Respecto al futuro de la salud, hay que pensar más allá de los hospitales

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Existe una bien comprendida correlación que dice que, a medida que la economía de un país mejora, también la salud de sus ciudadanos mejora. Lo que puede ser menos obvio es que lo contrario también es cierto: mejorar la salud de los ciudadanos de una nación puede tener resultados directos en el crecimiento económico, pues habrá más personas capaces de llevar a cabo actividades eficaces en sus lugares de trabajo.

La salud representa un desafío para todas las naciones. En un estudio del Pew Research Center, un promedio del 85% de los encuestados creen que la salud es un problema en su país. Los sistemas de salud pública eficaces son esenciales para proporcionar atención a los enfermos, y para instituir medidas para promover el bienestar y prevenir las enfermedades. El consumo de tabaco, por ejemplo, es una de las más grandes plagas a las que nos enfrentamos. Al trabajar en el combate a enfermedades como el cáncer de pulmón y las afecciones cardiacas, tenemos que combatir sus causas; hay una clara necesidad de campañas educacionales y otros mecanismos para evitar que las personas comiencen a fumar. Si el plan de mejorar la salud en una nación es simplemente construir unos cuantos hospitales más, eso no resolverá el problema.

En las economías desarrolladas, el envejecimiento de la población impone una gran carga en las redes de salud. En las naciones en vías de desarrollo, la falta de recursos o una inadecuada infraestructura representan desafíos independientes. En la actualidad, los Institutos Nacionales de la Salud están combatiendo la crisis del ébola en África Occidental. Cuando uno presencia la devastación que esta enfermedad ha causado en la región, es claro que los sistemas de salud en esta parte del mundo no estaban preparados en lo absoluto para este enorme reto.

En muchos países de ingresos bajos o medianos, las enfermedades infecciosas son un enfoque principal. El VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria infligen mucho daño, tanto en pérdida de vida humana como en la disminución de la fuerza laboral. El Banco Mundial reporta que el 50% de los diferenciales del crecimiento económico entre las naciones en vías de desarrollo y las naciones desarrolladas se atribuyen a una mala salud y a una baja expectativa de vida. Entre más sanos estén los ciudadanos de un país, más eficaz será su fuerza laboral; entre mejor esté la salud de los niños, menor será el número de nacimientos, y por lo tanto menos los dependientes. Las vacunas y las estrategias preventivas para las enfermedades infantiles son de importancia clave.

Dicho esto, las enfermedades no transmisibles en los países en vías de desarrollo están en aumento. Estas son las enfermedades que generalmente asociamos con los países más ricos: cáncer, hipertensión, diabetes y afecciones cardiacas. Vamos a tener que ponerles mayor atención a estas enfermedades, y a su aparición en países donde tradicionalmente hemos pensado que las infecciones son la preocupación primordial.

Afortunadamente, la tecnología hace de la prevención, la detección y el tratamiento de dichas enfermedades algo más fácil. Con la creación de los expedientes médicos electrónicos, el tratamiento remoto y la habilidad de compartir información en línea, tenemos una gama de nuevas soluciones sanitarias disponibles, incluso en lugares de bajos recursos. El uso de tecnologías móviles para recabar y distribuir información ha ayudado de manera importante en la prevención y el tratamiento de enfermedades.

Recientemente tuve la oportunidad de hablar con Chen Zhu, el ex ministro de salud de China. Su país ha estudiado la evidencia de la relación salud-productividad y está votando con su cartera de manera dramática. China está aumentando su gasto en atención sanitaria y ha estado aumentando la investigación biomédica de un 20 a un 25% anual. A este ritmo, pronto China estará gastando más en esta área que Estados Unidos, y estamos hablando de gasto en dólares absolutos, no sólo como porcentaje del PIB. Los chinos creen que mejorar su capacidad de investigación es una fabulosa manera de consolidar su economía, y creo que tienen razón.

China está llevando a cabo un gran experimento, pero no todos los países tienen los recursos para hacerlo. No obstante, para los líderes nacionales con visión, y que tienen su vista en el futuro –no sólo en este año, sino en los próximos 10 o 20 años– valdría la pena ponerle atención al ejemplo de China. Invertir en la salud de los ciudadanos de una nación es una de las cosas más inteligentes que un líder puede hacer.

Contención del ébola

La situación en Estados Unidos no debería causar pánico: hay cero posibilidades de un brote no controladode grandes proporciones en Estados Unidos, debido a la existencia de un sistema público que puede rastrear y aislar a las personas expuestas al virus. Pero la situación en África Occidental es cada vez más grave, y ya ha habido miles de muertes. El mundo debe enfocar todos sus recursos en controlar el brote o cientos de miles de personas podrían morir.

La necesidad inmediata de atender el ébola en África Occidental es identificar a las personas infectadas, llevarlas a un centro de tratamiento y rastrear a las personas con quienes han estado en contacto a fin de evitar que la enfermedad se propague. También es de crucial importancia asegurarse de no tocar a las personas que han muerto debido a esta enfermedad y que las personas que limpien los cuerpos lo hagan siempre utilizando equipo protector, pues el riesgo de infección es muy alto.

En todo el mundo se están reuniendo recursos; Estados Unidos está haciendo del brote una prioridad principal, e incluso ha enviado al ejército a construir centros de urgencia necesarios. En los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos estamos trabajando con la Administración de Alimentos y Fármacos para romper récord y llevar una vacuna prometedora a ensayos clínicos, así como acelerar el esfuerzo para probar nuevos tratamientos. Pero la velocidad es crucial. Necesitamos todas las manos a la obra.

Panorama sobre la Agenda Global 2015

Autor: Francis Collins, M. D. , Ph.D. es el director de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).

Imagen: REUTERS/Chris Wattie.

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