¿Por qué necesita América Latina una fuerza laboral diversa?
Hoy día, el mercado global es más dinámico que nunca antes. Nuevas compañías o start-ups están surgiendo todos los días, las redes sociales pueden ahora conectar una empresa pequeña o mediana con consumidores en todo el mundo y las fusiones son tan comunes que el panorama empresarial está cambiando anualmente en algunos sectores.
A fin de seguir siendo competitivas –y, en algunos casos, relevantes– las empresas y organizaciones de todo tamaño se ven forzadas a reevaluarse constantemente, a actualizarse y, algunas veces, a reinventar todos los aspectos de sus operaciones, lo cual puede ir de la tecnología que utilizan a los mercados que quieran alcanzar o a la idea misma que sirve como la base de su plan de negocios.
En la actualidad, eso es lo que se necesita para mantenerse a la vanguardia.
A pesar de que es posible que un gran número de empresas hoy día adopten el mismo método de introspección, la disponibilidad de recursos para hacer los cambios o las inversiones necesarios pueden variar en gran medida. Pero existe una estrategia al alcance de toda organización en el mercado que ofrece el potencial de una mayor innovación y crecimiento: la diversidad y la inclusión.
La fuerza laboral detrás de toda empresa y organización que opera hoy en día sigue siendo el más grande recurso disponible para lograr una ventaja competitiva. En años recientes, informes publicados por varios grupos editoriales y de consulta como Forbes, Mercer y Harvard Business Review han llegado a la misma conclusión: una fuerza laboral diversa impulsa una mayor innovación y, a final de cuentas, el crecimiento de las empresas.
No obstante, es importante reconocer que el tema de la diversidad y la inclusión varía de una región a otra, y en algunas partes del mundo progresa más rápido que en otras. En el caso de América Latina, por ejemplo, las diferentes fuerzas laborales, el mercado y las culturas de cada país han tenido como resultado desafíos únicos que van del conflicto de género al generacional. Pero el robusto crecimiento económico de la última década ha ocasionado que muchas organizaciones en toda la región desarrollen entornos incluyentes.
Al adoptar las medidas para garantizar que su fuerza laboral esté compuesta de mujeres, personas de diferentes nacionalidades y grupos étnicos, miembros de la comunidad LGBT, grupos de edades variadas e incluso de varios niveles socioeconómicos, las ideas que se obtienen al unir a un grupo de personas de orígenes tan distintos para abordar un desafío empresarial u oportunidades de mercado puede abrir puertas que quizá usted nunca haya sabido que existían.
Y, a pesar de que los consumidores de hoy día están obligando a las organizaciones a ajustarse al mercado estructurando una fuerza laboral que refleje la diversidad de los consumidores mismos, los profesionales de la actualidad también están optando por llevar su talento a las compañías que fomenten una cultura de equidad de género y LGBT.
En el caso de la industria legal –donde la búsqueda del mejor talento es uno de los pilares de la estrategia de negocios de cada bufete jurídico– cada vez más bufetes están promoviendo la diversidad y los programas de inclusión para mostrarles tanto a su talentoso personal como a los aspirantes a serlo su compromiso de crear un entorno donde los profesionales se sientan seguros de ser ellos mismos y donde las oportunidades para el desarrollo estén al alcance de todos, independientemente de su género, estatus u origen.
El resultado final de este esfuerzo puede resumirse en una palabra: valor.
La congregación de equipos diversos se traduce en valor para los clientes porque la diferencia de perspectivas, proceso de ideas y mentalidad hacen posible que existan diferentes métodos para los desafíos legales a los que las empresas se enfrentan hoy en día. Y cuando los clientes pueden ver el valor en el producto o en el servicio de cualquier organización, el objetivo de hacer que un negocio crezca y sacarle ventaja a sus competidores se vuelve mucho más factible.
Autora: Claudia Prado, miembro del Comité Ejecutivo de Baker & McKenzie International, Brasil
REUTERS/ Mike Hutchings
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