La desigualdad entre las principales prioridades de la agenda
El mes pasado se me invitó a copresidir la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos con el fin de abordar este creciente problema y principal reto de nuestro tiempo. Fue una oportunidad única para trasladar las preocupaciones de las personas con las que Oxfam trabaja en los países más pobres del mundo a un evento sinónimo de “élite mundial”.
Mi propósito era mostrar la cruda realidad a algunas de las personas más ricas y poderosas del mundo: actualmente, 80 personas poseen tanta riqueza como los 3.500 millones de personas más pobres del mundo. Quería llamar la atención sobre las consecuencias que la desigualdad económica extrema tiene sobre las personas más pobres de todo el mundo e instar a pasar de la preocupación a la acción para acabar con ella.
Desde Oxfam creemos que si nos aseguramos de que las personas más ricas paguen los impuestos que les corresponden, de que se acaba con el trabajo y los salarios precarios, y de que se invierte en servicios públicos, gratuitos y de calidad para todas las personas, podremos empezar a hacer avances en la lucha contra la desigualdad. Todas estas medidas se incluyeron en nuestro informe Iguales que se publicó en octubre y que las evidencias más recientes han respaldado. Publicado justo antes de la reunión anual del Foro Económico Mundial, en el informe advertíamos de que si no se combate la desigualdad, en 2016 el 1% más rico de la población poseerá más riqueza que el 99% restante, mientras una de cada nueve personas no tendrán lo suficiente para comer y más de mil millones de personas todavía vivirán en la pobreza extrema.
La desigualdad entre las principales prioridades de la agenda de Davos.
¿Logramos transmitir el mensaje? Me enorgullece decir que, gracias al gran esfuerzo de Oxfam a nivel mundial, conseguimos situar la desigualdad entre las principales prioridades de la agenda de Davos.
Aparecimos en titulares y en columnas periodísticas de todo el mundo y obtuvimos una amplia cobertura televisiva a lo largo de la reunión anual.
Gracias al increíble apoyo que Oxfam recibe a través de las redes sociales, fui, junto a Bill Gates y Arianna Huffington, una de las diez personas más influyentes de Davos, según los usuarios de las redes sociales.
Al tiempo que se celebraban reuniones de alto nivel en las que participaban Christine Lagarde del FMI, Jim Yong Kim del Banco Mundial y Donald Kaberuka del Banco Africano de Desarrollo, recibimos palabras de apoyo de todo el espectro político de Davos, así como de algunos de nuestros embajadores internacionales como Angelique Kidjo y Chris Martin. Algunas de las conversaciones que tuve fueron cordiales y otras, tal y como cabe esperar en un evento semejante, duras. Pero cada vez que voy a Davos veo como cada vez más miembros de la élite mundial se dan cuenta de que la desigualdad extrema es un problema de todos.
Nuestra participación fue fructífera, pero no es más que el principio de la campaña de Oxfam para luchar contra la desigualdad.
Ahora seguiremos buscando soluciones para combatir la injusticia que genera la desigualdad extrema y nuestra primera prioridad será asegurarnos de que las empresas pagan los impuestos que les corresponden. En los últimos meses, la prensa de todo el mundo se ha hecho eco de los abusos fiscales de grandes empresas como Apple o Amazon.
Cuando las normas fiscales son injustas, la desigualdad crece.
Las empresas ganan más dinero cuantos menos impuestos pagan y esos beneficios hacen que las personas más ricas se hagan aún más ricas. Al mismo tiempo, cuando las empresas no pagan lo que les corresponde, los Gobiernos se ven desprovistos de unos fondos vitales para reducir la pobreza mediante la provisión de servicios como escuelas y hospitales; unos servicios que son esenciales para cerrar la brecha entre ricos y pobres y erradicar de una vez por todas la pobreza extrema. Oxfam estima que los países en desarrollo pierden por lo menos 100.000 millones de dólares cada año como consecuencia de los abusos fiscales de las grandes empresas.
Pero centrarnos en las empresas multinacionales que evaden y eluden impuestos no es suficiente. Este problema es mucho más grave que unas pocas “manzanas podridas”. Nuestro objetivo ha de ser el propio sistema que permite que las empresas usen su poder e influencia para evitar pagar lo que les corresponde. Y para arreglar el sistema fiscal internacional, para evitar que las empresas evadan y eludan los impuestos que les corresponden y para proporcionar a los Gobiernos los recursos necesarios para combatir la pobreza y la desigualdad se necesita un proceso ambicioso, inclusivo y de gran alcance.
Por esta razón, Oxfam hace un llamamiento a que se celebre una Cumbre Fiscal Mundial donde se invite a participar a todos los países y se antepongan los derechos y las necesidades de la ciudadanía a los beneficios de los gigantes corporativos. Creemos que esto debe ser un punto primordial de la agenda de la conferencia sobre financiación que se celebra este año en Addis Abeba, donde todos los países planean reunirse para hablar sobre financiación del desarrollo. Los países en vías de desarrollo deben tener una participación igualitaria en las negociaciones sobre el sistema fiscal internacional. Su capacidad para reducir la pobreza y acabar con la desigualdad depende de ello. No puede haber un sistema fiscal internacional justo sin un proceso de rediseño justo. Este proceso debe comenzar por una Cumbre Fiscal Mundial realmente inclusiva que tenga lugar como parte de la conferencia sobre financiación para el desarrollo de este próximo julio en Addis Abeba.
Davos fue el principio de un debate franco y robusto. Espero que en 2015 veamos progresos reales.
Este artículo se publica en colaboración con Oxfam .
La publicación no implica reconocimiento de puntos de vista por el Foro Económico Mundial.
Autora: Winnie Byanyima es Directora Ejecutiva de Oxfam Internacional.
Imagen: REUTERS/Khaled Abdullah
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