¿Estamos ganando la batalla contra el desempleo mundial?
Siete años después del comienzo de la Gran Recesión, la tasa de desempleo mundial ha vuelto al nivel previo a la crisis: se redujo al 5,6% en 2014; básicamente al mismo nivel que en 2007, un año antes de la recesión (gráfico 1, panel de la izquierda).
Esta reducción es una buena noticia, pero es demasiado pronto para poder decir “misión cumplida”. Entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la tasa de desempleo promedio se mantiene muy por encima del nivel registrado antes de la recesión, lo que contrasta fuertemente con el nivel de los países que no pertenecen a este organismo (gráfico 1, panel de la derecha).
Además, el nuevo índice mundial de empleo muestra que el crecimiento del empleo mundial sigue siendo lento y se mantiene a un ritmo anual de alrededor del 1,5%, nivel considerablemente inferior a las tasas anuales de crecimiento del empleo de 2%–2½% registradas antes de la crisis (gráfico 2).
Este índice se utiliza para calcular estimaciones trimestrales de los niveles de empleo de 64 economías grandes y agregarlas en un total mundial. Los países incluidos en el índice representan alrededor del 95% del PIB mundial y del 80% de la fuerza de trabajo mundial. En el caso de los países sobre los que no se dispone de datos trimestrales de empleo, los niveles de empleo se obtienen estimando las relaciones históricas entre el empleo y el crecimiento.
Este índice muestra que el empleo mundial ha crecido en alrededor del 9% —lo que se traduce en 208 millones de nuevos empleos— desde el punto más bajo de la recesión. Por lo tanto, las cosas han mejorado, pero el ritmo de creación de empleo no ha vuelto a los niveles registrados antes de la crisis.
Este índice puede utilizarse para tomar el pulso de los mercados de trabajo mundial a intervalos más regulares que hasta ahora. Si bien los mercados financieros son objeto de un seguimiento continuo, los datos sobre el empleo —lo que para la mayoría de las personas es mucho más importante— no suelen estar disponibles trimestralmente porque muchos países no declaran datos sobre el empleo de manera puntual.
El empleo y el crecimiento son inseparables
La elaboración del índice resuelve un problema —la falta de datos puntuales sobre empleo—dado que se basa en el hecho de que la creación de empleo generalmente sigue la evolución del crecimiento global de la economía. Tanto en los países miembros de la OCDE como en los que no pertenecen a este organismo, la relación entre empleo y crecimiento se ha mantenido sólida durante la Gran Recesión.
El panel de la izquierda del gráfico 3 muestra el fuerte vínculo entre empleo y crecimiento del producto durante los años de la Gran Recesión entre 2008 y 2010 inclusive. En los países cuya economía creció (como Singapur, Israel y Australia, que figuran en el cuadrante superior de la derecha), el empleo también creció. En aquellos países cuyo producto se redujo (como en España e Irlanda, que figuran en el cuadrante inferior de la izquierda), el empleo también se redujo.
Se ha mantenido una relación similar durante la desigual recuperación mundial entre 2011 y el día de hoy. Los países cuyo crecimiento se ha recuperado también han registrado un aumento del empleo. La economía estadounidense, por ejemplo, creció a una tasa anual de casi el 5% en los dos trimestres intermedios de 2014, el ritmo más rápido en más de una década. Como consecuencia, los empleadores estadounidenses contrataron a casi 3 millones de trabajadores adicionales en 2014, la cifra máxima en 15 años.
En algunos países europeos, el PIB real siguió cayendo en 2010-14 y también el empleo. Como consecuencia, el desempleo en esta región sigue siendo alarmantemente elevado —de alrededor del 25% en Grecia y España, más del 14% en Portugal y del 11,5% en la zona del euro en su conjunto. La tasa de desempleo juvenil se mantuvo en una tasa sin precedentes del 23% en la zona del euro a mediados de 2014.
Redoblar los esfuerzos
Es demasiado pronto para decir que la economía mundial se está estancando en un ritmo más lento de crecimiento del empleo. Sin duda, el crecimiento muy débil del empleo en la Unión Europea, que representa casi el 25% del PIB mundial, es un factor. También lo es la desaceleración del crecimiento económico en China, cuyo ritmo de expansión del PIB se ha desacelerado de más del 10% a mediados de la última década hasta alrededor del 7% actualmente; de hecho, la desaceleración del crecimiento en China es una de las razones principales del deterioro del índice mundial de empleo en los últimos 18 meses.
Los países necesitan una combinación de políticas para estimular la demanda y la oferta agregadas a fin de acelerar el crecimiento del empleo, como se argumenta en un artículo anterior.
En términos generales, en las economías avanzadas, la política monetaria debería seguir respaldando la recuperación de la demanda, y las políticas adoptadas para reducir la deuda pública deben ser tan favorables al crecimiento como sea posible.
Los mercados emergentes, donde están cediendo las tasas de crecimiento previas a la crisis, deben abordar principalmente problemas estructurales fundamentales, que varían de un país a otro, desde eliminar los cuellos de botella en el sector de la energía hasta llevar a cabo reformas en los mercados de trabajo y de productos. En muchos países, resulta muy aconsejable incrementar la inversión pública en infraestructura, la cual proporcionaría un estímulo a la demanda a corto plazo y además ayudaría a elevar la oferta (es decir, el producto potencial) a largo plazo.
En resumen, la caída del desempleo mundial es una buena noticia, pero es preciso redoblar los esfuerzos para impulsar el crecimiento, lo cual, a su vez, ayudará a absorber la creciente fuerza de trabajo mundial en el mercado laboral.
En colaboración con Diálogo a fondo.
Autor: Prakash Loungani es asesor del Departamento de Estudios del FMI.
Imagen: REUTERS/Albert Gea
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