Contaminación marina: no es demasiado tarde para cambiar el curso

Lewis Pugh

Sentarse cerca del océano para presenciar la puesta del sol puede ser la experiencia más serena del mundo. Pero esa sensación de paz no debería existir debajo de la superficie. Nuestros océanos se están muriendo. Debemos actuar y salvarlos antes de que sea demasiado tarde.

Durante el lapso de mi propia vida, he nadado a través de arrecifes de coral descoloridos y desolados que recuerdo que alguna vez fueron vibrantes y estuvieron vivos. Hace siglos Cristóbal Colón escribió en su diario lo difícil que le resultaba conciliar el sueño ya que las tortugas se estrellaban continuamente contra su barca de madera. Así es como los océanos solían ser, y es así como deberían seguir: colmados de vida.

Todavía existen lugares donde uno puede vislumbrar cómo debió haber sido la vida del océano antes de que el hombre incursionara en ellos. Nadar desde la Antártida, en medio de un tumulto defensor de pingüinos y focas, es conocer la esperanza de que nuestras aguas pueden restaurarse.

En el pasado he nadado con el objetivo de llamar la atención al cambio climático. Nadé a través del Polo Norte en una zona donde el hielo debió haber sido infranqueable. Nadé a través de un lago al lado del Monte Everest, el cual debería seguir siendo un glaciar.

Ahora la energía de mis campañas está enfocada en un solo objetivo: crear más áreas marinas protegidas en las partes más frágiles de nuestros océanos.

Ya han pasado más de seis décadas desde que se decretó Serengeti como Parque Nacional. El Parque Nacional Kruger data de 1898. El Parque Nacional Yellowstone recibió protección incluso antes, en 1872. En varios sentidos, esa fue una era menos iluminada que la nuestra con respecto a la conservación. No obstante, hubo hombres y mujeres de buena voluntad que pensaron que valía la pena salvar ciertas cosas, y que también tenían la determinación para actuar.

El momento ha llegado para hacer lo mismo por nuestro océanos. ¿No seremos capaces de hacer por nuestros mares en el siglo xxi lo que nuestros ancestros pudieron hacer en tierra hace mucho tiempo?

Menos del 2% de nuestros océanos disfrutan de protección significativa. Los científicos saben que se necesita hacer más, pero persuadir a los líderes políticos es un verdadero reto. En el Reino Unido, de donde yo provengo, un comité gubernamental de expertos en 2012 sugirió la creación de 127 nuevas Zonas Marinas de Conservación para proteger las especies en peligro de extinción que habitan en las costas de la isla. El gobierno sólo aprobó la creación de 31 esas zonas.

Necesitamos encontrar la manera de despertar a la gente de su apatía. Yo me di cuenta del urgente del peligro cuando acepté ser Patrocinador de la Fundación Sudafricana para la Conservación de las Aves Costeras. Ellos querían que les ayudará a difundir el desastre ecológico continuo de un barco con el nombre de Seli 1. Esta es una historia que resume los fracasos modernos de la política que rige los océanos.

En 2009, el barco Seli 1 se estrelló en la costa de Cabo de Buena Esperanza. Nadie se responsabilizó a tiempo. Los dueños del barco habían dejado que sus seguros se vencieran, lo cual significaba que no podían rescatar el barco. El gobierno local tenía la idea de que el gobierno nacional debería tomar cartas en el asunto. El gobierno nacional quería que el gobierno local pagara.

Por aproximadamente tres años, el Seli 1 se hundía cada vez más en la arena, despidiendo más petróleo cada vez que llovía. Y en el Cabo de Buena Fe llueve bastante. El petróleo llegó hasta la fuente de alimentación del pingüino africano.

Los pingüinos no pueden volar, así que contarlos es relativamente fácil, y eso los hace también una especie de indicador de la salud de los océanos. Al contarlos, podemos darnos cuenta de lo que les está pasando a las poblaciones de peces de las que se alimentan. En 1900 había más de 3 millones de pingüinos africanos. En el año 2000, ese número se había reducido drásticamente y alcanzaba sólo 100,000. Desde entonces, ese número se ha reducido casi a la mitad.

El daño que le estamos causando a la vida del océano en la actualidad es devastador, pero como está bajo la superficie es fácil ignorarlo. Necesitamos urgentemente que los líderes de los sectores público y privado así como la sociedad civil se involucren y digan que este es un problema grave que ya no podemos ignorar.

Autor: Lewis Pugh es fundador de Nuestro Futuro Azul, abogado marino, defensor del océano y nadador pionero. Participará en la Reunión Anual 2014 en Davos.

Imagen: REUTERS/Athit Perawongmetha

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