¿Cómo será el ‘intercambio entre ciudades’ en 2015?
El mes pasado, después de hacer una presentación ante el gobierno griego y los hoteleros acerca de la economía compartida o de intercambio y el futuro del turismo sostenible, me encontré ante una audiencia que se sentía incómoda: algunas personas estuvieron siseando durante mi presentación y nadie se acercó a hablar conmigo durante el receso.
No obstante, al día siguiente la prensa estaba entusiasmada, aplaudiendo no sólo el potencial transformador de la economía de intercambio, sino también el liderazgo de Grecia por haber puesto el tema en primer plano. Además, los líderes municipales a quienes conocí en persona también estaban muy entusiasmados. Este cambio de tono –a veces de la noche a la mañana, con frecuencia continuo y difícil de predecir– es de muchas maneras indicativo de la opinión en rápida evolución de las ciudades en torno al tema de la economía de intercambio en todo el mundo.
La economía de intercambio no es una panacea para todos los problemas mundiales. Tiene sus controversias. A pesar de eso, es una herramienta increíblemente poderosa que les permite a las personas, a las compañías y a las comunidades por igual hacer más con lo que tienen. Proporciona nuevas y flexibles oportunidades para la generación de ingresos, ahorro en el gasto, consumo sostenible y valor social.
Con miras al futuro, yo veo la economía de intercambio volviéndose una parte importante del nuevo contexto mundial en 2015. En el sector privado, esto significa el crecimiento de las compañías, la participación de personas y empresas, mayores ofertas (como los seguros y una gama de servicios logísticos) y (sí) también fracasos. En el sector público, esto podría significar un incremento en el intercambio de y por las ciudades: más intercambio entre los residentes, más participación directa de las ciudades (¿más ciudades crearán sus propias aplicaciones?), así como progreso importante en la reforma política.
Cuando de la economía de intercambio se trata, las ciudades se están volviendo más:
• Comprensivas: Portland, Oregón anunció su programa de colaboración Ciudad Compartida con Airbnb el año pasado y ha adoptado medidas proactivas para hacer posible la economía de intercambio. También es la primera ciudad del mundo en persuadir a Uber de cesar sus operaciones en la ciudad por un periodo de tres meses mientras evaluaba opciones de políticas. (Hay que recordar que Uber no se identifica como actor de la economía de intercambio. Portland lo sabe; el público también debería saberlo.)
• Ingeniosas: Seúl, en Corea del Sur, lanzó su iniciativa de Ciudad Compartida en 2013, la cual continúa creciendo. La ciudad no sólo ha permitido los negocios de intercambio, sino que también está empleando sus activos subutilizados en el uso compartido. Por ejemplo, Seúl ha abierto más de 900 espacios para que los residentes los usen con fines creativos y productivos, desde conjuntos musicales hasta la práctica de yoga. En menos de un año, más de 23,000 grupos usaron dichos espacios, dándole paso a un enorme valor social durante el proceso.
• Participativas: Varias ciudades en Europa, entre ellas Ámsterdam y Milán, han lanzado plataformas para la economía de intercambio, agendas de investigación y consultas públicas. Dichas ciudades están evaluando proactivamente de qué manera el gobierno local puede apoyar los deseos, necesidades y aspiraciones de sus residentes. Una amplia gama de actividades se encuentra bajo consideración, como cambios para abrir la contratación pública para que incluya plataformas de economía de intercambio, hacer un inventario de los activos de la ciudad e informar al público acerca de las ofertas de intercambio locales.
• Defensivas: Un puñado de ciudades –particularmente Barcelona– se están resistiendo. A pesar de que se entiende el deseo de promover el crecimiento de la economía local (razón que se articula como una forma de resistencia), es cada vez más difícil justificar la mano dura que favorezca a los operadores tradicionales.
• Y no son sólo las ciudades. El gobierno del Reino Unido recientemente comisionó una evaluación independiente de la economía de intercambio con el objetivo de hacer del Reino Unido la capital europea del intercambio. Las recomendaciones describen un plan de acción para los legisladores nacionales. También estamos viendo esfuerzos a nivel regional, como en Kirklees (un distrito en Yorkshire, Inglaterra), uno de los cinco ganadores de la UE del Desafío a los Alcaldes de Bloomberg, gracias a sus planes para integrar la economía de intercambio en todo el distrito.
A pesar del progreso y el ímpetu en muchos lugares, queda todavía un largo camino por recorrer para que las ciudades puedan en verdad dar paso a los máximos beneficios de la economía de intercambio. En particular, las ciudades deben:
• Desarrollar una visión de la economía de intercambio: A pesar de que algunas ciudades están avanzando con determinación y comprenden la importancia de la economía de intercambio –y cómo puede ayudarles a alcanzar los objetivos municipales– la mayoría de las ciudades están haciendo muy poco. Estas ciudades no sólo están desperdiciando beneficios, sino que también corren el riesgo de quedarse rezagadas. Además, muchas ciudades todavía tienen que familiarizarse con la economía de intercambio como herramienta para la planificación urbana inteligente.
• Conectar y colaborar: Sigue siendo algo extremadamente raro que las ciudades se conecten entre sí y aprendan de sus experiencias mutuas respecto a la economía de intercambio. No hay manera fácil de hacer esto: ninguna red, plataforma de aprendizaje ni ningún otro mecanismo por medio del cual se puedan facilitar estas relaciones directamente. Las redes de las ciudades que existen para otros propósitos (como la C40 para el cambio climático o la iniciativa Bloomberg Cities para la innovación cívica) podrían ser buenos lugares para comenzar, pero todavía tienen que adoptar la oportunidad de la economía de intercambio.
• Utilizar la tecnología al máximo: Las ciudades podrían beneficiarse de la economía de intercambio al facilitar algunos de sus recursos –desde espacios públicos hasta equipo y flotillas de vehículos– para el uso compartido. Proveedores como MyTurn y NearMe ofrecen soluciones de etiqueta blanca (plataformas para la economía de intercambio) que se pueden adaptar para las municipalidades, haciendo de esto algo fácil.
• Participar con las compañías de la economía de intercambio: Las ciudades y los legisladores tienen mucho que ganar al trabajar con esas compañías de la economía de intercambio que tienen como objetivo el impacto social, que buscan construir una comunidad y ven a los legisladores como potenciales aliados más que enemigos. Por ejemplo, el equipo de formulación de políticas de Airbnb contacta a gobiernos locales en muchos mercados y en múltiples ocasiones ha dicho que desea colaborar para desarrollar políticas adecuadas para nuevos modelos de negocios.
La economía de intercambio representa una gran oportunidad para los líderes del sector público, para los legisladores creativos y para las compañías visionarias, deseosos todos de contribuir a las comunidades a las que sirven. Es hora de ir más allá del debate binario acerca de las reglas obsoletas. No estamos atascados con la opción de regular las plataformas de la economía de intercambio como proveedores tradicionales o no regularlas del todo. En lugar de eso, los líderes deberían poner atención a las necesidades de las ciudades actuales, reconocer cómo la economía de intercambio puede ayudar a alcanzar los objetivos de dichas ciudades, y desarrollar reglas para maximizar ese potencial, a la vez que habilitan nuevas maneras de hacer que los negocios con valor social puedan prosperar.
El año 2015 será importante para la economía de intercambio, para las ciudades y para el nuevo contexto global. Davos proporciona un foro ideal para catalizar estas oportunidades, así como un cambio de tono de conversación, como los griegos lo hicieron durante mi estancia de tres días en Atenas.
Autora: April Rinne es experta en economía de intercambio y una de los Jóvenes Líderes Globales del Foro Económico Mundial
Imagen: REUTERS/Nicky Loh
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