Reactivar el crecimiento en América Latina requiere fortalecer capacidades. Así se puede lograr
El crecimiento en América Latina sigue siendo demasiado bajo para generar prosperidad y movilidad social. Image: Unsplash/Scott Umstattd
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América Latina
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- El crecimiento en América Latina y el Caribe es demasiado bajo para mover la aguja del progreso socioeconómico.
- El lento avance tecnológico ha impedido a la región aprovechar la tecnología para innovar.
- Satisfacer las carencias de larga data de la región en materia de capacidades educativas, empresariales y técnicas es esencial para impulsar el crecimiento a través de mejores métodos de producción.
Los países de América Latina y el Caribe se cuestionan su modelo económico. El Presidente de Chile, Gabriel Boric, habló de "enterrarlo", mientras que el de Colombia, Gustavo Petro, advirtió de su "agotamiento". Aunque cada vez hay más pruebas de que los enfoques orientados al mercado producen mejores resultados de desarrollo que las alternativas, el hecho indiscutible es que el crecimiento sigue siendo demasiado bajo, incluso en los países con mejores resultados de la región, para generar prosperidad y movilidad social.
Antes de la pandemia, el producto interior bruto crecía una media del 2,2% entre 2010 y 2018; las previsiones actuales apenas son mejores. La búsqueda de un crecimiento más rápido e integrador lleva a algunos a volver a estrategias orientadas hacia el mercado interno, a otros a apostar por enfoques "moonshot", y a otros a redoblar las reformas basadas en el mercado. Sea cual sea la opción que consideren los gobiernos, para progresar es esencial satisfacer las antiguas carencias de la región en materia de capacidades educativas, empresariales y técnicas.
Ausencia de tecnología
Las deficiencias crónicas en la capacidad de la región para gestionar y aprovechar las nuevas tecnologías explican gran parte de su bajo rendimiento histórico en diversas industrias. Lejos de ser una maldición, la minería del cobre en Japón dio lugar a importantes empresas tecnológicas como Fujitsu, Hitachi y Sumitomo; en Estados Unidos, una "red de aprendizaje" de universidades y profesionales impulsada por el cobre sentó las bases de la futura diversificación económica.
Sin embargo, no existe una Hitachi autóctona en América Latina y las industrias mineras de la región crecieron tecnológicamente dependientes, precisamente, de Estados Unidos. La historia es la misma en la fabricación de alta tecnología. México empezó a ensamblar productos electrónicos en Guadalajara a principios de los ochenta, más o menos al mismo tiempo que Corea del Sur. Sin embargo, no existe un análogo local de Samsung.
Esto sugiere que la región debe centrarse menos en lo que produce y más en cómo lo hace: concretamente, en aprender los mejores métodos de hacer las cosas y las nuevas formas de aprovechar su ventaja comparativa, ya sea en recursos naturales, mano de obra barata o energía verde. Sin duda, los malos entornos empresariales han impedido el progreso. Sin embargo, también se necesita más personal científico, empresarios capaces, trabajadores bien formados y redes e instituciones de apoyo que se dediquen a la experimentación y la innovación necesarias para impulsar el crecimiento.
La región entró en la segunda revolución industrial desarmada tecnológica y empresarialmente y, en aspectos importantes, sigue estándolo. En 1900, Chile y Argentina tenían aproximadamente la misma renta per cápita que los exportadores agrícolas y forestales Dinamarca y Suecia, pero sólo una quinta parte de su nivel de ingenieros como porcentaje de la población.
Estas carencias se reflejan en retrasos en la adopción de nuevas tecnologías que plausiblemente explican gran parte de la divergencia de la región con respecto a las economías avanzadas. Además, la abrumadora importancia de los inmigrantes en la industrialización de la región sugiere una escasez previa de empresarios capaces de identificar y aprovechar las nuevas industrias y tecnologías.
Estos actores críticos no surgieron automáticamente en América Latina y el Caribe - no mientras se era líder competitivo en el comercio mundial de recursos naturales o se cultivaba la industria durante el período proteccionista de sustitución de importaciones. En los milagros asiáticos, tampoco fue así. Subsanar las carencias de capacidad fue un elemento deliberado de los programas de productividad de Japón y Singapur. Es necesario un esfuerzo comparable en la región.
Mejorar las vías de acceso desde el sistema educativo es fundamental para aumentar el número de emprendedores y acelerar la movilidad social.
”Crear capacidades
En el nivel más básico, la educación pública de baja calidad crónica de la región deja atrás a demasiadas personas y es una barrera significativa al crecimiento (y probablemente a la relocalización): El 29% de las empresas afirman que su crecimiento se ve obstaculizado por la falta de empleados cualificados, frente al 20% a escala mundial; la mitad de los alumnos de décimo año escolar (15-16 años) no saben leer un texto apropiado para su edad; poco más de un tercio de los jóvenes de 15 años cumplen los estándares mínimos en ciencias y matemáticas. En Brasil, Chile, Colombia, Uruguay y Panamá se está abordando el problema de la escasez perenne de graduados técnicos de nivel medio mediante programas de ciclo corto, comparables a los community colleges de los países avanzados.
Los programas públicos de formación de trabajadores siguen siendo costosos y poco acordes con las necesidades del sector privado. Las universidades de América Latina y el Caribe no consiguen situarse entre las 100 mejores del mundo y siguen graduando a relativamente pocos ingenieros y científicos: el 18% de los graduados en América Latina y el Caribe, frente al 25% en el mundo y el 28% en Asia Oriental. Además, van a la zaga a la hora de trabajar con el sector privado y facilitar los flujos de conocimiento y tecnología, mientras que Asia Oriental domina a nivel mundial.
La encuesta World Management Survey (Encuesta Mundial de Gestión) sugiere que tanto las empresas mejor gestionadas como las peor gestionadas de la región siguen estando sustancialmente rezagadas en cuanto a capacidades de gestión. Numerosos estudios, incluidos los realizados en América Latina, han demostrado que los servicios de consultoría pueden ayudar a las empresas a mejorar sus prácticas de gestión y aumentar la productividad. Pero también es necesario cultivar la capacidad de cuantificar y gestionar los riesgos asociados a la innovación, así como desarrollar las instituciones que mitigan los fallos del mercado asociados a la experimentación y a la financiación del riesgo. Paralelamente, mejorar las vías de acceso desde el sistema educativo es fundamental para aumentar el número de emprendedores y acelerar la movilidad social.
Reforzar los sistemas empresariales y de innovación requiere un programa urgente de reformas prosaicas, pero a menudo políticamente difíciles, en la educación, las empresas y el sector financiero. Para gestionar el alcance y la complejidad de estas reformas, es necesario mejorar la calidad de las instituciones de gobernanza a todos los niveles.
Esta agenda de desarrollo de capacidades no sustituye al "modelo" existente. Por el contrario, es un complemento necesario para abordar los fallos tradicionales del mercado, las deficiencias de las infraestructuras, las protecciones laborales mal diseñadas, los mercados financieros poco profundos y la reducción de la incertidumbre económica a largo plazo, que limitan los rendimientos de la innovación y la inversión. Del mismo modo, la competencia sigue siendo un estímulo necesario para la innovación. Y la eliminación de las barreras a la integración económica mundial, por ejemplo, mediante acuerdos comerciales más profundos, sigue siendo fundamental para acceder a las nuevas tecnologías y explotar las economías de escala, especialmente a medida que la región adopta el imperativo ecológico y la posibilidad de deslocalización cercana (nearshoring).
Sin embargo, si no se refuerzan las capacidades en todo el espectro, los "moonshots" se quedarán en tierra, no surgirán los Hitachi o Samsung latinos y seguirá siendo difícil alcanzar un crecimiento auténticamente integrador, dinámico y sostenible.
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