Derechos Humanos en América Latina: 4 formas de mejorar
Los últimos años han sido prósperos para los países del continente americano. La mayoría de los gobiernos han hecho un buen avance en la expansión de las economías y de las jóvenes democracias. Solamente en la última década, millones de personas han salido de la pobreza; han podido acceder a puestos de trabajo, atención médica y educación.
Pero junto con estos desarrollos positivos, existe otra historia muy diferente. La región continúa alojando a 10 de los 15 países con mayor desigualdad en el mundo. La enorme brecha entre “los que tienen” y “los que no tienen” significa que, en todos los extremos de esta región vasta, vibrante y rica en recursos, millones de personas aún afrontan la triste realidad. Luchan por sobrevivir a la pobreza, la violencia, la brutalidad policial y los altos niveles de discriminación por cuestiones de género y etnia.
Miles de comunidades indígenas viven a merced de las compañías que no desean más que sacar provecho de las tierras en las viven. Las personas son repudiadas y tratadas como ciudadanos de segunda clase por su orientación sexual. Los valientes periodistas y activistas de derechos humanos son castigados por transmitir un mensaje que solo algunos desean escuchar.
Estos son solo algunos de los ejemplos. Durante el último año, he podido conocer a algunas de las personas detrás de esos números.
Con mucha frecuencia, el mensaje parece ser: si eres pobre, la justicia está fuera de tu alcance. Las cortes solo están disponibles para aquellas personas que pueden pagarles. El estado de derecho, un requisito esencial para que cualquier país funcione adecuadamente, se ve debilitado, lo cual hace que establecer sociedades sea poco seguro para todos.
Una y otra vez, los gobiernos de todo el continente se han comprometido a reducir la desigualdad, a fomentar el desarrollo equitativo y a garantizar la protección de los derechos humanos sin discriminación. Pero las promesas ya no son suficientes: eliminar la desigualdad con una medida concreta es la única forma en que la región podrá avanzar en verdad.
No existe una solución fácil para poner fin a la desigualdad a lo largo del continente americano, sin embargo, existe una cantidad de pasos que solo requieren voluntad política. Los gobiernos de la región podrían y deberían:
- Comprometerse e invertir en los recursos políticos y financieros para fortalecer el sistema de justicia penal de la región y asegurarse de que deje de ser un lujo para solo unos pocos que pueden pagarlo
- Eliminar las relaciones entre los políticos y las redes de criminales, lo cual permite que los abusos ocurran y queden impunes
- Establecer e implementar un marco regulador efectivo para garantizar que las compañías respeten los derechos humanos en cualquier lugar donde realicen actividades comerciales, de acuerdo con los principios rectores de la ONU sobre los negocios y los derechos humanos
- Garantizar que se investiguen de forma oportuna las violaciones, por parte de las fuerzas policiales y de seguridad pública, a los derechos humanos, así como las bandas armadas. Enviar un mensaje de tolerancia cero al llevar ante la justicia a todos los infractores.
Irónicamente, la inestabilidad y el conflicto que se producen por discriminación, por desigualdad y por un sistema de justicia que falla, ponen en riesgo a la prosperidad que buscan establecer los gobiernos y el sector privado. El precio por no tomar medidas urgentes es algo que el continente americano ya no puede ignorar.
Autor: Salil Shetty, secretario general de Amnesty International.
REUTERS/ Stringer México
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