El combate contra la resistencia antimicrobiana
En diciembre, informé sobre los primeros resultados a los que arribó la Revista sobre la Resistencia a los Antimicrobianos, que yo presido. Las noticias no fueron buenas: las infecciones resistentes ya cobran más de 700.000 vidas cada año. A menos que se tomen medidas, para el año 2050, la resistencia antimicrobiana matará a diez millones de personas cada año – más que la cantidad de personas que al presente mueren de cáncer en un año. También tendrá un costo acumulado de al menos 100 millones de millones de dólares, más de 1,5 veces el PIB mundial anual de hoy en día.
No estamos haciendo lo suficiente para combatir este peligro. El mundo necesita urgentemente nuevos medicamentos para reemplazar a aquellos antibióticos, regímenes antipalúdicos, medicamentos antirretrovirales contra el SIDA y el VIH, y tratamientos para la tuberculosis que están perdiendo efectividad. No obstante, no se invierte lo suficiente en investigación y desarrollo. Es fundamental que encontremos nuevas fuentes de financiación para apoyar a los investigadores académicos y a las pequeñas empresas cuyos descubrimientos están sentando las bases para los medicamentos del mañana.
Por esta razón estoy convocando a los donantes internacionales – tanto a los filántropos como a los donantes gubernamentales – para que trabajen con la Revista sobre la Resistencia a los Antimicrobianos con el fin de crear un nuevo fondo para apoyar la I+D en esta importante área. El fondo proporcionará subvenciones para realizar trabajos en ciencia básica, también llamada “blue-sky science”, y actuará como una incubadora sin fines de lucro para los descubrimientos prometedores. En los próximos meses, la Revista estará trabajando en los detalles sobre cómo este fondo podría funcionar de forma eficaz.
El problema es sencillo y directo: a pesar de cuán valiosos pudiesen ser los avances científicos, se necesita mucho trabajo para convertirlos en medicamentos comercializables. Y, debido a que los antibióticos producen generalmente una rentabilidad baja, e incluso a veces negativa, sobre la inversión para los fabricantes farmacéuticos que los desarrollan, muchas empresas y fondos de capital riesgo se alejan de dichas inversiones. La Revista está considerando maneras de alinear más estrechamente los incentivos financieros para el desarrollo de nuevos fármacos antimicrobianos con el verdadero valor social de estos medicamentos.
Sin embargo, el tiempo es esencial. Se tarda décadas en descubrir y desarrollar nuevos medicamentos. Incluso si fuésemos a arreglar hoy todos los problemas en la línea de desarrollo, transcurrirían al menos otros diez años antes de que los primeros antibióticos nuevos se encuentren disponibles para su comercialización. En los próximos meses, la Revista hará recomendaciones con respecto a los incentivos de mercado para el desarrollo de nuevos antibióticos y la búsqueda de posibles alternativas – tales como las vacunas – al uso de estos fármacos en la agricultura. La Revista también destacará enfoques innovadores para abordar la resistencia.
En su documento más reciente, la Revista ha identificado medidas específicas que podrían proporcionar un punto de partida para la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos. La primera es la creación del fondo de innovación para apoyar la investigación temprana. Además de proporcionar dinero a los esfuerzos por desarrollar nuevos fármacos, el fondo debería fomentar la investigación sobre herramientas de diagnóstico, métodos de vigilancia, técnicas para retardar el desarrollo de la resistencia, y estudios sociales y económicos de la conducta del consumidor. Este tipo de investigación básica es el lugar donde comienza la innovación médica, y no es necesario que los montos involucrados sean enormes para marcar una diferencia significativa.
También debemos invertir más en las personas que van a resolver el problema. La evidencia parece mostrar que los científicos y médicos jóvenes son reacios a entrar en los campos relacionados con la resistencia a los antimicrobianos. Tenemos que cultivar la próxima generación de académicos, científicos, trabajadores de hospitales y técnicos farmacéuticos.
Los gobiernos, por su parte, deben trabajar en estrecha colaboración con las empresas que producen herramientas de diagnóstico y técnicas de vigilancia y que apoyan a las tecnologías útiles a medida que estas se desarrollan. Es esencial que los países trabajen juntos para obtener una mejor comprensión de cómo se utilizan los antimicrobianos en todo el mundo.
Y, finalmente, tenemos que desarrollar nuevos tratamientos que utilizan dosis y combinaciones alternativas de fármacos existentes. Del mismo modo, debemos reconsiderar posibles medicamentos que nunca llegaron al mercado a causa de los efectos secundarios, medicamentos que en la actualidad podrían ser considerados como seguros.
En los próximos meses, voy a viajar a la India y China para discutir la resistencia a los antimicrobianos con empresas y formuladores de políticas de alto nivel. Estos dos países son particularmente vulnerables. Hasta el año 2050, la resistencia a los antimicrobianos podría imponer un costo económico acumulado de 20 millones de millones de dólares a China – equivalente a alrededor de dos años de su PIB actual. Aún más preocupante es que para dicho entonces China podría estar perdiendo un millón de personas por año por causa de las bacterias y microbios resistentes. En la India, la cifra de muertos podría alcanzar los dos millones por año.
Estadísticas como éstas son las que me han llevado a concluir que la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos debe ser colocada en un puesto prioritario en la agenda del G-20. Tengo la esperanza de que China, cuando asuma el liderazgo del G-20 en el año 2016, juegue un papel constructivo en este sentido.
Una solución a la resistencia a los antimicrobianos no tiene por qué ser costosa. Es probable que cueste al mundo mucho menos del 0,1% del PIB mundial. Al sopesar este costo frente a la alternativa –$100 millones de millones de producción perdida en el año 2050 y diez millones de vidas perdidas cada año – queda claro que es una de las inversiones más sabias que podemos hacer.
Jim O´Neill Ex presidente de Goldman Sachs Asset Management. Actualmente es profesor honorario de economía en la Universidad de Manchester.
Con la colaboración de Project Syndicate.
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