El emprendimiento social como un estilo de vida
Cuando tenía un poco más de 30 años de edad, yo era un exitoso ejecutivo en una corporación global y pensaba que lo tenía todo. Pero una noche, durante un viaje de negocios en Perú, me di cuenta que estaba equivocado.
Había pasado una semana visitando las minas de mi compañía y presenciando en primera persona las terribles condiciones laborales de los mineros. Al mismo tiempo, yo estaba representando a mi compañía mientras esta preparaba una reducción de costos que dejaría a esos mineros sin trabajo.
Una noche en el hotel tuve una epifanía. ¿Era así como iba a pasar el resto de mi vida, haciendo más ricos a los ricos y empobreciendo más a los pobres? Yo era parte de un sistema injusto, y ya no podía tolerarlo.
Regresé a Suiza, renuncié a mi trabajó y vendí mis pertenencias. Quería una nueva vida. Quería mejorar el mundo, pero no sabía cómo hacerlo.
A manera de distanciarme, me compré un boleto de ida a México y comencé a viajar por Latinoamérica, una región de la que me había enamorado. Entonces tuve más dudas existenciales, esta vez acerca de si había tomado la decisión correcta. No obstante, cada vez que reafirmaba la elección que había hecho, surgía una nueva oportunidad.
Mientras estaba viajando, conocí a algunos pequeños agricultores y pude entender los enormes retos a los que se enfrentan. Muchos de ellos carecen del conocimiento agrícola e inversiones necesarias para optimizar su cultivo, y tienen que vender sus productos a intermediarios, pues no tienen acceso a los mercados que puedan pagar un precio justo por sus productos. Comencé a preguntarme cómo podía usar mi experiencia empresarial para ayudarles a mejorar sus vidas.
Mi respuesta se convirtió en mi propósito.
En 2005 fundé Fairtrasa con el fin de ayudar a pequeños agricultores a mejorar y poder tener acceso crucial a mercados globales. Comenzamos en México y ahora trabajamos con agricultores en seis países. Nuestra innovación clave consiste en una estrategia de desarrollo triple. Al asociarnos con agricultores que trabajan para subsistir, con otros que tienen un nivel medio de destrezas y otros con bastante experiencia, podemos brindarle apoyo de diferente nivel y tipo a cada uno, ayudándoles a todos a mejorar su producción e ingresos, así como su sustentabilidad económica y ecológica.
El beneficio que han recibido nuestros agricultores y comunidades ha sido sustancial, ya que sus ingresos han aumentado hasta 10 veces. Pero lo más importante es que les hemos ayudado a entender que pueden cambiar sus propias vidas.
En cuanto a mí, mi trabajo de todos los días es casi igual al que tenía antes: negocio contratos, protejo divisas, planifico envíos. Pero, mientras antes tenía un empleo, ahora tengo una misión.
He descubierto lo que significa ser un emprendedor social, un concepto que me era ajeno cuando comencé, pero que ahora identifico como parte de la persona que soy. Hay muchos emprendedores –es una verdadera revolución– y creo que muchas otras personas también son emprendedores sociales y todavía no se han dado cuenta.
Autor: Patrick Struebi es el Fundador y Gerente Ejecutivo de Fairtrasa.
Esto es parte de una serie para el lanzamiento del los ganadores del premio Emprendedores Sociales de la Fundación Schwab del Año 2014
Imagen: REUTERS/Paulo Whitaker
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