6 maneras en que América Latina estreche su brecha de destrezas

 

Las brechas de destrezas son uno de los principales problemas sociales y económicos de nuestra era. Más que en ninguna otra región emergente, ni América Latina ni el Caribe (ALC) pueden satisfacer a las compañías en cuanto a las destrezas necesarias para sus operaciones. De acuerdo con las Encuestas de Emprendimiento del Banco Mundial, el 36% de las empresas afirman que se les dificulta encontrar una fuerza laboral adecuadamente calificada ahí, un porcentaje más elevado que en ninguna otra región del mundo, comparado con el promedio mundial de 21% y el 15% de la OCDE.

Atender las brechas de destrezas y de capital humano tiene retornos de desarrollo muy altos porque el capital humano y las destrezas son el vector que conecta cinco de los desafíos interrelacionados clave a los que se enfrenta la región: un lento crecimiento en la productividad, bajos niveles de innovación, inequidad, informalidad y exclusión social.

Estos desafíos en cuanto a las destrezas en ALC no se deben considerar en aislamiento, sino con las nuevas geografías de talento global como fondo. La expansión de fuerzas laborales altamente educadas y competentes en un número de países emergentes, los cuales incluyen pero no se limitan a China y a la India, significa que ALC está compitiendo no sólo por trabajos que requieren mano de obra barata y son de baja remuneración, sino con grupos de talento altamente capacitados en el resto del mundo. El motivo por el cual esto es de importancia crucial es porque las industrias que requieren mayores destrezas crecen más rápido en los países con fuerzas laborales más capacitadas. En un sentido bastante real, hay una carrera global de educación y capacitación para captar flujos de inversión y acelerar el progreso tecnológico.

Con esto como fondo, muchos diagnósticos recientes han documentado el papel limitado que desempeñan tanto las destrezas como la innovación en el modelo de crecimiento de ALC y han propuesto, acertadamente, que esta es una de las razones por las cuales ALC sigue en la “trampa del ingreso medio”, sin poder ingresar de manera decisiva a un modelo económico que se base más en el conocimiento y en las destrezas  impulsado por la innovación. Esto no sólo limita la capacidad de reducir la pobreza, sino que también plantea mayores obstáculos para la creación de empleos formales de buena calidad, y por ende sostener sociedades de clase media. Los países que pueden acumular un mayor capital humano de alta calidad tienen más posibilidades de evitar la trampa del ingreso medio.

Los países exitosos han desarrollado modelos de educación y capacitación (E&C) con tres características clave: (1) senderos para el aprendizaje a lo largo de la vida que permiten transiciones fáciles para los trabajadores entre el mundo del trabajo y el mundo de la educación a lo largo de su vida laboral; (2) una integración estrecha e institucionalizada de los sistemas de educación y de capacitación con el mundo laboral por medio de mecanismos como el aprendizaje dual y una fuerte colaboración público-privada; (3) un estrecho alineamiento de su sistema de desarrollo de destrezas con sus estrategias de crecimiento y de transformación productiva. Por ejemplo, Corea hizo esto en el transcurso de varias décadas, y ese fue uno de los factores principales en su impresionante desempeño económico.

América Latina está lejos de tener generalizados e institucionalizados estas prácticas y estos modelos de educación y capacitación. Ya es hora de que los líderes de América Latina en el gobierno, en las empresas, en las organizaciones laborales, en la academia y en las instituciones de investigación enfoquen sus esfuerzos en garantizar que los países de ALC institucionalicen dichos modelos y prácticas. Estos son los modelos que pueden producir fuerzas laborales con destrezas para el siglo XXI y ayudarles a los países a adquirir una velocidad de escape de la trampa del ingreso medio.

Esto requiere de amplias reformas y nuevas mentalidades tanto por parte de los responsables de formulación de políticas públicas como del sector privado. En específico, yo afirmaría que se requiere la siguiente Agenda de Acción:

  1. Un enfoque láser en las destrezas para el siglo XXI

Las destrezas para el siglo XXI no es sólo un término elegante: esas destrezas tienen una definición muy concreta relacionada a la revolución tecnológica, a la globalización y a las nuevas realidades en el mundo del trabajo. Este es el punto de inicio adecuado para comenzar a pensar acerca de las destrezas necesarias para la fuerza laboral de la región. La Universidad de Melbourne tiene un proyecto que se titula Evaluación y Enseñanza de Destrezas para el Siglo XXI. Trabajando con más de 250 investigadores en 60 instituciones de todo el mundo, este proyecto ha categorizado las destrezas para el siglo XXI en cuatro amplias categorías: (1) Maneras de pensar: que incluye la creatividad, la innovación, el pensamiento crítico, la solución de problemas, la toma de decisiones y el aprendizaje; (2) Maneras de trabajar: se refiere a la comunicación, la colaboración y el trabajo en equipo; (3) Herramientas para trabajar: la mayoría de ellas se basa en nuevas tecnologías de comunicación e información y en la alfabetización en la era de la información (4) Destrezas para vivir en el mundo: cuestiones como el sentido de la ciudadanía global y local, desarrollo en la vida y desarrollo de la carrera; así como responsabilidad personal y social.

Una clasificación similar ha sido desarrollada por el Foro Económico Mundial y el Boston Consulting Group, y distingue 16 destrezas organizadas en tres categorías: alfabetizaciones fundacionales, que incluyen alfabetizaciones científicas, de las TIC, financieras, culturales y cívicas; aptitudes, las cuales incluyen el pensamiento crítico, la creatividad, la comunicación y la colaboración; y cualidades de carácter, como la persistencia, la adaptabilidad, la curiosidad, la iniciativa, el liderazgo y la consciencia social y cultural.

Cada una de estas categorías de destrezas habilita a las personas a funcionar en el mundo moderno del trabajo y a contribuir al capital social e intelectual de la edad moderna. Los mejores trabajos son aquellos asociados con estos tipos de destrezas, ya sea en los servicios, en la industria e incluso en la agricultura.

Desafortunadamente, las encuestas de empleadores en América Latina confirman lo lejos que los sistemas de educación y capacitación están de poder inculcar las destrezas para el siglo XXI en sus egresados. Las encuestas muestran que las industrias valoran las destrezas socio-emocionales o no cognitivas más que el conocimiento técnico general o incluso el conocimiento específico de alguna industria. Dicho de otra forma, las destrezas socio-emocionales son las más difíciles de encontrar en la fuerza laboral joven en ALC, lo cual afecta gravemente sus opciones de ser contratados.

Y, no obstante, si los sistemas de educación y capacitación en ALC son deficientes al evaluar y medir el desempeño de las destrezas técnicas, la medición y la evaluación de otras dimensiones de las destrezas para el siglo XXI siguen todavía en pañales. Los sistemas eficaces para medir el progreso de los estudiantes en todas las categorías de las destrezas para el siglo XXI y la incorporación de los resultados en currículos, métodos de enseñanza y colaboración público-privada deberían ser prioridad en la reforma de la educación y capacitación de la región.

  1. Nueva visión y nuevos modelos para la educación

ALC ha hecho grandes avances en la inversión y en la cobertura de la educación. La inversión pública en educación ha aumentado al 5% de su PIB (comparado con el 5.6% de la OCDE), resultando casi en acceso universal a la educación primaria. Pero la matriculación en el preescolar sigue siendo baja: 66% comparado con 83% de la OCDE. La matriculación también es baja en la educación secundaria (74% comparado con 91% de la OCDE) y en la educación superior (42% comparado con 71% en la OCDE). En términos de años de educación, las personas en los países de la OCDE alcanzan un promedio de 12 años, mientras que en los países de ALC el promedio es de 1 a 3 años menos, dependiendo del país. Estas son grandes brechas que se deben cerrar. Algo particularmente preocupante es la brecha de la educación secundaria, ya que investigaciones recientes demuestran que los países con una estructura de obtención educacional (EAS, por sus siglas en inglés) en la que falta la educación media (secundaria) tienen muchas menos capacidades y flexibilidad para la transformación productiva y la diversificación.

A pesar de que todavía existen importantes brechas cuantitativas que cerrar, los problemas más graves están en la calidad y la relevancia. Consideremos esto: se ha descubierto que la cantidad, según se mide por los años de educación, explica el 28% de la diferencia en el PIB per cápita entre los países de ALC y los de la OCDE. No obstante, cuando se incluye el factor de calidad, el capital humano explica casi el 60% de la diferencia de ingresos per cápita. Los ocho países de América Latina que han participado en las mediciones de calidad educacional PISA de la OCDE quedaron en el tercio inferior de los rankings de los 65 países en las tres materias examinadas (matemáticas, ciencia y lectura). La calidad también es un reto para las instituciones de educación superior. Estas instituciones están muy por debajo en los rankings de las universidades internacionales. En el ranking del Times Higher Education University 2013/14 no aparece ninguna universidad latinoamericana ni caribeña entre las 100 mejores del mundo, y sólo tres de ellas aparecen entre las mejores 400.

Nuevas tecnologías pueden ayudar a mejorar las políticas educativas. Hoy día la revolución digital y la explosión de cursos abiertos masivos en línea (MOOCs) están produciendo una gran disrupción y un cambio en la industria de la educación. La educación se está moviendo de un modelo de fábrica a uno digital y personalizado. En ALC esta revolución está en sus etapas tempranas, pero no cabe duda de que puede traer a la región una riqueza de nuevas oportunidades educacionales y modelos educativos. Tiene el potencial de mitigar tanto el problema de acceso como algunos de los problemas de calidad. No obstante, existen varios obstáculos para poder aprovechar al máximo esta oportunidad.

En primer lugar, nos referimos a la innovación social a escala masiva. Pero se sabe bien que la educación es un sector muy resistente al cambio. Los sistemas de educación pública son estructuras burocráticas muy grandes con muchos actores: maestros, estudiantes, administradores, padres de familia. La naturaleza humana es aferrarse a los hábitos longevos y defender sus intereses y el status quo férreamente, lo cual sofoca la innovación. Lo bueno es que ahora tenemos buenas mediciones de la calidad de educación como las pruebas PISA. Esto nos ayuda a enfocar nuestra atención y hacer del diálogo sobre la política algo más concreto. No obstante, es imperativo expandir los esfuerzos de medición a otros tipos de destrezas para el siglo XXI, las no cognitivas o socio-emocionales, y hacerlas piezas clave de los esfuerzos de reforma. En segundo lugar, a fin de capitalizar las oportunidades de la revolución digital en la educación y la capacitación también existen otras barreras concretas: la falta de conectividad adecuada masiva e infraestructura de banda ancha, falta de acceso a computadores y a dispositivos como las tabletas digitales así como falta de alfabetización digital.

  1. Nueva visión y nuevos modelos para TVET

Una variedad de diagnósticos indican deficiencias graves y brechas en los sistemas de educación vocacional de la región. El Banco Inter-Americano para el Desarrollo es el más crítico: afirma que estos sistemas son “generalmente obsoletos, y están desacreditados y desconectados de las necesidades del sector privado”, que “sus operaciones son inefectivas, las tasas de cobertura son deficientes y los niveles de calidad y relevancia son pobres”. Asevera además que estas deficiencias son un factor clave que explica la brecha de destrezas que caracteriza a la región.

Otras evaluaciones de instituciones como la Corporación de Desarrollo de los Andes, el Banco Mundial, la OIT y ECLAC son quizá menos dramáticas en sus afirmaciones pero señalan brechas empíricas y desafíos institucionales similares.

Algunas de las cifras hablan por sí mismas. El gasto público en la capacitación promedia sólo en 0.4% del PIB regional. Sólo un pequeño porcentaje de los trabajadores recibe algún tipo de capacitación: 15% en Chile, 24% en Colombia, 10% en la República Dominicana, 5.5% en Honduras, 4.3% en Panamá y 24% en Uruguay. De acuerdo con las Encuestas sobre el Emprendimiento del Banco Mundial, sólo el 43% de las empresas les ofrecen capacitación a sus empleados. Las empresas que invierten más son aquellas que participan en la exportación, las extranjeras a diferencia de las locales y las más grandes.

Poder revertir esta situación es uno de los principales desafíos para el desarrollo productivo de ALC. Lo único que funcionará será una renovación completa de los modelos y sistemas de capacitación vocacional.

Tradicionalmente el modelo dominante de ALC ha sido uno de grandes instituciones nacionales públicas de capacitación que actúan tanto como proveedores y como líderes en política y reguladores. En algunos países este modelo sigue siendo dominante, con algunas evoluciones y mejoras (Bolivia, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, la República Dominicana, Venezuela). En otros países se ha promovido la separación de la formulación de políticas y la regulación con la provisión de servicios, junto con la proliferación de proveedores de capacitación, más que nada privados (Argentina, Chile, Uruguay, Trinidad y Tobago). Otros países presentan un sistema mixto (México, Brasil, Ecuador, Perú, Paraguay). Hay una amplia variedad de disposiciones institucionales. Ha surgido un número de prácticas sectoriales exitosas, la mayoría impulsada por el sector privado, con frecuencia motivada por la incapacidad de las instituciones públicas de capacitación existentes para satisfacer las necesidades de destrezas sectoriales.

En un número de casos, los esfuerzos para implementar una reforma en el campo de la capacitación han sido impulsados por los requisitos de la política social para alcanzar a grupos vulnerables (los jóvenes, los desempleados, las poblaciones marginales). Sólo en algunos países y sólo recientemente se ha complementado este impulsor con un enfoque más agudo en alinear la capacitación con la transformación productiva y las políticas industriales (Brasil, Chile, Colombia).

Un amplio número de grandes compañías y sectores han participado en sistemas de aprendizaje dual, pero ningún país ha institucionalizado el sistema de aprendizaje dual con un importante nivel de ambición a nivel nacional, lo cual significa que a ALC le hace falta uno de los modelos de desarrollo de destrezas más eficaces que se conozcan.

Una agenda para la reforma de los sistemas de capacitación vocacional en ALC debe incluir un número de elementos clave: ante todo, una alineación más fuerte de políticas de desarrollo de destrezas con políticas de desarrollo productivo, empleo, competitividad e innovación, inlcuso en grupos y sectores clave. Otros elementos son: mayor calidad y pertinencia; mejor anticipación de las destrezas; un monitoreo y una evaluación más rigurosos; marcos de calificación nacionales bien definidos y políticas relacionadas para facilitar las destrezas de reconocimiento y portabilidad; y la institucionalización y el aumento de los sistemas de aprendizaje dual. El éxito en todas estas líneas sólo se puede lograr por medio de un involucramiento mucho más proactivo por parte del sector privado. El fracaso en la coordinación entre los actores clave del sector privado como los Ministerios de Trabajo y Educación, así como los Ministerios de la Industria, el Comercio y la Agricultura y agencias de atracción de inversión/promoción de exportaciones también deben abordarse. Los gobiernos tienen que asumir más firmemente su responsabilidad como promotores de las destrezas y líderes de la inversión en el capital humano como parte de sus estrategias de transformación productiva.

  1. Estrecha cooperación público-privada

Los desafíos de la calidad de destrezas y el desajuste de destrezas están estrechamente vinculados con las principales desconexiones entre el mundo de la educación y el mundo del trabajo: entre las instituciones de educación superior y los empleadores acerca tanto del currículo como de la investigación y las actividades de desarrollo de la tecnología; entre las instituciones de educación superior mismas, y entre ellas y los proveedores de capacitación. Es evidente que existe aquí una gran agenda para la reforma.

Abordar estas desconexiones es, claro, asunto de la política pública, pero no exclusivamente de ella. También es en gran medida asunto de participación y responsabilidad del sector privado.[1]

Tradicionalmente el sector privado ha dependido de que los gobiernos eduquen y capaciten a sus futuros empleados. No obstante, estas separaciones tradicionales ya no funcionan bien y deben cambiar: primero, porque los sistemas de capacitación y la educación tradicionales por sí mismos ya no pueden producir a egresados con las destrezas que las compañías necesitan. Pero también, como el director del Centro Wharton para los Recursos Humanos, el profesor Peter Capelli, lo ha dicho: porque no es realista que las compañías esperen que los empleados futuros estén completamente listos para el trabajo sin previa capacitación práctica en el empleo.

Por lo tanto, existe un caso muy fuerte para que haya una mayor participación de las empresas en la educación y la capacitación. Las compañías no pueden tan sólo esperar a los graduados con las destrezas correctas a la salida del sistema de educación y capacitación. Muchos egresados tienen brechas de destrezas duras o blandas que son muy profundas para que los programas de capacitación corporativa puedan cerrarlas.

Lo que se necesita es una nueva mentalidad empresarial para lograr la participación de la educación y la capacitación y para desarrollar la fuerza de trabajo de la industria. El profesor de Harvard, Michael Porter, le ha llamado a esto la estrategia del valor compartido.[2]

Las compañías con dicho método contemplan las necesidades de la fuerza laboral de su industria desde una vertiente más amplia, construyen asociaciones público-privadas, participan proactivamente con los proveedores de educación y capacitación a fin de alinear su currículo con las destrezas necesarias para el empleo, y hacen esfuerzos para combinar la educación formal y la capacitación con las oportunidades de aprendizaje en el trabajo.

La participación del empleador en la educación puede tomar muchas formas y modalidades: el aprendizaje por medio de la capacitación; pasantías y otras colocaciones relacionadas con la experiencia laboral; observación en el trabajo; charlas sobre carreras y establecimiento de redes; visitas al lugar de empleo; asesoría empresarial; competencias en el emprendimiento; enriquecimiento del currículo. Los aprendizajes, bajo el método de la educación dual, son una modalidad particularmente eficaz de la capacitación a la que se le debe dar una prioridad mucho mayor en ALC de lo que ha recibido hasta ahora.

  1. El alineamiento de los sistemas de educación y capacitación con una visión de transformación productiva a largo plazo

La mayoría de los países asiáticos con un alto desempeño, en particular Corea, no sólo han tenido una visión de transformación productiva a largo plazo y políticas de desarrollo productivo proactivas, sino que también han alineado estrechamente sus sistemas de educación y capacitación con dicha visión, incluyendo las estrategias sectoriales para el desarrollo de destrezas con una estrecha cooperación entre la industria y las instituciones de capacitación vocacional.

En ALC una cantidad de factores ha impedido ese alineamiento. Uno es la falta de claras estrategias de transformación productiva e innovación en primer lugar, así como la renuencia de los últimos 20 años de participar en las políticas industriales. No es sorprendente que ALC sea débil en innovación conforme se mide por medio de indicadores como los bajos números de patentes registrados, la baja proporción de exportaciones de alta tecnología y la baja inversión en innovación y capacidades en compañías. El gasto en investigación y desarrollo es mucho más bajo en ALC de lo que es en los países de la OCDE y los asiáticos, y la mayoría de su inversión es pública con muy poca contribución del sector privado. Los desafíos de las destrezas y la innovación son complementarios porque la falta de trabajadores calificados afecta la innovación, mientras que los bajos niveles de innovación suprimen la demanda de trabajadores altamente calificados, contribuyendo a un círculo vicioso de baja productividad.

Además, todavía existe una preferencia cultural por los estudios en los campos no científicos. Históricamente, las universidades de la región han enfatizado las ciencias sociales y las humanidades. Además, si no existe una clara visión de desarrollo productivo nacional donde la política pública esté haciendo un compromiso para el crecimiento de ciertos sectores de la alta tecnología, o para la investigación y el desarrollo en ciertas áreas en asociación con la industria, no hay señales positivas y muy pocos incentivos para que los jóvenes y sus familias elijan carreras como la ingeniería especializada y otras disciplinas difíciles. Al contrario, es natural que muchos de ellos se sientan atraídos a las ciencias sociales, áreas que se perciben como relevantes para abordar los problemas apremiantes a los que se enfrentan sus sociedades. Las políticas de desarrollo de destrezas son más exitosas cuando existe una visión clara y políticas robustas para la transformación productiva y la innovación, incluyendo políticas de destrezas sectoriales con una activa participación del sector privado.

  1. Una nueva cultura de emprendimiento

Por último, también hay evidencia de algunas barreras culturales que impiden el emprendimiento. La mayoría de los estudiantes de programas MBA en ALC afirman que sus planes no son abrir un negocio sino ser empleados de una compañía multinacional grande. La mayoría de las políticas públicas han estado enfocadas en apoyar a las PYMEs existentes y no a start-ups. Es importante que ALC promueva ecosistemas vibrantes de start-ups, con una visión integrada de estos ecosistemas, desde los servicios del desarrollo de empresas hasta incubadoras, desde marcos legales aptos para el emprendimiento hasta servicios de tutoría y financiamiento.[3] El talento emprendedor es una de las destrezas más valiosas y un recurso relativamente escaso, y ALC no puede permitir que se desperdicie.

En resumen, las destrezas son una de las principales maneras de escapar de la trampa del ingreso medio, y de orientar el modelo de crecimiento hacia actividades de mayor valor añadido y que requieren más tecnología y conocimiento. A fin de aumentar la complejidad económica y la diversificación, también debe aumentar la calidad y la complejidad de las destrezas e incluir todas las destrezas para el siglo XXI: competencias técnicas duras, destrezas blandas, así como cualidades de carácter. El futuro del trabajo y el sendero del futuro desarrollo de los países de ALC dependerán crucialmente de las decisiones que tomen hoy para atender sus brechas de capital humano y destrezas.

Autor: José M. Salazar-Xirinachs, director asistente de política, OIT

REUTERS/ Mukesh Gupta

 

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