Enfermedades sin fronteras

El mundo actual parece enfrentarse a más riesgos que nunca. Los efectos cada vez más visibles del cambio climático, las crecientes tensiones geopolíticas, las crisis y colapsos de los estados, las oportunidades económicas desiguales o inadecuadas y la propagación de enfermedades infecciosas (por nombrar solo algunas de las amenazas de mayor perfil) han creado un ambiente de gran incertidumbre. ¿Será 2015 el año en que estos riesgos se hagan realidad o el momento en que los líderes se reúnan para desarrollar estrategias reales que los puedan mitigar?

Esta semana participaré en encuentros con líderes de los negocios, los gobiernos, la política, las artes y el ámbito académico en el Foro Económico Mundial (FEM) de Davos, Suiza, para hablar de los riesgos a los que se enfrenta el mundo. Por supuesto, no será fácil distinguir los retos que merecen más atención.

Y en ese punto pueden ser de ayuda los informes de Riesgos Globales del FEM. Recogiendo las perspectivas de cerca de 900 expertos y autoridades de todo el mundo que participan en la encuesta de percepciones de riesgos globales del FEM, el informe de este año reveló que por primera vez en sus diez años de historia, los riesgos económicos están pasando a segundo plano frente a las preocupaciones ambientales y geopolíticas.

Específicamente, los participantes consideraron que, en términos de probabilidades, el mayor riesgo que enfrenta el mundo en 2015 son los conflictos entre estados con consecuencias regionales, con los fenómenos meteorológicos extremos en segundo lugar. En términos de consecuencias, los mayores riesgos serían las crisis del agua y la propagación de enfermedades infecciosas.

Por supuesto, lo importante no es meramente subrayar el nivel de peligro al que se enfrenta el mundo hoy en día. Al resaltar los riesgos que los expertos perciben como mayores, el informe destaca importantes oportunidades para actuar. Según Klaus Schwab, fundador del FEM, 2015 puede ser un “año que marque el destino de la humanidad”. En efecto, si los líderes globales (procedentes de un amplio espectro que abarque a organizaciones multilaterales, gobiernos, el sector privado y grupos de la sociedad civil) aprovechan las oportunidades de colaborar más estrechamente, será posible desactivar antes de que estallen ciertos riesgos que han estado acechando por largo tiempo.

Un área en que la colaboración coordinada puede marcar una gran diferencia es la propagación de enfermedades infecciosas. En el encuentro en Davos las autoridades debatirán la creación de un nuevo fondo de emergencia para las pandemias globales que permita a los países responder con rapidez a las crisis que ocurran dentro de sus fronteras, poniendo a su disposición los fondos necesarios para ello.

Para entender lo necesario que es esto, basta con mirar la actual pandemia del ébola, que ha asolado las sociedades de África occidental, matando a miles de personas y cambiando radicalmente las vidas de muchas más. Se habría podido hacer mucho para contener el virus de haberse tomado medidas rápidas y decididas, pero la respuesta internacional fue tardía e inadecuada.

De hecho, transcurridos seis meses después del comienzo de la crisis, apenas 30 grupos de respuesta médica trataban y cuidaban a los pacientes en Guinea, Liberia y Sierra Leona. La carencia de trabajadores, instalaciones e insumos sanitarios impidió que muchas personas recibieran tratamiento y permitió que el virus siguiera propagándose.

El temor a la aparentemente inexorable propagación de la enfermedad obstaculizó el comercio, la actividad comercial y la libertad de movimiento en los países afectados. En diciembre, el Banco Mundial rebajó sus estimaciones de crecimiento para estas economías, que antes crecían con rapidez y que ahora se espera que pierdan $1,6 mil millones de dólares en ingresos en 2015.

Con el fin de estar mejor preparados para hacer frente a futuras pandemias, el mundo debe invertir ahora en el fortalecimiento de sistemas de salud pública, el impulso a la capacidad de prevención de enfermedades de los países en desarrollo y la creación de instrumentos de financiación nuevos y flexibles. Un fondo mundial de emergencia pandémica podría movilizar recursos públicos y privados y adelantar la financiación, de modo que cuando surja una emergencia sanitaria mundial, la financiación pueda dar una respuesta inmediata y proporcional al problema. Como ha demostrado la crisis del ébola, recolectar dinero una vez que la pandemia ha ganado terreno es demasiado lento y conlleva enormes costos económicos y, sobre todo, humanos.

Un recurso global de este tipo podría sustentar el desarrollo de una estrategia integral para dar respuesta ante el próximo brote, incluyendo un plan para poner rápidamente en terreno a los trabajadores y los insumos sanitarios. Incluso podría servir de señal de mercado para los fabricantes de vacunas y medicamentos.

El informe de Riesgos Globales del FEM hace hincapié en la necesidad de contar con planes sólidos para enfrentar la amenaza de las pandemias. Esto es especialmente urgente en vista del rápido crecimiento de las ciudades y los asentamientos informales -donde las enfermedades infecciosas pueden propagarse más fácilmente- en los países en desarrollo. Tenemos que empezar a desarrollar esos planes ahora. Después de todo, no sabemos cuándo ocurrirá la próxima pandemia.

No podemos acabar con el riesgo global. Sin embargo, podemos hacer que nuestras economías y sociedades se vuelvan más resistentes y, por lo tanto, tengan una mayor capacidad de minimizar el impacto de las amenazas que enfrentamos. En este sentido, iniciativas con visión de futuro como el fondo mundial de emergencia pandémica son cruciales para hacer del mundo un lugar más seguro para todos.

En colaboración con Project Syndicate.

Autor: Jim Yong Kim es el presidente del Grupo del Banco Mundial. 

Imagen: REUTERS/James Giahyue

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