5 razones por las que impulsar acuerdos con la OMC

 

América Latina como región tuvo un desempeño pobre en materia de comercio y crecimiento en el 2014. Las exportaciones y las importaciones permanecieron estancadas mientras que la expansión del PBI real se clasificó como una de las más débiles.

No hay duda de que la región aún puede hacer uso del comercio para desbloquear su potencial desaprovechado. Esto se puede lograr de diferentes formas.

A pesar de la gran diversidad de países y estrategias comerciales en América Latina, es justo decir que todos ellos se beneficiarían de un acuerdo con la OMC y del ímpetu de crecimiento que este brindaría.

Los países de América Latina deberían estar especialmente interesados en concluir la Ronda de Doha. Estas son cinco de las razones:

  1. Un acuerdo con la OMC no se concluiría a costas de ninguna otra opción de política comercial. Como lo muestra la experiencia de muchos países, es posible hacer avanzar los intereses comerciales de forma simultánea en diferentes frentes. Impulsar un acuerdo con la OMC no significa perder la fuerza en ninguna otra negociación. Si se hace correctamente, en realidad, aumenta la fuerza de negociación.
  1. Un acuerdo con la OMC es el único con el potencial de abordar eficazmente las distorsiones comerciales en la agricultura, un resultado que los acuerdos regionales no pueden brindar. Los productos agrícolas representan el 30 % de las exportaciones de productos de Centroamérica y América del Sur, la tasa más alta para cualquier región del mundo. La prohibición de los subsidios a la exportación agrícola claramente beneficia a una gran parte de América Latina, muy competitiva en esa área. Un acuerdo para obtener este resultado solo se puede producir en un entorno en el que todos los países se comprometen, al mismo tiempo, con una prohibición de ese tipo. Los subsidios agrícolas no se pueden abordar adecuadamente con negociaciones de grupos pequeños. Se necesita un acuerdo con la OMC para implementar los incentivos correctos para que la comunidad internacional aborde este tema en su totalidad.
  1. Un acuerdo con la OMC puede ayudar a los países a consolidar buenas políticas nacionales y (de gran importancia en la actualidad) contribuir a la necesaria previsibilidad y estabilidad para que los negocios florezcan en la región. En términos muy simples, un acuerdo con la OMC proporciona garantías de que, por ejemplo, las tasas de importación no serán mayores que un «X %» o que un proveedor de servicios extranjero no recibirá un trato diferente del que recibe uno local en un sector dado. Una vez que estos compromisos estén plasmados en un acuerdo comercial multilateral, sería muy, muy difícil retroceder. Desde que se creó la OMC, ningún miembro ha dejado de serlo. Por el contrario, 33 países se han unido al club. Ser miembro de la OMC implica verse sujeto a reglas de transparencia, supervisión y disciplinas de cumplimiento, sin mencionar un sistema de resolución de conflictos respetado y activo. El compromiso serio con la conclusión de un nuevo acuerdo con la OMC, y con las consiguientes reformas, envía un mensaje impactante a la comunidad empresarial.
  1. Un acuerdo con la OMC representaría un logro oportuno en un escenario en el cual las mega negociaciones regionales (TPP, TTIP) están avanzando, en particular debido a que excluyen a la mayor parte de América Latina. Si tienen éxito, estas iniciativas harán que sea más difícil que las compañías latinoamericanas compitan en algunos mercados clave. Especialmente para los países de América del Sur, donde el comercio está relativamente bien distribuido en términos de mercados de destino, las compañías tendrán que atravesar un laberinto de diversas normas (algunas conflictivas) al exportar a diferentes países. En un escenario de estas características, hay un gran valor en mejorar un conjunto común de reglas que vincule a los 161 países, abarcando 98 % del comercio mundial. Dado que América Latina no evitará que se produzcan las mega negociaciones regionales, este hecho debería sumarse a las razones que respaldan el avance del sistema que plasma las reglas que comparten casi todos los países. Incluso los países de América Latina que participan en negociaciones de TPP se benefician del progreso paralelo en las dos vías, ya que el uno complementa al otro.
  2. Un acuerdo con la OMC fortalecería un sistema en el cual todos los países de América Latina tengan un lugar en la mesa. Una OMC funcional debería ser de gran interés para la región, ya que el sistema puede facilitar su integración a la economía mundial bajo condiciones que ella misma negociaría. Cada vez en mayor medida, algunos países de América Latina están retrasados en términos del comercio, el crecimiento, la inversión y la participación en las cadenas de valor. Los resultados serán mejores según la rapidez con la que se pongan al día. Y un acuerdo con la OMC puede ser instrumental en este aspecto. Adicionalmente, la conclusión exitosa de la Ronda de Doha puede abrir el camino a nuevos acuerdos y mejores reglas en el futuro, lo que además puede ayudar a los países en la región a participar en la economía global.

En resumen, un acuerdo con la OMC parece ser particularmente interesante para América Latina. Y, nuevamente, el respaldo de un acuerdo con la OMC no restaría valor a otras negociaciones que deseen desarrollar los países en la región.

Otra forma de ver el valor de la conclusión de la Ronda Doha es imaginar las consecuencias para la región si no hubiera un acuerdo con la OMC en el corto plazo. Lo más probable es que algunas barreras y distorsiones permitidas en la actualidad permanecerán vigentes, lo que evitaría que los países de América Latina alcancen su potencial total, especialmente, pero no exclusivamente, en la agricultura. Lo más probable es que algunos países en la región no avancen con la suficiente velocidad en la dirección de la apertura del comercio y del fomento de las inversiones. En ese caso, el resultado más probable sería una mayor brecha en la integración de la región a la economía mundial, lo que hace que ponerse al día sea incluso más difícil en el futuro. Con toda certeza, se perdería una gran oportunidad de fortalecer un sistema en el que se escuchen las voces de América Latina. En ese contexto, el potencial para que la OMC sirva a la región en el futuro se vería considerablemente reducido.

Es fácil perder de vista el aspecto global cuando pensamos acerca del comercio y América Latina. Los debates suelen terminar en lo que divide, y no en lo que une a la región: generalmente, se trata de si uno es liberal o proteccionista; si mira al exterior o si se centra en sí mismo; o si el Mercosur y la Alianza del Pacífico son amigos o enemigos. Sin ignorar los diferentes enfoques hacia el comercio en la región, es tiempo de que América Latina consolide una visión compartida acerca de cómo usar a la OMC como trampolín para un comercio mayor y un crecimiento más rápido del PBI.

 

Autor: Tatiana Lacerda Prazeres es Asesora Senior del Director General de la OMC, Ex secretaria de Comercio Exterior de Brasil y una Joven Líder Mundial. Este artículo representa su opinión personal y no tiene la intención de representar la posición de la OMC o sus miembros.

REUTERS/ Francois Lenoir

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