¿Qué puede aprender el Medio Oriente sobre el boom de esquistos de Estados Unidos?
La clara relación entre la energía segura y de precio competitivo y la prosperidad económica está bien definida en la teoría económica. En la actualidad, esto es sobre todo evidente en Estados Unidos, donde la combinación del emprendimiento y las aplicaciones tecnológicas dieron lugar a las revoluciones de gas y petróleo de esquistos. Ahora Estados Unidos no sólo goza de energía más barata, sino también de un masivo suministro doméstico seguro. El precio del petróleo de Estados Unidos es aproximadamente 6% más bajo que la cotización del crudo Brent, pero incluso más importante es que el precio del petróleo en Estados Unidos, aproximadamente 4 dólares/mmbtu, es aproximadamente 100% más barato que el precio actual del gas europeo y es equivalente a 24 dólares por barril de petróleo. Podría decirse que es principalmente por esta razón que existe ahora una marcada divergencia entre el desempeño económico de Estados Unidos y Europa.
A pesar de que podría decirse que las condiciones en Estados Unidos son únicas, yo respondería que condiciones similares existen en Europa y sus áreas circundantes ricas en energía. En términos de escala geográfica, la distancia entre Berlín y Ankara no es diferente a la distancia entre Nueva York y Houston. A la vez que aceptamos la gran conectividad energética y los grandes mercados líquidos en Norteamérica (incluido Canadá), debatimos todavía la viabilidad de tal conectividad/desarrollo de mercado en el contexto del círculo de Europa/Medio Oriente/mar Caspio/África del Norte/Rusia.
La mayor integración energética de la región les beneficia a todas las partes interesadas:
Desde la perspectiva de la UE, la mayor integración de la región significa una mayor diversidad y, como resultado, seguridad de suministro. Recordando las palabras de Winston Churchill a principios del siglo XX acerca de la seguridad del petróleo, “la seguridad y la certeza del petróleo dependen de la variedad y exclusivamente de la variedad”, a principios del siglo XXI, la UE debería beneficiarse de todas las fuentes de suministro de petróleo y gas en torno al continente. En un radio de 2,000 a 3,000 kilómetros (la longitud típica de los principales oleoductos y gasoductos), la UE podría conectarse, sobre todo a través de Turquía, a más de 50% de las reservas probadas de petróleo y gas globales, excluyendo a Rusia. Como bloque, la UE es el segundo consumidor más grande de petróleo y gas del mundo, consumiendo aproximadamente 13 millones de barriles de petróleo por día (casi 15% del total mundial) y aproximadamente 440 mil millones de metros cúbicos de gas por año (casi 13% del total mundial). No obstante, los países de Europa del Este siguen dependiendo por completo de la importación de gas de Rusia a través de Ucrania, y la reciente crisis ha puesto de relieve la importancia de la necesidad de una diversidad en el suministro de energía para Europa del Este.
En tal contexto, conectar las regiones productoras de petróleo y gas con los mercados consumidores de petróleo y gas es un papel central que Turquía debería satisfacer de inmediato. Turquía y Azerbaiyán, su aliado principal, han forjado ahora una gran asociación para construir por fin TANAP (el gaseoducto Trans-Anatolia), el cual se anticipa que transportará 31 bcm por año para 2026. Y digo por fin porque esto se logra después de casi una década de fracaso por parte de países europeos en apoyar Nabucco, el gasoducto de Turquía a Austria, el cual hubiera abierto un cuarto corredor de suministro de gas hacia Europa para mediados de la primera década del siglo.
Desde la perspectiva de Turquía, la integración energética regional también es de importancia crítica. Los objetivos de Turquía de aumentar su PIB a 25,000 dólares y sus exportaciones a más de 500 mil millones de dólares para 2023 dependen en gran parte de la estabilidad y prosperidad regionales, así como de un suministro seguro y de precios competitivos. Tan sólo los vecinos inmediatos de Turquía (Rusia, Azerbaiyán, Irán e Irak) contienen 400 mil millones de barriles de petróleo y 70 billones de metros cúbicos de gas en reservas probadas. En la actualidad, Turquía es un mercado energético principal para cada uno de estos abastecedores vecinos así como de otros abastecedores globales de petróleo y gas. Turquía es actualmente el séptimo consumidor de petróleo más grande de Europa (después del Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, los Países Bajos y España), y con un consumo de casi 46 mil millones de metros cúbicos por año, es un consumidor de gas más grande que Francia. Con su propio mercado doméstico y su calificación crediticia, Turquía es un mercado principal en la región que podría fungir como consumidor ancla y suscriptor del desarrollo de infraestructura de gran escala y de proyectos de suministro de energía, sobre todo en el sector del gas.
Por último, desde la perspectiva de Medio Oriente, la mayor integración de los mercados energéticos, sobre todo de los mercados de petróleo y gas, con la Unión Europea y Turquía, contribuirían de gran manera a la prosperidad y estabilidad de la región. El comercio energético y la interdependencia, sustentadas por acuerdos de importación a largo plazo e infraestructura de conectividad, tienen como resultado gran prosperidad así como estabilidad geopolítica. Podría decirse que la fuerte relación que existe entre Alemania y Rusia hoy día de hecho se ha forjado por medio de la interdependencia del sustancial comercio de gas entre los dos países que comenzó en la década de los setenta: ¡en el momento más álgido de la Guerra Fría! Además, el hecho de que Medio Oriente contenga casi 47% y 43% de las reservas globales de petróleo y gas respectivamente, mientras que entrega sólo 32% y 17% de la respectiva producción de petróleo y gas, sugiere que la región se beneficiaría del nuevo acceso al mercado. Por ejemplo, se estima que el norte de Irak contiene más de tres billones de metros cúbicos en recursos de gas. Canalizar este recurso de gas al mercado turco y, por medio de Turquía, a los mercados de la UE, podría facilitar enormes beneficios económicos y seguridad de suministro de gas tanto a la UE como a Turquía, a la vez que le permitiría a Irak capturar una importante parte de la cuota de mercado en los principales mercados energéticos del mundo, además de proporcionar gran prosperidad y riqueza a sus ciudadanos. Desafortunadamente, en la actualidad dichos recursos están varados en Irak.
A pesar de que estas observaciones no son nuevas y se han debatido en muchos foros en el pasado y el presente, las cuestiones clave ahora son respecto a lo que los legisladores y los actores de la industria pueden hacer de manera distinta para garantizar que el mercado del petróleo y del gas así como la infraestructura para la interconectividad puedan hacerse realidad en la región ahora.
Yo sugeriría tres soluciones concretas principalmente dirigidas a los legisladores, pues me parece que nuestra industria se encargará de hacer la inversión necesaria dentro del contexto del mercado libre sin ningún tipo de intervención del estado:
- Liberalizar los mercados energéticos de la región de una manera rápida. Por ejemplo, Turquía debería aspirar a crear un mercado mayorista altamente líquido de comercio de gas: el Centro de Gas Turco (TGH, por sus siglas en inglés). Yo diría que el Centro de Gas Turco se volverá un referente dominante en el precio del gas no sólo en la región, sino en los mercados GNL, así como un punto medio entre los mercados de gas de Asia y Europa. A través del Centro de Gas Turco podría crearse un mercado líquido y transparente de gas en el corazón de la UE / en la frontera de Medio Oriente, el cual podría convertirse en la columna vertebral de la conectividad energética regional.
- Desregular aún más el acceso a la infraestructura energética, a la construcción y a la expansión. Turquía ya ha progresado bastante en este tema. No obstante, un acceso imparcial a la transmisión, una descongestión del sistema y construcción de nuevas conexiones de manera regulada siguen siendo monopolios estatales en grandes partes de Medio Oriente.
- Permitirle al sector privado jugar un mayor papel en la industria energética al cambiar rápidamente el papel del Estado de actor a regulador.
Yo diría que estos tres pasos desatarán una enorme transformación en la industria energética en la región de Medio Oriente. Al hacer estos cambios, los inversionistas del sector privado de la región tendrán la confianza de invertir en energía usando la transparencia y la fijación de precios energéticos ligados a la UE. En el sector del gas, también tendrán la confianza de que la mayor integración física y la fijación transparente en el precio del gas en base al mercado permitirán mayores vínculos comerciales entre los mercados de Medio Oriente y de la UE (por medio del Centro de Gas Turco), garantizando así mayores volúmenes de suministro a la UE por medio de infraestructura existente y nueva.
Autor: Majid Jafar, jefe ejecutivo de Crescent Petroleum, Emiratos Árabes Unidos. Majid Jafar está participando en la Reunión Especial sobre cómo Desbloquear los Recursos para el Desarrollo de Turquía.
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