¿Cómo pueden las ciudades cuidar mejor de sus trabajadores migrantes?

¿Qué dos ciudades del mundo relacionas más con la inmigración? ¿Y qué dos ciudades dirías que son las más poderosas? Normalmente, si le pregunto cualquiera de estas preguntas a la gente, las respuestas que recibo – Nueva York y Londres – son las mismas.
Eso me dice que la mayoría de nosotros reconoce, de manera inconsciente, que la emigración puede ser una fuerza poderosa para el bien de las ciudades. Sin embargo, mientras la urbanización atrae residentes rurales en economías emergentes, esto no es algo en lo que nos estamos esforzando lo suficiente para actuar. Los emigrantes internos encuentran que las ciudades de rápido crecimiento de Asia, África y Latinoamérica no están preparadas para emplear su determinación individual para construir una vida mejor, y lo usan para construir una ciudad mejor.
Por lo general, la experiencia de un emigrante de un área rural es la siguiente: se mudan a la ciudad con la esperanza de trabajar duramente, ganar dinero y dar a sus hijos un mejor comienzo. Pero tienen dificultades para encontrar trabajo y terminan en un barrio pobre de emigrantes en la periferia. Allí viven una vida caracterizada por la informalidad: una vivienda informal, un trabajo informal, una educación informal para sus hijos.
Este ya es un fenómeno extremadamente común. Una de cada seis personas en el mundo vive en un barrio pobre urbano. Dentro de unas pocas décadas, serán una de cada tres. Aunque podamos crear una infraestructura que proporcione a los emigrantes urbanos con salidas para su energía y aspiración se va a convertir en un problema decisivo del siglo XXI. ¿Crecerán los hijos e hijas de los emigrantes de hoy en día para convertirse en médicos, ingenieros y empresarios, o en una masa febril de jóvenes marginados y descontentos?
La organización que fundé, INCLUDED, comenzó a pequeña escala en Beijing en 2006. Abrimos una centro comunitario para proporcionar servicios básicos como formación vocacional y conocimientos para la vida diaria, clubs extra-escolares y desarrollo de la primera infancia. Nosotros y nuestros afiliados tenemos ahora 14 de esos centros funcionando en Shanghai, Dhaka y Kathmandu.
Hemos tratado de ganar la confianza de gobiernos y de trabajar con empresas para poder proporcionar otros servicios como la conciencia legal y de la salud. Construir ciudades inclusivas requiere que todos los depositarios trabajen juntos: las empresas se están dando cuenta gradualmente del potencial a largo plazo que tiene el ofrecer servicios a precios asequibles en los barrios pobres; el papel del gobierno para formar políticas y planes urbanos es la pieza clave; la sociedad civil puede inspirar y aportar modelos comprobados.
A medida que las experiencias de las personas emigrantes rural-urbanas se hacen similares por todo el mundo, INCLUDED está creando una red global para recolectar las historias de lo que funciona y lo que no, y así poder simplificarlo.
El espíritu emprendedor no falta: los barrios pobres están llenos de creatividad, ambición y energía. Se calcula que el barrio pobre Dharavi de Mumbai tiene una economía informal de mil millones de dólares. Lo que tenemos que hacer es llevar la actividad del barrio pobre a la economía formal: imponer impuestos sobre esas ventas es una idea controvertida, pero financiaría la inversión de servicios básicos que, a cambio, impulsaría el crecimiento económico aún más, y ayudaría a legitimar el papel de las personas emigrantes y sus contribuciones en la ciudad.
Junto a la formalidad, quienes emigran necesitan estabilidad. En 2009, experimentamos de primera mano la inestabilidad de la existencia de un barrio pobre cuando derribaron nuestro centro – junto con las casas de 30.000 personas del barrio – con sólo tres semanas de aviso. Tenemos que proporcionar a los y las residentes de los barrios pobres la sensación de seguridad y pertenencia, la sensación de sentirse en casa dentro de la ciudad, lo que les incentivará a invertir y construir. Si queremos crecer, tenemos que incluirlos.
Esta experiencia nos enseñó porqué existen tan pocos ejemplos de arquitectura de calidad en los barrios pobres urbanos. Involucramos a arquitectos destacados para pensar sobre este problema, y juntos diseñamos nuevos centros comunitarios hechos a partir de contenedores de transporte reciclados – una solución que es duradera, creativa y práctica pero también movible en caso de que surja la necesidad. Ya que el diseño es una fuente importante de dignidad, necesitamos inspirar y movilizar urgentemente a la nueva generación de urbanistas, arquitectos y diseñadores industriales para diseñar teniendo en cuenta los barrios pobres. El diseño cuidadoso puede aumentar de manera significativa la calidad de vida para lo que se convertirá en una tercera parte de la humanidad.
Más fundamentalmente, tenemos que cambiar nuestra mentalidad para afrontar el estigma que tanto rodea a las personas emigrantes. Tenemos que proporcionar esperanza y soluciones a largo plazo, para conseguir la integración dentro de la ciudad formal. Tenemos que decirle a las personas emigrantes: estáis incluidas.
Autor: Jonathan Hursh es director ejecutivo y fundador de INCLUDED. Está participando en el Meeting Anual 2014 en Davos.
Imagen: REUTERS/STR New
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