¿Cómo pueden las ciudades lidiar mejor con las tormentas?

Jordi Martin

Con Taiwán oficialmente en temporada de tifones, la pregunta sobre cómo las ciudades pueden resistir el clima extremo de mejor manera está de nuevo en la agenda. Para la comunidad empresarial, esto genera preguntas sobre cómo pueden las compañías prepararse para el peor de los casos.

A fin de combatir los efectos del cambio climático, los cuales con mayor frecuencia incluyen frecuentes y severas tormentas e inundaciones, las ciudades y las compañías en todo el mundo están redefiniendo la resiliencia con estrategias de fases múltiples. Es evidente que existe el deseo de construir defensas contra los niveles del mar que se han elevado en los últimos 50 años y que se pronostica que se eleven aún más durante el transcurso de este siglo. Esto va de mano en mano con un creciente reconocimiento de que las soluciones tradicionales no van a funcionar toda la vida.

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los desastres naturales han afectado a un promedio de 220 millones de personas por año durante las dos últimas décadas. La ONU estima que el costo de estos desastres asciende a más de 1.3 billones de dólares desde 2000, lo cual incluye 380 mil millones sólo en 2011. Al igual que las ciudades, los negocios enfrentan inmensos costos cuando un desastre natural ocurre: a fin de recuperarse después de las tormentas, las inundaciones u otras catástrofes, deben asegurarse de que los edificios (desde fábricas hasta instalaciones y oficinas) sean lugares seguros para los empleados y sus operaciones. Dependiendo del nivel de preparación y recursos de un inmueble, esto puede tardar días, semanas o incluso meses.

Las inundaciones son una de las mayores preocupaciones de las ciudades. Un informe que apareció en Nature Climate Change en septiembre de 2013 investigó el costo anual promedio de las inundaciones en las 136 ciudades costeras más grandes del mundo y encontró que los gastos están aumentando rápidamente. El costo promedio de las inundaciones urbanas en todo el mundo fue aproximadamente 6 mil millones de dólares en 2005. Se proyecta que esta cantidad llegue a 60 mil millones en 2050 si las ciudades invierten en la adaptación de estrategias, y hasta un billón de dólares si no lo hacen.

Resiliencia en todo el mundo
Claro, con el tiempo el costo de no hacer nada es incluso más alto. A pesar de que no es factible mover los edificios de Manhattan a un terreno más elevado, Nueva York está llevando a cabo un plan de 20 mil millones pare reforzar los rompeolas existentes y expandir las barreras contra oleadas. La idea más difícil y costosa bajo consideración es un rompeolas movible de más de 1,400 metros que estaría frente a Varrazano Narrows, entre los distritos de Brooklyn y Staten Island. Pero esta idea está todavía en la etapa de propuesta debido al precio de 6.5 mil millones de dólares.

Nueva York no está sola en su intento de ajustarse a las amenazas del cambio climático. Para las ciudades que desean aprender cómo sus colegas en todo el mundo se están adaptando a una gama de amenazas relacionadas con el clima, la Oficina de la ONU para Reducción de los Desastres (UNISDR, por sus siglas en inglés) ofrece estudios de caso de “ciudades modelo”, como Kuala Lumpur y Mumbai.

Kuala Lumpur recibe 254 centímetros de precipitación anual y los fuertes aguaceros ocasionan inundaciones frecuentes en el centro de la ciudad y en las zonas situadas río abajo. Los deslaves, también son comunes, aunque menores. El programa de reducción de desastres de la ciudad ha asignado RM 2 mil millones para la construcción del SMART Tunnel, diseñado para absorber un tercio del agua de las inundaciones y otros RM 140 millones para estanques de retención y sistemas de drenaje de alto volumen. Además, los reglamentos de zonificación garantizan que las escuelas y hospitales estén ubicados lejos de las áreas en riesgo de inundación.

Mumbai reconoce 20 vulnerabilidades individuales, que incluyen sistemas de agua y de aguas residuales inadecuados, acompañados de gran parte de sus inmuebles en estado de colapso inminente. Muchos de estos retos no se han atendido por completo, pero Mumbai ha tomado los pasos necesarios para mitigar el daño de las inundaciones ocasionadas por las intensas lluvias y ciclones. Varios de sus principales ríos se han profundizado y ensanchado por medio de la excavación de millones de metros cúbicos de sedimento y roca; se ha extraído el sedimento de los sistemas de aguas pluviales y se han expandido con nuevas estaciones de bombeo para redirigir el agua hacia el mar; se han instalado medidores de caudal río arriba para proporcionar alertas tempranas respecto a los desbordes del río; y, con la ayuda del Banco Mundial, se han construido también cuatro albergues para la mitigación de ciclones.

¿Cuál es el papel de las empresas?
Claro, los desastres naturales pueden impactar severamente las operaciones de las compañías y afectar los PIB nacionales. La experiencia colectiva de 200 de nuestros clientes afectados en Christchurch, Brisbane, Queensland, Japón y Tailandia durante 2011 nos ha servido para explorar qué les ha funcionado a las compañías a fin de prepararse para una crisis y durante la misma:

● Preparación. Cuando la alerta de peligro se emita de antemano, reúnase con el equipo de manejo de crisis y considere qué es lo que puede hacerse para disminuir el impacto, por ejemplo, sellar las ventanas con cinta, poner bolsas de arena u ordenar generadores portátiles. Involucre a los proveedores de servicios en una etapa temprana del proceso para garantizar que los recursos estén a su disposición cuando se necesiten.

● Evento. Durante tiempo de inactividad, cuando todas las preparaciones ya se hayan realizado y sin embargo las personas no puedan todavía iniciar los esfuerzos de recuperación, el enfoque se le debe dar a la seguridad de las personas y a manejar el impacto físico y psicológico del personal. Elija un punto de contacto único para el personal y proporcione actualizaciones puntuales usando todos los canales de comunicación disponibles, incluso las redes sociales. Después del terremoto en Chistchurch, el daño extenso a líneas telefónicas y torres de telefonía móvil restringieron las comunicaciones. Telstar, una firma doméstica de telecomunicaciones de Nueva Zelanda, adoptó las redes sociales como un medio eficaz para localizar y comunicarse con su personal. Se localizó al último miembro del personal en cuestión de horas después del desastre.

● Recuperación. Después del evento, la prioridad es asegurarse de que las instalaciones estén en condiciones seguras y/o identificar un espacio alternativo a corto plazo. Nomine al equipo corporativo inmobiliario como “autoridad” para se encargue de declarar que las instalaciones estén en condiciones seguras para ser ocupadas después de un desastre.

Para poder minimizar de verdad el riesgo de la interrupción de negocios, las compañías deben elevar la importancia del plan de continuidad del negocio (BCP, por sus siglas en inglés) e integrar resiliencia contra el desastre en el ADN de su estrategia organizacional. Una estrategia BCP verdaderamente eficaz requiere un método proactivo, integrando todos los componentes del negocio, incluyendo a las personas, los procesos, la tecnología y las instalaciones. En el caso de un bien inmueble, esto significa integrar ideas preventivas y planificación en la estrategia amplia de negocios en todo momento de “cambio”. Esto cubre todos y cada uno de los pasos del ciclo de vida del inmueble, desde las decisiones iniciales de ubicación, los proyectos de construcción, la transformación del lugar de trabajo hasta el manejo cotidiano de las instalaciones.
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En el ejemplo de las inundaciones de Queensland, un gran proveedor de servicios pudo operar desde lugares remotos sin interrupción pues contaba con una sólida plataforma tecnológica. Además, los acuerdos establecidos con anticipación con los proveedores de espacios de emergencia tuvieron como resultado un espacio alquilado y completamente funcional tan sólo en dos días después de requerirlo.

Recomendamos que las compañías opten por ubicaciones adaptadas al área específica. Los desastres naturales a menudo impactan espacios más allá de las zonas aledañas inmediatas, así que es importante considerar ubicaciones interestatales o costa afuera para las operaciones de emergencia. El terremoto de 2011 en Japón desató múltiples desastres (el tsunami, el accidente del reactor nuclear y problemas con el suministro eléctrico) en un área amplia. Desde entonces, Boston Scientific, con sedes regionales en Tokio, ha vuelto a examinar su BCP, previendo eventos múltiples y un desastre generalizado, construyendo un segundo centro de distribución y asignando sedes y centros de servicio al cliente alternos para que estos servicios cruciales puedan reanudarse sin interrupción.

Al abrir la vista a una perspectiva global, se aprecia un sentido de urgencia por crear soluciones que hagan a las ciudades más resistentes. Las corporaciones, los gobiernos y los ciudadanos no pueden arriesgarse a ignorar la preparación en caso de desastre, ¿pero esto es suficiente?

Es claro que la preparación en caso de desastres naturales necesita ser impulsada tanto por las ciudades como por las autoridades gubernamentales, pero también es cierto que el mundo corporativo tiene una clara responsabilidad, tanto de trabajar con las autoridades como de garantizar que sus casas se mantengan en orden.

Las ciudades enfrentan retos a corto plazo que exigen atención inmediata, lo cual distrae a los funcionarios de enfocarse en las soluciones caras a problemas a largo plazo. A menudo, es sólo cuando ocurren fenómenos climáticos extremos o cuando las amenazas son inminentes que las ciudades actúan. Entonces, es posible que tengan el enfoque y la previsión para saltar hacia delante en lugar de simplemente recuperarse. En un mundo más perfecto, las autoridades y la comunidad empresarial abordarían las amenazas del cambio climático de manera colectiva y desarrollarían soluciones para evitar incluso la necesidad de recuperarse.

Autor: Jordi Martin, director global y jefe ejecutivo de Jones Lang LaSalle’s Corporate Solutions business en Asia y el Pacífico

Imagen: REUTERS/Stringer

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