La diferencia entre personas exitosas y muy exitosas

Recientemente me reuní con un ejecutivo muy capaz y motivado y le pregunté, “¿Cómo está?” Él me ofreció una acelerada respuesta de todas las cosas que estaba haciendo: viajando, actualizaciones empresariales, cambios de carrera y las innumerables actividades de sus hijos. Me pareció una vida intensa, pero gratificante.

Luego le pregunté otra vez, “¿Pero cómo está, en serio?” Y el momento en el que lo hice se puso emocional y la realidad de su vida brotó de él como una ola: el estrés, la frustración de tratar de hacerlo todo, la sensación de que no tenía tiempo para poder pensar de verdad ni jugar con sus hijos ni disfrutar nada de ello. El resumen (gracioso) es este: su horario estaba siempre ocupado pero su vida no lo satisfacía. Lo que es menos gracioso es la idea de que tanto a él, como a muchos de nosotros, se nos ha dado gato por liebre.

Se nos ha vendido el ideal heroico del superhombre y la supermujer que se matan diciéndole sí a todo mundo, durmiendo cuatro horas por noche y esforzándonos de más para alcanzar a hacerlo todo ¿Con qué frecuencia ha escuchado a alguien decir, “¡Estoy ocupadísimo!”, pero diciéndolo casi como por presumir.

Pero esa es una insignia de honor falsa. Asfixia nuestra habilidad de pensar y de crear. Les impide a las personas de otra manera trabajadoras y capaces lograr sus más altas contribuciones. A continuación aparecen algunos de los mitos del éxito que nos impiden volvernos verdaderamente exitosos.

Mito 1: Las personas exitosas dicen, “Si tengo la opción de hacerlo debería hacerlo”.

Verdad: las personas muy exitosas son absurdamente selectivas.

A Warren Buffet se le acredita haber dicho, “La diferencia entre las personas exitosas y las personas muy exitosas es que éstas le dicen que no casi a todas las cosas”.

Como escribí es un artículo para la revista Harvard Business Review, esto significa, “No se trata de decir que no al azar, sino con propósito, de manera deliberada y eliminando de manera estratégica todo lo que no sea esencial. No sólo una vez al año, como parte de una reunión de planificación, sino reduciendo constantemente las cosas, enfocándose y simplificando. No sólo eliminar todo lo que desperdicie el tiempo, sino estar también dispuestos a recortar extraordinarias oportunidades. Parecen ser pocos los que se atreven a vivir con tal principio, lo cual puede ser lo que distingue a las personas y a las organizaciones exitosas de las que son verdaderamente exitosas”.

Mito 2: Las personas exitosas duermen cuatro horas por noche.

Verdad: las personas muy exitosas duermen bien para poder tener un desempeño óptimo.

En el famoso estudio de K. Anders Ericsson sobre los violinistas, popularizado por Malcolm Gladwell como la “regla de las 10,000 horas”, Anders descubrió que los mejores violinistas pasan más tiempo practicando que aquellos que son solamente buenos. Lo que es menos conocido es que el segundo factor más importante que distingue a los mejores violinistas de los buenos violinistas es el sueño. Los mejores violinistas del estudio dormían un promedio de 8.6 horas cada periodo de 24 horas.

Mito 3: las personas exitosas creen que el juego es una pérdida de tiempo.

Verdad: las personas muy exitosas ven el juego como parte esencial de la creatividad.

Pensemos tan solo en Sir Ken Robinson, que ha hecho del estudio de la creatividad en las escuelas el trabajo de su vida. Él ha observado que, en lugar de impulsar la creatividad por medio del juego, las escuelas de hecho lo eliminan: “En la educación, nos hemos engañado a nosotros mismos con el modelo de la comida rápida, y éste está empobreciendo nuestro espíritu y nuestra energía de la misma manera que la comida rápida nos agota el físico. La imaginación es la fuente de toda forma de logro humano”.

Mito 4: Las personas exitosas son las primeras en ofrecer una respuesta.

Verdad: Las personas muy exitosas son individuos que escuchan con mucha atención.

Como lo dice el dicho: las personas que más hablan no siempre tienen mucho que decir. Las personas que escuchan con mucha atención van directo al grano. Encuentran la señal en el sonido. Escuchan lo que no se dice.

Mito 5: Las personas exitosas se enfocan en lo que la competencia está haciendo.

Verdad: Las personas muy exitosas se enfocan en lo que pueden hacer mejor.

El entrenador “más ganador de Estados Unidos” es Larry Gelwix, el antiguo entrenador del equipo de rugby de la escuela Higland High. Su equipo ganó 418 juegos y perdió sólo 10 a lo largo de 36 años. Una de las preguntas clave con las que desafiaba a sus jugadores era que se plantearan, “¿Qué es lo que importa ahora?” No quería que sus jugadores se distrajeran con lo que el otro equipo estaba haciendo. Quería que jugaran su propio juego.

La semana pasada fui de paseo a la Biblioteca Presidencial Kennedy en Boston, Massachusetts. Una de las citas que tienen ahí me llamó la atención. John F. Kennedy dijo, “A menudo el gran enemigo de la verdad no es la mentira, que es deliberada, artificiosa y deshonesta, sino el mito, que es persistente, persuasivo e ilusorio”.

En la cultura moderna, este es el mito que se celebra: se trata de una persona capaz, motivada, que quiere ganar y ser popular. A esta persona se le ha recompensado por su voluntad de asumir todo reto, de aceptarlo todo y asegurarse de lograrlo todo. Cree que hacer más es mejor que hacer menos. A este tipo de persona yo le llamo un No-esencialista.

Sin embargo, hay un nuevo héroe en nuestra historia. Esta persona se pregunta, “¿Qué es lo esencial?” y está dispuesto a eliminar todo lo demás. Le dice no a las actividades menos importantes para poder entregarse por completo a las pocas cosas que en realidad importan. Es un sendero que exige coraje. Es posible que requiera renunciar a la popularidad a corto plazo para alcanzar el respeto a largo plazo. También trae consigo una mayor sensación de control e incluso dicha. Pero, como beneficio añadido, también parece ser lo que distingue a las personas exitosas de las personas muy exitosas.

En colaboración con LinkedIn.

Autor: Greg McKeown es autor superventas del New York Times.

REUTERS/ Catherine Benson.

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