Máquinas de empleo

Javier Garcia-Martinez

En la Inglaterra de la Primera Revolución Industrial, muchos pensaron que la máquina de vapor arrasaría con sus trabajos. Los agricultores del campo británico, desempleados por los avances en las técnicas agrícolas, migraron a las ciudades en busca de mejores oportunidades. Desde entonces, los mismos temores se han repetido cada vez que una nueva tecnología ha dejado obsoleto, por ineficiente, un trabajo tradicional.

La realidad es que nunca ha habido tantas personas empleadas como en la actualidad. A modo de diosa Kali, la tecnología es una voraz devoradora de empleos ineficientes a la vez que una fértil madre de trabajo en nuevas industrias. Si bien es cierto que muchos trabajos han desaparecido, mejoras en nuestra calidad de vida, acceso a bienes y servicios y en formas de producción han permitido dar empleo a una creciente población mundial. Aun así, más de 200 millones de personas no pueden encontrar trabajo en la actualidad.

Un hecho relevante que tenemos que tener en cuenta es que Europa, en la que 26 millones de jóvenes no encuentran trabajo, 900.000 ofertas de empleo, solo en el sector de las TIC, se quedarán sin cubrir el año que viene  porque no se encuentran las personas con la capacitación necesaria.

Como en años anteriores, el Consejo de Tecnologías Emergentes del Foro Económico Mundial ha publicado las diez tecnologías emergentes de 2014 en un esfuerzo por dar a conocer la capacidad de nuevas tecnologías en la creación de empleo, atracción de inversión y mejora de nuestra calidad de vida.

Un buen ejemplo de cómo nuevos avances en el sector energético pueden crear empleo y hacer posible la transición hacia un futuro más sostenible son las nuevas tecnologías para almacenar la corriente de la red eléctrica tales como las baterías de flujo que permiten almacenar grandes cantidades de energía en compuestos líquidos disueltos en líquidos separados por membranas. Los supercondensadores a base de grafeno son capaces por su parte de almacenar y liberar corriente eléctrica rápidamente y las baterías de ion-litio de nanocables permiten almacenar entre 30-40% más que las convencionales.

En una población cada vez más envejecida, la tecnología ofrece grandes oportunidades para añadir calidad de vida, no solo años, a nuestras personas mayores. Recientes avances en la medicina permiten utilizar nuestro propio microbioma intestinal para combatir enfermedades que van desde infecciones a obesidad y diabetes. Por otro lado, los avances en el ARN mensajero nos acercan a una vacuna eficaz contra el cáncer, basada en el bloqueo de la transcripción de proteínas que permiten que los tumores crezcan y se propaguen. A diferencia de los tratamientos destinados a cambiar directamente el ADN, las terapias basadas en el ARN no causan cambios permanentes en el genoma de la célula, lo que constituye una importante mejora. Estas y otras tecnologías emergentes no sólo nos permitirán vivir más, sino sobre todo mejor, cuidando nuestra salud y haciendo un mejor uso de los recursos naturales.

Desde la energía a la salud, las nuevas tecnologías son verdaderas máquinas de crear empleo estable y de calidad. Pero no son máquinas baratas sino que requieren inversión sostenida y buenos operarios.  De hecho, son los países que más invierten en tecnología y que mejor puntúan en los estudios internacionales sobre educación los que tienen menos paro y mayor calidad de vida. Lo urgente, esto es, reducir el déficit, no nos debe distraer de lo importante: acabar con nuestras alarmantes cifras de paro. Y eso pasa por combinar la I+D (investigación y desarrollo) con la I+E (innovación y emprendimiento) y contar con planes a largo plazo que permitan atraer inversión, den seguridad jurídica y hagan a nuestro país atractivo a los mejores y más capaces. Abaratar los costes no puede ser la solución a largo plazo porque jamás ganaremos la carrera hacia abajo en la que parece que nos hemos embarcado, ya que siempre habrá países que puedan producir más barato. Tenemos la capacidad y el talento para ser la máquina de empleo que todos, dentro y fuera de España, deseamos. La tecnología no es la solución a nuestros problemas, pero sí motor del cambio en nuestro sistema productivo que tanto necesitamos.

Autor: Javier García Martínez, Miembro del Consejo de Tecnologías Emergentes del Foro Económico Mundial, Director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante y Fundador de Rive Technology.

Imagen: REUTERS/Paulo Whitake

 

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