Los cometas, coral y por qué el arte es importante

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Cuando se estrenó Coral, mi película inmersiva, la vinculé a un acontecimiento astronómico poco común: el tránsito de Venus. Hubo un tránsito en 2004, otro en 2012 y el siguiente ocurrirá en 2117. Siempre tuve la intención de vincular la película a esa fecha, así que esa fecha límite fue definitiva, pues de haberla perdido la espera hubiese sido muy larga.

¿Por qué me interesé en el acontecimiento? Me pareció que podríamos aprender algo de él en nuestros esfuerzos por combatir el cambio climático, y creí que nos podría dar la motivación necesaria para actuar como una comunidad global ante un problema global.

En el siglo XVII, Edmund Halley estaba trabajando en un problema de su época: determinando el tamaño exacto del sistema solar. Él se dio cuenta de que una manera de hacer esto era tener observadores en extremos opuestos en todo el mundo durante el tránsito de Venus. Pero también sabía que no viviría hasta poder ver el próximo tránsito. Así que le escribió una apasionada carta a la siguiente generación de astrónomos, convocándolos a trabajar juntos para observar el tránsito y recopilar los datos.

Halley falleció 20 años antes del tránsito de Venus de 1761. Pero, inspirados por su llamado, 120 observadores franceses, británicos, daneses, alemanes, holandeses, suecos y portugueses viajaron hasta 62 sitios alrededor del mundo para observar el tránsito. Para el tránsito de 1769, 138 observadores viajaron a 63 sitios.

Ese fue el primer caso de cooperación científica global. Las naciones en guerra acordaron dejar al lado sus diferencias y permitir el paso seguro de las embarcaciones de los observadores por sus aguas. Sabían que esos científicos estaban haciendo algo por el beneficio de toda la humanidad. Fue, como se ha señalado, “la primera vez que la comunidad internacional cooperó para contestar una de las mayores preguntas de la época”.

Este esfuerzo colectivo fue lo que me motivó para rodar mi película. Es reconfortante recordar que ha habido momentos en los que la comunidad global ha podido reunirse como una sola entidad, sobre todo porque dichos momentos son tan pocos comunes, incluso hoy día.

Quizá dichos ejemplos nos puedan motivar y que juntos podamos combatir uno de los mayores problemas de nuestra era: el cambio climático. Ese era mi objetivo cuando me dispuse a rodar mi película. Me pareció que nuestra comunidad, que necesitaba el estímulo para actuar al unísono, podría entrar en contacto por medio del arte con otra comunidad vibrante y diversa que está en peligro: los arrecifes de coral.

A mí los corales me parecen comunidades modelo. Requieren diversidad para sobrevivir. Muchas especies viven cerca la una de la otra, a menudo en relaciones simbióticas. Su complejo ritual reproductivo anual es impulsado por la luna y moderado por el sol. El cambio de temperatura que pueden tolerar es mínimo. Son los canarios en la mina de carbón de los océanos. Y mientras los países individuales tratan de encontrar la manera de combatir el cambio climático, las temperaturas en ascenso en la superficie del mar podrían eliminar comunidades de coral enteras.

Es por eso que decidí rodar una película acerca de los corales.

La película es una experiencia inmersiva y sin narración. No se ofrece ni un solo dato ni se identifica ninguna especie de los arrecifes. Es más bien una jornada emotiva hacia el mundo de los arrecifes, como si fuéramos libres de caer hasta el fondo del mar y yacer ahí por 45 minutos contemplándolos.

Durante el rodaje de Coral, a menudo se me preguntaba qué pensaba que podía ganarse con la película. El objetivo de la película es convocar a todas las personas a trabajar juntas para rescatar los arrecifes de coral de todo el mundo, pero hubo quien cuestionara cómo podía lograrse eso si no se ofrecía ningún tipo de información. Mi respuesta a esas personas fue que el arte, cuando se hace bien, tiene el poder de abrir los corazones.lynettewallworthspanish

Durante el rodaje de la película hablé con muchos biólogos marinos desesperados porque la información cada vez más grave acerca del estado de los arrecifes de coral parece no tener impacto: es como si a la gente no le importara. Desafortunadamente, eso es cierto con mucha frecuencia. Independientemente de cuánta información tengamos a nuestra disposición, si algo no nos interesa, no sentimos la necesidad de actuar. Pero el arte puede hacer que el asunto nos importe.

Ese es el propósito de mi arte. Esto no hubiese sido posible sin la ayuda de la bióloga marina Anya Salih. El trabajo de Anya se enfoca en desentrañar el gen fluorescente de los corales. Ella y yo somos una combinación poco probable, pero esto es un ejemplo de lo que se necesita: personas de todos los campos trabajando juntas en un problema global.

Esperamos que el resultado de nuestra colaboración sea una obra de arte que haga que a las personas les interesen los arrecifes de coral. Es una tentativa de actuar de nuestra propia y pequeña manera, juntos, como ciudadanos de este hermoso globo azul en defensa de una de sus gloriosas y mudas comunidades que se debate por subsistir.

 Autora: Lynette Wallworth, artista conocida por el uso de tecnologías interactivas en sus instalaciones. 

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