Dios, el Internet y la interrupción de los negocios

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Esta semana 40 jóvenes líderes de la comunidad de Global Shapers del Foro Económico Mundial viajarán al Vaticano para acudir a una audiencia privada con el papa Francisco. Estarán ahí para responder una pregunta planteada por el Papa: ¿cómo podemos crear una nueva mentalidad global capaz de superar la exclusión social y económica?

Desde que recibí la invitación para la reunión en Roma me he estado preguntando: ¿por qué se invitó a 40 jóvenes y no a 40 directores ejecutivos importantes?¿Cómo puede un grupo de “mileniales”, dadas nuestras diversas nacionalidades y creencias religiosas, darle forma a un debate llevado a cabo en el centro del mundo católico?

Parte de la respuesta la encontré en línea. Desde principios de su mandato, el papa Francisco entendió el poder de las redes sociales e Internet. De hecho, al escribir sobre las comunicaciones y la conciencia global, se refiere a Internet como un regalo de Dios. La cuenta de Twitter en inglés Pontifex tiene casi 5 millones de seguidores, la aplicación papal (Pope App) se ha descargado más de 200,000 veces y todo mundo tiene acceso a su agenda completa en tiempo real.

Dadas las posibilidades que Internet le ha ofrecido a la atención pastoral del pontífice, consultar con los oriundos digitales es una táctica inteligente. Entre los 40 jóvenes que participarán en el Vaticano, muchos están ya amplificando la voz de los marginados por medio de dispositivos móviles o usando la tecnología para mejorar la participación democrática y documentar información acerca de los derechos humanos.

Interrupción divina

Una indicación de por qué el papa Francisco está interesado en esta reunión se puede encontrar en el  Evangeli Gaudium, un documento publicado en 2013 y en el cual se describen sus ideas sobre la reforma de la iglesia. En dicho documento, el Papa sugiere que los empresarios se vuelvan más caritativos. Va incluso más allá, cuestionando la idea del economista Milton Friedman de que “la única responsabilidad social de las empresas es aumentar sus ganancias”. Una sección dedicada a la economía y la distribución de ingresos dice: “Los negocios son, de hecho, una vocación, una noble vocación, siempre y cuando aquellos que los llevan a cabo perciban el reto de un significado más grande en la vida”.

El reto de superar la exclusión socioeconómica es demasiado grande para que los gobiernos, las organizaciones de caridad, las organizaciones sin fines de lucro y las agencias puedan hacerlo por su propia cuenta. El sector privado ha jugado un papel crucial al catalizar importantes avances en la salud, la ingeniería, las comunicaciones y la tecnología. Consciente de esto, el Papa sugiere que es hora de revisar el propósito de las empresas y replantearse los modelos de crecimiento.

Este concepto no es nuevo para los jóvenes, muchos de los cuales han tomado decisiones acerca de sus carreras más en base al significado de éstas que a los ingresos que puedan ofrecerles. Al entrar en diálogo con los líderes de la generación de mileniales, el papa Francisco está creando aliados naturales en el desarrollo de una nueva mentalidad empresarial. Miles de las compañías que les llaman la atención a los jóvenes tienen misiones sociales; muchas de ellas se han unido a un movimiento internacional de Corporaciones B: compañías que redefinen el éxito empresarial haciendo un compromiso público, y a menudo legal, con su misión social. De esta manera, ni los directores ni los accionistas se ven obligados a abandonar sus objetivos altruistas cuando las condiciones se vuelven difíciles. La visión a largo plazo es cambiar para siempre la razón de ser de las empresas en la sociedad. En 2014 en Davos, el Papa trató de dirigir a la comunidad empresarial hacia esta dirección, al decir: “Les pido que se aseguren que la riqueza le sirva a la humanidad y no que la gobierne”.

Ahora bien, virar hacia una mentalidad global en la que las empresas tengan una misión más allá que satisfacer a sus accionistas exige un gran salto. Es aquí donde el papa Francisco ha identificado el potencial de enfocarse en los líderes más jóvenes: al tener una trayectoria más corta, los líderes emergentes tienen menos que perder y por lo tanto una mente más abierta respecto a reestructurar la manera en la que el sector privado está constituido. En su manifiesto de 2013, el pontífice les recordó a sus seguidores: “Los jóvenes nos convocan hacia una esperanza renovada y amplia, pues ellos representan nuevas direcciones para la humanidad y nos abren hacia el futuro, y nos advierten sobre el riesgo de aferrarnos a una nostalgia por las estructuras y costumbres que ya no son dadoras de vida en el mundo de hoy”.

Se cree que, dadas las oportunidades apropiadas, es más probable que los jóvenes puedan desarrollar una profunda empatía y estimular la innovación. La Iglesia Católica y, en particular, los jesuitas, han extraído esta capacidad de empatía con resultados impresionantes. TECHO, una organización sin fines de lucro conducida por jóvenes para aliviar la pobreza en los barrios urbanos más pobres de América Latina, fue fundada por una iniciativa jesuita. El impacto habla por sí solo: más de 600,000 jóvenes voluntarios de todas las fes se han movilizado en 19 países para construir más de 120,000 hogares transicionales para quienes más los necesitan. Los hogares han sido construidos por completo por jóvenes voluntarios y familias, quienes después participan en iniciativas de desarrollo comunitario para darles continuidad a los proyectos.

Asimismo, el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), ha ofrecido ayuda legal a más de 600,000 refugiados en docenas de países para que puedan desatar lo que ellos creen que es el secreto a la inclusión en sus países de origen: la documentación legal. Al darles a los jóvenes abogados la oportunidad de entender la dura realidad de tratar de ganarse la vida como personas sin ciudadanía, SJR está cambiando las actitudes y el curso de sus carreras para siempre.

Aliados improbables

Bajo el liderazgo del papa Francisco, la Iglesia Católica ha ganado más fanáticos no católicos que nunca antes. El Papa comprende el reto; al hablar acerca de los jóvenes en el  Evangeli Gaudium admite que: “Como adultos, nos resulta difícil escucharlos con paciencia, apreciar sus inquietudes y exigencias, así como hablar con ellos en un lenguaje que nos puedan entender”.

Sus declaraciones acerca de la evolución y la creación, su apoyo abierto a la inclusión de homosexuales y lesbianas en la iglesia, su reto a los líderes globales en el tema de la distribución de la riqueza: todo esto demuestra su voluntad de cuestionar las interpretaciones tradicionales de la doctrina y enfocarse en la acción. En nuestra búsqueda de una vida y carreras significativas, es posible que los mileniales seamos los aliados improbables del Papa en esta búsqueda por desarrollar una nueva mentalidad global.

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Autora: Michelle Arevalo-Carpenter es Global Shaper y gerente regional de América Latina en HURIDOCS.

Imagen: REUTERS/Osservatore Romano

 

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