es el único desenlace posible. Con la austeridad, la deuda ha aumentado, en lugar de disminuir.

Guillén: Estamos en una situación normalmente conocida como ciclo de feedback negativo. La dinámica es de tal magnitud que las cosas sólo empeoran, en lugar de mejorar. Es preciso romper esa dinámica […] Pero necesitamos la demanda adicional procedente del superávit de los países. No podrá venir de los países deficitarios y de aquellos que están profundamente endeudados porque eso sólo agravaría la situación. Concuerdo con los defensores de la austeridad: no se puede estimular la economía obligando al gobierno griego a gastar más porque eso sólo va a empeorar las cosas. El estímulo debe venir de otro lugar.

Knowledge@Wharton: Lo primero que debe suceder si la situación empeora de verdad será el impago griego. ¿Cómo será eso?

Guillén: El default, o impago, contempla una categoría muy amplia de resultados. Hay también casi impagos. Pero la mayor parte de los impagos son gestionados y hay reestructuración de la deuda. Eso es lo que el Gobierno griego ha pedido hace mucho tiempo […] y eso es a lo que se opone la Troika categóricamente a causa del precedente. Si la deuda griega es reestructurada, otro miembro de la zona euro podría hacer lo mismo. ¿Quién sabe cuál sería el desenlace?

Por otro lado, si Grecia sale de la zona euro va a ser malo para todo el que se quede en ella, ya que la idea es que sea una unión monetaria. Pero, si uno de sus miembros sale, eso significa que la unión monetaria dejaría de existir. Será sólo un mecanismo fijo de tasa de cambio, y hay una gran diferencia entre esas dos cosas. La unión monetaria debería durar para siempre. Un mecanismo fijo de tasa de cambio puede durar cinco años o quince. Si los países comenzaran a salir, eso significa que la zona del euro no es exactamente una unión monetaria […] Es eso lo que todos están intentando evitar.

Quien piense que el euro se debe conservar a cualquier precio debería decir: “No podemos permitir que ningún miembro salga”. Pero, con miras a un posible impago, creo que estamos hablando de una probable reestructuración de la deuda. Eso significaría, básicamente, que los acreedores perderían dinero y Grecia, como país, conseguiría mejores condiciones para su deuda.

Knowledge@Wharton: Digamos que Grecia sale […] ¿existirá, entonces, el riesgo de contagio? ¿Qué efecto tendría en los bancos? Los bancos europeos, en cierta forma, ya se mueven sobre arenas movedizas, ¿no es así?

Guillén: Sin lugar a dudas. Los inversores comenzarían a hacer preguntas sobre todo el mundo, sobre todo país frágil. Habría un clima de nerviosismo entre ellos. Sin embargo, hay otra forma de ver la situación. Tenemos evidencias concretas sobre lo que sucede en esos casos, sin embargo en otro contexto. Me refiero al referendo realizado por Dinamarca hace algunos años antes de la introducción del euro: la población debía decidir si el país adoptaría, o no, la moneda común.

No sé si lo recuerda, pero en contra de las predicciones, la población danesa votó contra el euro. La reacción fue muy mala, porque los inversores creyeron que aquello sería el fin del mundo. Sin embargo, se trataba sólo de un país diciendo que no formaría parte del espacio de la moneda común, cuando todos creían que sería exactamente al contrario. Por lo tanto, la cuestión aquí es que a los inversores no les gustan las incertidumbres. Hace 15 años, ellos creían que con la introducción del euro la moneda duraría para siempre. En los últimos seis o siete años, ellos se dieron cuenta de que la cosa podía, o no, concretarse. Eso introduce un elemento de riesgo y de incertidumbre, y a los mercados no les gusta eso.

Knowledge@Wharton: ¿Cuáles son las posibilidades de que la salida de Grecia pueda desencadenar otra crisis financiera mundial?

Guillén: Habría ciertamente una crisis de identidad en Europa. La confianza quedaría seriamente afectada. Europa ya tiene numerosos problemas. Reino Unido está evaluando si debería formar parte de la zona euro. El desempleo es muy alto. Europa Oriental no está recuperándose tan rápido como se esperaba. La población está envejeciendo. Los problemas son numerosos. Pero, si Grecia sale, eso suscitaría aún más dudas sobre el proyecto europeo en su totalidad […] Mucha gente comenzaría a creer que no vale la pena. Se produciría un efecto dominó. Por eso es por lo que los líderes europeos y la Troika, en general, están intentando evitar ese tipo de desenlace.

Knowledge@Wharton: ¿Estamos hablando de una fuga seria de capital? ¿Quiebras bancarias?

Guillén: Perfectamente.

Knowledge@Wharton: ¿De qué forma eso afectaría a EEUU?

Guillén: El capital es muy móvil y, en el contexto de la unión monetaria, lo es aún más porque no hay necesidad de convertir divisas. Además de eso, es posible comparar muy fácilmente precios y retornos. Es evidente que habría una fuga seria de capitales de los países inseguros de Europa en dirección a otros más seguros, sobre todo hacia Alemania, Holanda, etc.

Ese es el peligro: que los flujos de capital —ya que hay muchos inversores tomando esa decisión— hagan realidad la profecía autocumplida si creen que hay un grado de riesgo elevado en la periferia. Al retirar el capital, ellos simplemente siguen contribuyendo a que el riesgo se haga realidad. Ellos están contribuyendo a eso.

El dólar sería un puerto seguro porque, por el momento, contamos sólo con dos puertos seguros en el mundo: el dólar y el euro. Si el euro flaquea, el dólar se verá beneficiado. Eso ya sucedió en los últimos dos años. Las reservas en dólares aumentaron pasando de aproximadamente un 62% a un 63,5% del total mundial. La parte en euros cayó cerca de un 1,5%. Vamos a incluir a China en esa ecuación. China, el mayor detentor de reservas del mundo, en los últimos siete u ocho años diversificó su cesta de divisas incluyendo en ella el euro porque, ante todo, los chinos temían por el dólar. Ahora China está diversificando su cesta en detrimento del euro. Por lo tanto, no se trata sólo de EEUU y de Europa, ya que muchas economías emergentes están acumulando grandes superávits —y, por lo tanto, cuentan con reservas elevadas— y están igualmente moviendo su dinero por ahí. En este mundo en que es posible transportar el dinero de forma tan rápida y fácil, los peligros aumentan.

Knowledge@Wharton: Uno de los mayores riesgos parece ser el hecho de que una vez que se desencadenen los eventos, las cosas se desarrollarán con tal velocidad que es imposible sacarles la delantera.

Guillén: Por eso los riesgos son tan grandes en este momento […] Como Grecia es un país pequeño […] tal vez sea posible frenar los daños. Sin embargo, jamás podremos anticipar de qué modo reaccionarán los mercados, sobre todo cuando hay tantos problemas en Europa. Por lo tanto, los inversores saben que si ese problema se resolviera con la eliminación de Grecia de la ecuación, eso no significaría que Europa esté libre de problemas. Las tasas de desempleo continuarán siendo elevadas. Algunas economías continuarán siendo deficitarias. Europa aún tiene un problema con la deuda soberana y con los bancos en situación inestable. Esos problemas no van a desaparecer. Lo único que la salida de Grecia produciría es más incertidumbre. Los inversores harían todavía más preguntas, por lo tanto no es una solución.

Knowledge@Wharton: Hay quien cree que Grecia jamás pagará lo que debe. Sin embargo, hay numerosas soluciones creativas que podrían extender los plazos para el pago de la deuda.

Guillén: Sin lugar a dudas.

Knowledge@Wharton: Eso es lo que se hizo en el caso de la crisis de la deuda latinoamericana en los años 80. Se puede todavía modificar las exigencias a Grecia en lo tocante a las cuestiones políticas más delicadas como el recorte de las jubilaciones y el cambio en las normas de contratación y de despido. O se podría todavía sugerir a Grecia algo del tipo: “Bien, si por lo menos reformaran su sistema jurídico y mejoraran la recaudación de impuestos”. Ese tipo de cosas.

Guillén: Es importante saber si los griegos están realmente hablando de verdad cuando dicen que están dispuestos a eso. En segundo lugar, es preciso saber si ellos están en condiciones de hacer esas cosas. Lo más importante de todo es que de aquí a dos años y medio o tres habrá otras elecciones en Grecia. Si hubiera un nuevo partido en el Gobierno del país o un nuevo primer ministro, ¿esa persona honraría los compromisos asumidos anteriormente? En una democracia, nunca se sabe.

La solución tendrá que pasar por una dosis más de generosidad por parte de los alemanes y de compromisos más serios por parte de los griegos en lo que se refiere a las reformas estructurales. Esas cosas son indispensables. Las partes tendrán que llegar a algún tipo de acuerdo…

Knowledge@Wharton: ¿Ha habido una cierta negligencia en la manera en que se han conducido las negociaciones?

Guillén: Los mercados están reaccionando. Los spreads aumentaron y la fuga de capitales aumentaron en las últimas semanas. Por lo tanto, usted tiene razón. A veces, los políticos se meten en riesgos calculados. En el presente caso, creo que hay mucho de eso. Pero también es posible que lo hayan calculado mal. Las cosas pueden descontrolarse, y eso fue lo que sucedió en cámara lenta en 2007 y 2008 y que culminó con la gran explosión de septiembre de 2008.

El gran problema es que estamos llegando al punto en que las personas están comenzando a perder la paciencia, es decir, los alemanes van a comenzar a perder la paciencia, ya que siempre tienen que pagar la cuenta. La paciencia de los griegos que están sin empleo y no tienen buenas perspectivas de futuro llegará a su fin.

Los griegos, como mínimo, se volverán aún más radicales, y no al contrario. Por lo tanto, las próximas elecciones puede efectivamente dar al actual partido en el Gobierno una mayoría aún más amplia, aunque no consigan todo lo que están intentando obtener, porque la desesperación hace que las personas sean aún más radicales.

La situación es potencialmente explosiva. Soy muy pesimista porque no veo ninguna gran maniobra política que, de algún modo, pueda sentar a todos a la mesa de negociación, que alinee los intereses de las partes y tenga como resultado un gran pacto […] en que todos cedan en alguna cosa y se comprometan con algo. A fin de cuentas, sin embargo, dentro de dos o tres años, eso resolvería los problemas. Ellos están posponiendo el asunto. Hacen eso desde hace siete años.

Knowledge@Wharton: No es posible que esa situación continúe de forma indefinida.

Guillén: No, claro que no. Queda por saber cuando llegará a su fin. Cuando se darán cuenta de que ya no es posible continuar así. Es preciso pasar por encima de los pequeños intereses y detalles de la situación e intentar conseguir un gran pacto que nos ayudará a superar ese gran problema. Una vez más, sin embargo, si Europa supera ese problema, habrá otros con que lidiar. Por eso es por lo que, en mi opinión, un número cada vez mayor de personas, inclusive yo, ve con mucho pesimismo todo lo que está sucediendo.

Con la colaboración de Knowlwdge at Wharton 

Autor: Consejo Editorial

REUTERS/  Alkis Konstantinidis

 

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