¿Cómo podemos mejorar la igualdad de género en Japón?
En 2012, fui elegida como Alcalde de Otsu, Japón; una ciudad con 342.000 residentes. Tal vez sorprenda a algunos saber que, a los 36 años, fui la mujer más joven en ser elegida alcalde de una ciudad japonesa.
La estadística es menos sorprendente cuando uno nota que solo el 1 % de los alcaldes de Japón son mujeres. Además, solo el 11 % de los miembros de la Dieta Nacional y el 7 % de los ejecutivos corporativos son mujeres. Aunque reconozco que pueden encontrarse estadísticas similares en todo el mundo, es raro ver tales cifras dentro de los Estados miembro de la OCDE.
En parte como reconocimiento de la brecha estadística en la igualdad de género, el Primer Ministro Shinzo Abe recientemente impulsó leyes relacionadas con los derechos de las mujeres. Si bien soy una partidaria entusiasta de tales medidas nacionales, una de las principales razones por las que decidí involucrarme en la política local es que me di cuenta de que los cambios más directos y significativos ocurren a nivel regional y local.
Una terrible elección para las mujeres
Sorprendentemente, el 60 % de las mujeres japonesas dejan de trabajar luego de tener su primer hijo. Una de las principales causas de este exilio laboral es el estado del sistema de cuidado de niños de Japón. Las restricciones a la inmigración han limitado la cantidad y asequibilidad de los prestadores de servicios de cuidado de niños en el hogar en Japón. La mayoría de las mujeres que deciden continuar trabajando luego del nacimiento de sus hijos se ven forzadas a buscar una vacante codiciada en una guardería para sus recién nacidos. En abril de 2014, cerca de 21.000 familias japonesas no pudieron encontrar una guardería que admitiera a sus hijos.
He visto a muchas de mis amigas luchar entre el trabajo y los niños, y esta dicotomía ha creado básicamente un escenario en el que las mujeres deben elegir entre una cosa o la otra. Esta horrible decisión conduce a otros dos problemas muy graves: disminución de la población y escasez de la mano de obra. Para ilustrar este punto, la población de Japón ha estado disminuyendo desde 2011, y la tasa de fecundidad total de Japón fue de 1,43 hijos por mujer en 2013.
Desde que me convertí en alcalde de Otsu, he dedicado gran parte de mi energía a mejorar los programas de cuidado de niños y a alentar a las mujeres a no dejar sus trabajos. En este sentido, he aumentado los subsidios de la ciudad para las guarderías privadas y trabajé exitosamente en pos de la construcción de 20 guarderías nuevas con capacidad para cerca de 1.500 niños. Como resultado, los padres han tenido un mejor acceso a los servicios de cuidado de niños. Recientemente, la tasa de natalidad ha aumentado en mi ciudad.
Además, deberían realizarse esfuerzos para alentar a los hombres japoneses a que participen en la crianza de los niños. Mientras trabajaba como abogada en una empresa en Nueva York en 2010, uno de mis compañeros de trabajo varón me dijo que se tomaría una licencia parental por un año. Me sorprendió escuchar esto, ya que nunca había escuchado que alguno de mis colegas varones en Japón se tomara esta licencia.
Legalmente, tanto los hombres como las mujeres pueden tomarse una licencia parental y, últimamente, muchos hombres japoneses desean pasar más tiempo con sus hijos. A pesar de esto, sin embargo, solo el 2 % de los empleados varones se tomó una licencia parental en 2013 en todo Japón. Probablemente, esto se deba a que aún existe una expectativa cultural muy arraigada de que solo las mujeres se toman dicha licencia, y a muchos empleados varones les preocupa que tomar esta licencia pueda afectar negativamente su carrera profesional.
Incentivos monetarios
En parte como un intento por desafiar estas tradiciones culturales, recientemente lancé una nueva iniciativa que da incentivos monetarios a los ciudadanos varones que deciden tomar la licencia parental. Por otra parte, a partir de abril, se alentará enfáticamente a todos los empleados varones del ayuntamiento de la ciudad a tomarse una licencia parental cuando sus esposas den a luz.
No obstante, como mujer en política, desafortunadamente no me sorprende ser la única mujer en la sala durante la mayoría de las reuniones. Tengo esperanzas de que los cambios de políticas, como los que detallé anteriormente, confluirán para modificar el desglose por géneros en las salas de reuniones y en los centros gubernamentales de Japón. Quisiera desempeñar mi rol para convertir a mi ciudad en el mejor lugar para que los hombres y las mujeres puedan ocuparse de sus familias mientras trabajan. Un cambio en Otsu redundará en el fortalecimiento de las voces japonesas que luchan en pos de la igualdad de género en toda la nación. Un cambio de política a nivel local puede, por consiguiente, afectar al país entero.
Autor: Naomi Koshi es Alcalde de Otsu, Japón.
Imagen: REUTERS/Yuya Shino
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