¿Cuánto vale una imagen en un mundo en línea?
En un panorama de redes sociales aparentemente sobrecargado de contenido, con frecuencia accesible desde nuestros teléfonos o tabletas, a menudo las imágenes son la mejor manera de atraer nuestra atención. Esto no es una proeza pequeña. Las compañías tecnológicas lo saben bien, y muchas de ellas enfocan su atención en la manera que creamos y compartimos imágenes.
La primavera pasada Apple usó un video de un minuto para anunciar que su iPhone se había vuelto la cámara más popular del mundo. Flickr parece confirmarlo; al momento de redactar esta nota, las tres cámaras más populares que la comunidad de Flickr usa son diferentes modelos del iPhone. Para los usuarios de teléfonos inteligentes, la cámara ha pasado de ser algo comprado específicamente para fotografiar una ocasión especial a ser algo que llevamos a todas partes con nosotros. Podemos fotografiar todo lo que encontramos, desde imágenes cotidianas a eventos dramáticos que podemos presenciar sin tener la intención de hacerlo y después compartirlos en las redes sociales.
De acuerdo con cifras de comScore de 2014, la penetración de los teléfonos inteligentes en Estados Unidos es ahora del 65%. Los teléfonos inteligentes han superado el uso de computadoras personales para acceder a internet y, aún más importante, el uso de Internet móvil representa la mayoría de uso de internet en Estados Unidos (57%). Quizá no sea sorpresa que una importante tendencia reciente de las redes sociales sea el aumento de plataformas y aplicaciones enfocadas en el contenido visual. Más allá de los primeros sitios para compartir fotografías como Flickr, otros sitios más recientes como Pinterest, Tumblr, Instagram, Vine y Snapchat han capturado el emergente mercado móvil de imágenes. Una de las claves de su éxito es que la mayoría de estos sitios son “primero móviles”, y les ofrecen a los usuarios una atractiva experiencia integrada para crear, editar, compartir y ver imágenes en teléfonos y tabletas.
Snapchat es exclusivamente móvil y es posible que anticipe un cambio mayor de “primero móvil” a “primero y exclusivamente móvil”. Un diseño sencillo y una funcionalidad reducida al mínimo promueven un uso de alta intensidad y captan más profundamente la atención de la persona que ve la imagen. Debido a que una imagen Snapchat se “autodestruye” después de un tiempo corto, se les recomienda a las personas usuarias que la aprovechen mientras puedan –lo cual intensifica la habilidad natural de la imagen para captar y sostener nuestra atención-.
De forma similar, Twitter recientemente ha actualizado la manera en la que despliega sus imágenes, permitiendo ver en las páginas de inicio las imágenes cargadas directamente a Twitter en lugar de tener que hacer clic o tocarlas para abrirlas. La compañía ha informado de que incluir una imagen en un “tuit” aumenta un 35% los retuits comparado con lo que normalmente recibirían las personas usuarias, aumentando así el uso de imágenes.
En términos de tendencias más amplias respecto a los volúmenes diarios de compartición de imágenes, Snapchat superó a Facebook hacia finales de 2013: 400 millones de imágenes instantáneas comparadas con 350 millones de cargas de imágenes en Facebook. Al momento de redactar este artículo, los usuarios de Instagram colocan un promedio de 60 millones de imágenes al día. No es sorpresa que las imágenes que se comparten en las redes sociales se consideren cada vez más valiosas, ya sea para las compañías administrando sus marcas o para científicos sociales tratando de comprender nuestro comportamiento.
Como forma específica de grandes datos, las imágenes tienen una profundidad y densidad que las palabras no tienen. Permiten una comunicación mucho más rica que las oraciones cortas de la mayoría de actualizaciones, lo cual permite que esta información y su contexto social se comprendan con mayores matices.
Por ejemplo, las personas podrían cargar imágenes de la comida que están a punto de ingerir, compartir la ubicación del restaurante, mostrar a las personas con las que están comiendo y quizá tomar una foto del restaurante y darle una calificación. Estos mismos usuarios podrían también tomar fotografías de otras cosas que les gustan o les gustaría comprar; por ejemplo, al crear un tablero en Pinterest y construir una colección de imágenes provenientes de todo Internet. Debido a toda esta compartición de imágenes, combinada con otras actividades en Internet como las compras en línea, se vuelve posible usar la información visual para construir “perfiles de gusto” más detallados de los usuarios para identificar qué les gusta y para comprender mejor cómo interactúan y representan diferentes marcas.
Esto entonces tiene un inmenso valor para las compañías interesadas en comprender mejor cómo los usuarios interactúan con sus productos y ofrece un enorme potencial para los anunciantes. Y, debido al alto nivel de involucramiento con estas imágenes, también proporciona importantes métricas sobre cuáles son las imágenes populares y qué es lo que le gusta a la gente. Esto podría tener como resultado una producción y compartición de imágenes más adaptadas, cuyo fin sería maximizar la participación de las personas. Esto podría darse tanto por parte de los mismos usuarios de redes sociales o anunciantes cuyo fin sería una interacción óptima con su contenido.
Una preocupación importante en esta área es el rápido desarrollo de los algoritmos de reconocimiento de patrones, sobre todo respecto al reconocimiento facial, indicando la posibilidad de que las “impresiones faciales” se vuelvan más comunes en el futuro. Cuando los usuarios comparten imágenes de su rostro valdría la pena preguntarse a quién van dirigidas. ¿Quién tiene permiso de hacer algo con estas imágenes? ¿Quién tiene acceso a ellas? ¿Cómo se sentirán los usuarios si los gobiernos recaban las imágenes de sus rostros que han subido a las redes sociales?¿Qué tal si dichas imágenes terminan en una base de datos del gobierno y que éste las use en el futuro? ¿Qué tal si el algoritmo de reconocimiento facial confunde el rostro de algún usuario porque se parece a alguien más en la base de datos?
Es posible que la realidad todavía no haya alcanzado a nuestra imaginación respecto a lo que estas tecnologías son capaces de hacer. No obstante, los desarrollos en el reconocimiento facial deben hacernos pensar acerca de las posibles implicaciones futuras de la compartición de imágenes. También vale la pena recordar que el acto de crear imágenes de nuestras actividades ahora también está en las manos de otras personas, que podrían ser extraños. ¿Qué tan fácil es decidir que no se nos tome una fotografía y se comparta y termine en un inmenso archivo de fotografías en línea? Ver es importante para poder crear orden: poder identificar y ubicar a ciertas personas.
Las grandes consecuencias de la explosión de compartir imágenes en las redes sociales puede ser difícil de comprender, pero es hora de debatirlas.
Autora: Farida Vis es becaria de investigación en la Escuela de Información en la Universidad de Sheffield y miembro del Consejo para la Agenda Global de las Redes Sociales del Foro Económico Mundial.
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