¿Qué es una "economía inteligente" y por qué algunas economías son más inteligentes que otras?

¿Qué hace que una economía sea "inteligente"?

Parece que todo se resume a dominar la última tecnología de la forma más eficaz para el beneficio propio. Los países se han ido turnando en alguna versión de esto durante mucho tiempo.

En el siglo XVIII, los Países Bajos estaban tan satisfechos con su estatus de nación más rica de Europa que se perdieron algo que ahora se conoce como la Revolución Industrial, un avance que fue posible gracias a que tecnologías como la energía de vapor se utilizaron con mayor eficacia en Gran Bretaña.

La riqueza per cápita en Gran Bretaña casi se duplicó entre 1780 y 1870, junto con un fuerte aumento de la alfabetización y la esperanza de vida. Nada mal.

Entonces, una antigua colonia entró en acción. En un presagio del conflicto mundial por la propiedad intelectual que se avecinaba, Estados Unidos inició un exitoso robo de secretos comerciales británicos, como el telar de vapor, patrocinado por el gobierno.

Con Estados Unidos a la cabeza, el mundo industrializado se encontró en la punta ganadora de una "gran divergencia" de prosperidad global, que no fue tan buena para otros lugares (para la época de la Segunda Guerra Mundial, la desigualdad de riqueza se había disparado).

Ahora se está escribiendo un nuevo capítulo. Los países se preparan para hacer sus economías lo más inteligentes posible con una mezcla de silicio, inteligencia artificial, sensores, datos y más datos.

"La preparación lo es todo", afirmó el Ministro de Asuntos Económicos y Tecnologías de la Información de Estonia durante una sesión de la Reunión Extraordinaria del Foro en Riad, (tomando prestada una cita de Hamlet). La cuestión ahora, añadió el Ministro de Finanzas y Economía Nacional de Bahréin, es cómo convertir una era de vertiginosos cambios tecnológicos en "una ventaja".

En última instancia, el objetivo es manejar las nuevas herramientas como si fueran una máquina de vapor del siglo XIX . Dar forma al crecimiento económico para que otros puedan seguir los contornos que se definen. Los lugares dotados de suficiente riqueza, estrategia, energía y suerte pueden incluso lograrlo de forma que pasen de potencia media a superpotencia.

La publicidad en torno a la IA ha alcanzado niveles absurdos. Pero los gobiernos han discernido suficiente sustancia real como para lanzarse. "Si no dominamos la IA en los próximos cinco o siete años, nos volveremos irrelevantes", afirmó el ministro de Comunicaciones y Tecnologías de la Información de Arabia Saudí durante otra sesión de la reunión de Riad. Lo calificó de "punto de inflexión en la humanidad".

Dejar pasar esa oportunidad podría no ser una opción viable.

Desde hace algún tiempo, la economía mundial se nutre cada vez más del silicio. Hace varios años, el comercio total de semiconductores, vitales para enviar información instantáneamente de un punto a otro, alcanzó al del petróleo crudo.

Los recientes avances en IA no han hecho más que aumentar esta ambición.

El año pasado, Arabia Saudí creó una empresa para invertir 100 000 millones de dólares en chips avanzados y todo tipo de tecnología "inteligente" imaginable. Es posible que le siga un fondo adicional de 40 000 millones destinado específicamente a la IA. En una ocasión, el país encargó 120 millones de dólares en chips para impulsar el tipo de supercomputadora capaz de ampliar los límites del conocimiento científico.

La visión expuesta por el CEO de esa empresa que invierte 100 000 millones de dólares: las cosas que la gente de todo el mundo compra habitualmente, y de las que depende para su existencia digital, serán algún día "ensambladas por robots inteligentes, en una fábrica automatizada, en una ciudad inteligente, en Arabia Saudí".

Emiratos Árabes Unidos, vecino de Arabia Saudí, también ha invertido en la construcción de una economía cada vez más inteligente. A principios de este mes, una empresa a la que respalda y que tiene su propio gran modelo de lenguaje árabe (la columna vertebral de cosas como ChatGPT) recibió una inversión de 1500 millones de dólares de Microsoft.

Los EAU también podrían comprometerse a realizar una inversión multimillonaria en capacidad de producción de chips de nueva generación necesarios para que prospere la IA.

Históricamente, la región ha desempeñado un papel primordial en la configuración del conocimiento y la innovación mundiales, sobre todo entre los siglos VIII y XIII. En ella se originaron formas fundamentales de utilizar los números, navegar por los mares y explorar la anatomía humana.

Una complicación de la última ola de innovación: en combinación, cosas como IA, IoT y 6G no sólo nos cargan con más acrónimos, sino que potencialmente hacen que algunos de nosotros seamos un poco menos útiles.

Eso provocó otra comparación con la Revolución Industrial, esta vez de un ministro alemán que habló en la Reunión Especial de Riad: "Desde la máquina de vapor, cada gran avance tecnológico ha sido acusado de destruir puestos de trabajo", dijo. "La IA tiene los mismos retos".

Entre otras cosas, la Revolución Industrial dio lugar al concepto de propiedad intelectual como arma defensiva. Construir un cercado legal en torno a las ideas proporciona fuerza económica, que luego puede aplicarse a objetivos geopolíticos.

Pero es un planteamiento que puede parecer contraproducente, ya sea en términos de telares británicos o de iPhones estadounidenses.

Una forma más constructiva de hacer las cosas podría ser sembrar la innovación en muchos lugares y permitir que cada uno desempeñe un papel en el avance del progreso colectivo. Los Países Bajos son un buen ejemplo.

Puede que el país no haya participado en el despegue de la Revolución Industrial, pero ha conseguido hacerse un hueco en la cuarta iteración de la revolución: es sede de una empresa que produce las máquinas necesarias para fabricar chips avanzados, ahora que se han reducido a dimensiones asombrosamente pequeñas.

Puede que no sea una economía especialmente inteligente, pero es un eslabón crítico en una red global cada vez más inteligente. Fracturar una red así empujando a las economías a localizar su progreso, o a elegir un bando geopolítico en detrimento del otro, podría no ser muy inteligente en absoluto.

Para más contexto, aquí hay enlaces a otras lecturas de la plataforma de Inteligencia Estratégica del Foro Económico Mundial:

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