¿Por qué aumentan los ’empleos por cuenta propia’
Los cambios tecnológicos, demográficos y medioambientales están haciendo que haya menos oportunidades para ganar un salario fijo, aumentando la necesidad de contar con “medios de vida propios” y amenazando con un gran aumento de la desigualdad. Necesitamos innovar en nuestras instituciones sociales con miras a garantizar que todo el mundo disponga de una base segura y de igualdad de oportunidades para vivir una vida plena.
Un medio de vida es más que un mero empleo. Es cómo un individuo tiene acceso a esa parte de todo lo producido por la sociedad que necesita para sobrevivir y realizar su potencial. Están emergiendo cambios dentro del concepto de medios de vida debido a la convergencia de los profundos cambios tecnológicos, demográficos, medioambientales y evolutivos.
En primer lugar, los progresos tecnológicos han traído consigo la desaparición del tiempo y de la distancia. Un cambio hacia actividades que requieren mucho conocimiento, una avalancha de datos y de información, y una mayor interconexión entre los individuos y las instituciones en todo el mundo han cambiado el modo de interactuar de los seres humanos entre sí, y con su pasado, presente y futuro.
En segundo lugar, los cambios demográficos han alterado la demanda de suministro de bienes y servicios de un modo bastante desigual. El envejecimiento de las poblaciones y un declive de las tasas de fertilidad en las zonas más ricas del mundo, junto con un elevado crecimiento de la población y la migración en el resto, han cambiado el tipo de necesidades de los seres humanos y las posibilidades para satisfacerlas.
En tercer lugar, las dificultades medioambientales están poniendo límites a las actividades humanas que afectan a la capacidad regeneradora de los ecosistemas que posibilitan la vida. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación están creando un nuevo, y posiblemente más hostil, contexto biofísico para la humanidad. Por último, ahora se puede, al menos en principio, dirigir conscientemente la evolución biológica, una posibilidad que anteriormente se limitaba a la evolución cultural. Las modificaciones genéticas y los dispositivos de aumento artificial podrían mejorar de forma significativa las capacidades humanas, pero sólo para los que se los pueden costear, y este acceso diferenciado puede causar un gran aumento de la desigualdad.
La dependencia, históricamente reciente, de un “empleo” permanente, o del ser un “empleado” de una institución privada o pública, va a ir disminuyendo a medida que los medios de vida “propios” se conviertan de nuevo en la norma mundial. Hasta hace dos siglos, el concepto de un empleo fijo asalariado prácticamente no existía – a lo largo de la historia la mayoría de la gente tuvo que crearse su propio modo de vida. A pesar de que a mediados del siglo XX el empleo se convirtió en una realidad para muchos en los países ricos, en las zonas más pobres del mundo la mayoría de la gente siguió siendo “trabajadores por cuenta propia”, por lo general en la agricultura o el sector informal implicando muy a menudo algún tipo de auto-explotación o de explotación de algún familiar.
Las grandes y medianas empresas y la Administración pública únicamente ofrecen empleo formal a una minoría de trabajadores en las zonas de mayor desarrollo. En América Latina, la mitad de la mano de obra ya trabaja en el sector del empleo informal, en el que la mayor parte de los trabajadores genera sus propios puestos, ya sea como microempresarios o en actividades de subsistencia. De acuerdo con algunas investigaciones, el autoempleo ha emergido como la forma principal de trabajo informal, debido, al parecer, a la independencia, la flexibilidad de horarios, las oportunidades de formación laboral, la evasión fiscal y la libertad ante la normativa que ofrece[1]. Los datos muestran asimismo que entre el 40% y el 65% de los trabajadores autónomos con ingresos bajos y medios son exitosos o podrían serlo (entendiéndose para ello que contratan a otros o que pertenecen a hogares que no viven en la pobreza), y que este grupo de trabajadores está aumentando vertiginosamente, al igual que sus ingresos medios per cápita[2].
Los empleos fijos también están ahora disminuyendo en las partes más ricas del mundo. Las tendencias señalan hacia el traslado debido a la automatización, hacia cambios más frecuentes de profesión y empleos a tiempo parcial, con un aumento de la proporción de emprendedores solos o en pequeños grupos entre las generaciones más jóvenes a medida que la economía de “coste marginal cero” y “del compartir” aumenta las posibilidades de los medios de vida “propios”. Cada vez se necesitan empresas e inversiones mayores para ofrecer los productos subyacentes y servicios que hacen que estas interacciones y estas explosiones empresariales sean posibles. Las empresas de tecnología de la información y comunicación multimillonarias que crecen rápidamente suministran el hardware, el software y la infraestructura. No obstante, incluso aquí, los salarios fijos y las trayectorias profesionales están dejando paso a la rotación en materia de empleo, al empleo intermitente, a los puestos a tiempo parcial y a los dobles empleos.
En este contexto de desaparición de los trabajos estables, ¿cómo deberíamos hacer frente a los gastos de pensiones y Seguridad Social? ¿Cómo pueden los sistemas educativos ofrecer a los adultos oportunidades de formación continua? ¿Cómo creamos oportunidades justas para que todo el mundo pueda diseñar y alcanzar su propio proyecto de vida?
Se necesitan innovaciones en las instituciones sociales para abordar la paradoja de que vivimos en un mundo de potencial abundancia, pero en el que cada vez más gente no dispone de una base segura para prosperar. Las disposiciones institucionales actuales concentran los recursos para vivir vidas plenas en manos de un pequeño grupo. Cada vez más, únicamente aquellos que dispongan de cuantiosos activos de capital o de un mayor conocimiento tendrán la seguridad relativa de unos ingresos independientes o de puestos estables; para los demás, la incertidumbre del empleo por propia cuenta se agravará debido a la demanda que cambia con rapidez, a un acceso desigual a los frutos del progreso técnico y al declive de la capacidad regeneradora de los ecosistemas que posibilitan la vida.
La protección y prestación de servicios sociales podrían desvincularse del desempeño de un trabajo estable. Deberían garantizarse un nivel básico de educación, salud, transporte e incluso vivienda, y una pensión mínima a todas las personas, con independencia de su situación o vida laboral. Además, según un trabajo pionero de hace ya varias décadas, en los países en desarrollo es posible prestar servicios básicos (educación primaria, medicina preventiva, cuidado infantil, vacunas, programas de alimentación, servicios de extensión ganadera, reforestación, mantenimiento de pequeños proyectos de infraestructuras, instalaciones de saneamiento, higiene pública, formación) a un coste reducido, dado que su productividad no depende principalmente ni del nivel salarial ni de la inversión fija[3]. En ese momento, los problemas de coordinación, gestión, formación y administración parecían insalvables, pero gracias a los avances en informática y la innovación institucional han podido superarse fácilmente.
Las innovaciones institucionales también podrían incluir nuevos programas de redistribución de la riqueza y de los ingresos en pro de la igualdad de oportunidades; el apoyo técnico, de gestión, de información y financiero para los medios de vida propios; monedas de pago alternativas basadas en la distribución del tiempo; e iniciativas para promover industrias creativas que se benefician de las nuevas esferas de facultades humanas creadas por el ciberespacio y la realidad virtual.
El garantizar unos ingresos mínimos para todo el mundo es una idea que podría que se vea bajo un nuevo prisma si las prioridades cambian pasando de incentivar el trabajo a crear una base segura para la prosperidad humana.
La naturaleza de los debates sobre la pobreza, la desigualdad y los medios de vida puede que cambie radicalmente si acaban viéndose como cuestiones fundamentales sobre cómo mejorar la capacidad de la gente para llevar vidas plenas. Así, el viejo dicho de América Latina que reza “trabaja para vivir, no vivas para trabajar” pasaría a ser “trabaja para florecer, no vivas sólo para trabajar”.
Este artículo forma parte de una serie de opiniones individuales de la Comunidad para la Previsión Estratégica Global del Foro Económico Mundial para la Reunión Anual de 2015. Para leer más, acceda a la colección completa.
Autor: Francisco Sagasti ha sido investigador, asesor, consultor, responsable político y profesor durante cinco decenios. Actualmente, es profesor de Innovación, Estrategia y Futuros en la Escuela de Postgrado de la Universidad del Pacífico de Lima (Perú).
[1] Biles, James J., “Informal Work in Latin America: Competing Perspectives and Recent Debates”, Geography Compass, 3/1 (2009), pp. 214-236.
[2] Gindling, T. H. and David Newhouse, “Self-Employment in the Developing World,” World Development, Vol 56, (2014), pp. 313-331.
[3] Sachs, Ignacy, “A Welfare State for Poor Countries”, Economic and Political Weekly, Vol. 6, Artículo n.º 3-4-5-, 16 de enero de 1971.
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