El mosaico futuro del mercado laboral

La sociedad ha dado durante mucho tiempo por sentado que el permitir a los individuos que tengan un único empleo, relativamente estable y a tiempo completo es una de las formas más eficaces para que la gente salga de la pobreza. Tenemos que reexaminar este modelo normativo, ya que en el siglo XXI está disminuyendo en el mundo desarrollado y convirtiéndose en gran medida en una ilusión en el mundo en desarrollo. Por consiguiente, en el futuro, los modos de vida de la clase media en todo el mundo puede que se parezcan mucho al mosaico de trabajos del que han dependido durante mucho tiempo las familias pobres para sus sustentos en los países en desarrollo. La forma en que se desarrolla el trabajo está cambiando para mucha gente, poniendo en entredicho nuestros supuestos sobre cómo permitimos la movilidad económica y cómo debería ser el trabajo decente.

El concepto de un empleo estable y formal con prestaciones está empezando a sustituirse por un medio de vida basado en un empleo semi-formal, en el trabajo por cuenta propia y en la combinación de estrategias para obtener ingresos. Los pobres han subsistido durante mucho tiempo mediante esta clase de estrategias de sustento diversificadas combinando varios tipos de empleo formal e informal para llegar a fin de mes.

Este cambio viene impulsado por diversas fuerzas. La movilidad global del capital y el debilitamiento del trabajo organizado en los últimos decenios han llevado a un empleo menos estable como consecuencia del aumento de la flexibilidad en la producción. Los cambios en las tendencias macroeconómicas, incluyendo el declive de la proporción manufacturera del PIB global, el declive de la proporción del ingreso global dedicado al trabajo y la automatización del trabajo rutinario están eliminando los empleos estables que fueron en su día la vía para salir de la pobreza y formar parte de la clase media. Esto se aplica a escala internacional ya que países de África, en particular, no pueden acceder a un nivel de ingresos medio ya que la vía industrial se ha cerrado. Las nuevas investigaciones dan a entender que muchas de las actuales economías en desarrollo puede que nunca alcancen los mismos niveles de industrialización que los países ricos alcanzaron saliendo de la pobreza. No parece que los países de América Latina vayan a ser una excepción.

Aunque las tasas del empleo formal han vuelto a los niveles previos a la crisis en América Latina, los países van a seguir presenciando un grado alto y persistente de desempleo y empleo informal. Los gobiernos de la zona deberán tener en cuenta las características de estos mercados laborales de un modo mucho más tajante a lo hora de desarrollar sus futuras políticas de lucha contra la desigualdad y de apoyo a los pobres.

Estas políticas también deberán abordar la relación entre los cambios estructurales del mercado laboral y otros desafíos como la falta de diversificación sectorial (lo que podría dificultar la creación de nuevos puestos de trabajo); el trabajo infantil y el tráfico de mano de obra; y la necesidad de reforzar y remunerar las contribuciones de las mujeres a la economía.

Los años posteriores a la crisis financiera y económica mundial puede que resulten ser un punto de inflexión con implicaciones radicales para los que se encuentran en la actualidad en una situación de pobreza o de casi pobreza.

Puede que los empleos estables con prestaciones disminuyan. Puede que el empleo estable quede reservado para los que poseen lo que la Organización Internacional del Trabajo denomina “ocupaciones no rutinarias cognitivas”, es decir, empleos creativos que dependen de un pensamiento crítico y que tradicionalmente han ocupado quienes poseían diplomas universitarios. Cada vez es más frecuente que aquellos que carecen de los medios para continuar con unos estudios superiores o que no poseen las competencias para adaptarse a las soluciones tecnológicas puede que no estén seleccionados para las pocas ofertas de empleo estable, lo cual favorece a una pequeña élite que posee el capital financiero o requerida por el conjunto de sus competencias. La naturaleza especializada de los empleos existentes y la desaparición de las prestaciones harán que los trabajadores pobres dependan más de las redes de seguridad social. No obstante, la mayoría de los planes de pensiones, de atención sanitaria y de bienestar están de alguna forma relacionados con el empleo formal y estable.

Por tanto, la relación empleado-empleador puede que ya no sea una piedra angular en la que repose el estado del bienestar. Uno podría imaginarse un mundo en el que los bajos niveles de crecimiento económico y una brecha creciente entre los empleos decentes y los trabajadores aptos contribuirían a un aumento significativo de la desigualdad y de los medios de vida inestables. En última instancia, la responsabilidad, credibilidad y estabilidad de los gobiernos podrían depender de hasta qué punto puedan adaptarse a este plausible futuro.

La naturaleza del capital en sí está cambiando. Las inversiones en capital humano y las herramientas que poseen los individuos (como el software utilizado por un diseñador gráfico autónomo) serán tan importantes para el sustento de la clase media en todo el mundo en el futuro como las fábricas y los edificios de oficinas lo fueron en su momento.

Ahora bien, este cambio en el mercado laboral podría también brindar oportunidades tanto para la clase media como para los pobres en todo el mundo.

A medida que más empleo se vuelve casi formal, pueden surgir oportunidades para desvincular las prestaciones como la pensión y la atención sanitaria de los salarios formales, haciendo que las redes de seguridad sean más inclusivas y accesibles, y fomentando un mercado del trabajo más dinámico y flexible. A medida que más trabajadores de la clase media se acostumbran al trabajo casi formal y a trabajar por cuenta propia, se podría alentar la cara de la moneda del cambio –autonomía e independencia– y se podrían tratar los aspectos negativos.

En el mundo desarrollado, instrumentos como Task Rabbit pueden ofrecer un primer vistazo sobre cómo los futuros mercados laborales podrían responder a múltiples tipos de empleo logrando que el proceso de búsqueda entre contratistas y contratados sea mucho más eficaz. Por otra parte, las pruebas de evaluación y las verificaciones de las referencias serán casi completamente automáticas. Esto podría abrir la vía a nuevas formas de comprobar las credenciales que no se basen (únicamente) en los diplomas formales, si no que evalúen también las competencias no técnicas que se requieren para una tarea, haciendo que los empleos sean accesibles para un abanico mayor de candidatos. En el contexto del desarrollo, los programas de desarrollo económico necesitarán expresamente basarse más en torno al concepto de opciones de empleo casi formal e informal. Los apoyos sociales universales que no dependen del empleo formal, como los  programas Prospera de México o Bolsa Familia de Brasil, podrían adquirir mayor importancia en este futuro. Teniendo en cuenta el aumento del número de pobres que viven en países de renta media, existe también la oportunidad de adaptar las herramientas financieras existentes, como Trust Card, un producto de ahorro con características que incentivan el aumento de activos y ofrece la posibilidad de aumentar el acceso al capital mediante nuevas medidas de fiabilidad más allá de las calificaciones crediticias.

Herramientas como Cumplo, Zukbox, Educabila y Veduca apuntan hacia nuevas vías para acceder al trabajo, nuevas actividades generadoras de ingresos y hacia la formación de capacidades. Pero estas tienen todavía que crecer teniendo en cuenta la inmensidad de la tarea, sobre todo para los pobres. Ahora bien, señalan posibilidades para que, tanto el sector público como el privado, puedan enfrentarse al reto de crear economías más inclusivas en una era en la que los “buenos empleos” del ayer ya no existen.

Este artículo forma parte de una serie de opiniones individuales de la Comunidad para la Previsión Estratégica Global del Foro Económico Mundial para la Reunión Anual de 2015. Para leer más, acceda a la colección completa.

Autora: Claudia Juech, Vicepresidenta Asociada y Directora de Gestión para la Investigación Estratégica en la Fundación Rockefeller.

 

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