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Cómo implementar la G de ESG en las cadenas de suministro de Latinoamérica

Crear una hoja de ruta colaborativa entre empresas e involucrar al sector público puede dar una nueva ventaja competitiva a la región y ayudará a acelerar la transformación y el crecimiento responsable de las industrias.

Crear una hoja de ruta colaborativa entre empresas e involucrar al sector público puede dar una nueva ventaja competitiva a la región y ayudará a acelerar la transformación y el crecimiento responsable de las industrias. Image: Unsplash / Jaromír Kavan

Felipe Bezamat

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  • Los criterios ESG no son tres letras sueltas, sino que funcionan en su conjunto. Contar con una “G” de gobernanza fuerte en las cadenas de suministro puede garantizar un gobierno corporativo eficaz y dar vía para que la “E” y la “S” también lo sean.
  • Ante un panorama incierto, implementar criterios ESG tiene el potencial de crear una ventaja competitiva en las empresas de América Latina y acelerar una transformación responsable.
  • Las PYMEs y las empresas familiares juegan un rol importante en las cadenas de suministros de la región al constituir un porcentaje predominante de empleo formal y en su aporte al PIB de la región.

Las cadenas de suministros no han estado exentas de perturbaciones, obligando a los países y organizaciones a redefinir sus estrategias para mitigar los impactos derivados de la pandemia en el desabastecimiento de productos críticos, así como para seguir impulsando el desarrollo y crecimiento.

En América Latina, las disrupciones en las cadenas de suministros globales han afectado la producción, los precios y el empleo, y muestran un futuro incierto. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló que la inflación promedio en América Latina y el Caribe, aumentará a 14,6% este año 2022, y llegará a 9,5% el siguiente. A esto se debe sumar el incremento de conflictos geopolíticos, como la invasión de Rusia a Ucrania, que elevan aún más el escenario de incertidumbre y el posible impacto en los productos en las cadenas. En este contexto, las empresas se han visto presionadas por buscar no solo formas de mitigar disrupciones, sino también nuevas estrategias de eficiencia y oportunidades de ingresos, mirando más allá de sus fronteras operacionales y creando nuevos modelos de negocios en colaboración con sus cadenas logísticas. Por ejemplo, la aceleración de la automatización de procesos y la digitalización de operaciones han demostrado una importante capacidad de adaptación, pero, al mismo tiempo, han abierto nuevos riesgos como vulnerabilidades en ciberseguridad.

Además, América Latina es una región con tensiones internas en crecimiento, que se caracteriza por un ecosistema empresarial liderado por pequeñas y medianas empresas (PYMEs) y empresas familiares. Mientras las PYMEs juegan un rol fundamental en las cadenas de suministro y constituyen el 99,5% de las empresas de la región, generando el 60% del empleo productivo formal; las empresas familiares son esenciales en las economías latinoamericanas, representando el 75% de todas las empresas valuadas en más de US$ 1.000 millones y el 60% de su Producto Interno Bruto (PIB) total en la región.

Ante este panorama de incertidumbre, los riesgos en las cadenas de suministros son mayores, y buscar maneras de prevenir impactos negativos de manera proactiva y tomando en consideración las características particulares de la región, se vuelve crucial. Justamente es por esto que implementar criterios ESG, que permeen las cadenas de suministros, cobra especial relevancia para los líderes de empresas (C-Level y directivos) latinoamericanas. Sin embargo, para que esta transformación sea responsable, es fundamental que las empresas prioricen su “G” de Gobernanza y definan el “cómo” alcanzarán sus objetivos, alineando su estrategia de negocio a su propósito y valores.

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Buena G de gobernanza para enfrentar el nuevo contexto

Una buena gobernanza implica que las empresas tengan claro quiénes son, por qué existen, qué las mueve y, por lo tanto, definan su propósito y valores en equilibrio con su entorno. Del “cómo” alcanzar sus objetivos dependerá su desarrollo de largo plazo.

Sin embargo, muchas empresas fallan en la implementación de los ESG, porque no priorizan su “G”, y se enfocan en acciones medioambientales (“E”) que son más fáciles de visibilizar, derivando incluso en malas prácticas como el greenwashing, es decir, parecer sostenibles sin serlo. Al respecto, el informe “Measuring Stakeholder Capitalism” identifica cinco acciones que permiten a las empresas adoptar un enfoque holístico en materia de buen gobierno: propósito de gobierno, calidad del órgano de gobierno, compromiso de las partes interesadas, comportamiento ético y supervisión de riesgos y oportunidades.

Para implementar estas acciones y que la transformación tenga un verdadero impacto, se debe mirar no solo las acciones propias, sino las de toda la cadena logística, y asegurar que lo que se exija internamente, también se exija a los proveedores. En una reciente publicación del World Economic Forum, “Defining the ‘G’ in ESG, Governance Factors at the Heart of Sustainable Business”, los indicadores clave que deben atender las cadenas de suministros se deben enfocar en asegurar la transparencia; el cumplimiento de los contratos; conocer la realidad de los países donde se realizan las operaciones; ser muy cuidadoso en cada etapa, eslabón y lugar de la cadena logística, además de contar con doble verificación.

Lista base de factores que deben incluirse dentro de la G en ESG que pueden apropiar las empresas de acuerdo a su propio contexto y especificidades de su cadena de suministros.
Lista base de factores que deben incluirse dentro de la G en ESG que pueden apropiar las empresas de acuerdo a su propio contexto y especificidades de su cadena de suministros. Image: Foro Económico Mundial

Por ejemplo, en América Latina, Ecopetrol lleva dos años, adoptando e informando sus métricas ESG. En su camino hacia una transformación interna ha establecido procesos para medir su impacto privilegiando la calidad de la información sobre la cantidad, y ha involucrado a los departamentos reguladores y responsables de la elaboración de normas. Al mismo tiempo, trabaja con sus proveedores para ayudarlos medir sus emisiones de alcance 1.

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Los criterios ESG no son tres letras sueltas, sino que funcionan en su conjunto. Lo importante de contar con una “G” fuerte en las cadenas de suministro, es que redundará en un gobierno corporativo eficaz que garantizará que la “E” y la “S” también lo sean. De hecho, las organizaciones más exitosas serán las que implementen su “G” no solo para mitigar riesgos, sino también para crear nuevas oportunidades y modelos de negocio que generen valor para todo su ecosistema, incluyendo a los actores de la cadena de suministro, sus trabajadores, la sociedad y el medio ambiente.

Tres prioridades para iluminar el camino de transformación para las cadenas de suministros en América Latina:

  • Definir una estrategia de Gobernanza que involucre tanto a gerentes y directivos de grandes empresas, como a líderes de las PYMEs en las cadenas de suministro. En el camino hacia una buena “G”, los líderes deben transformar la organización, estrategias, operaciones y modelos de negocios, tomando en cuenta el gran número y diversidad de actores en la región.
  • Medir y entender el nivel de exposición al riesgo, así como definir metas ambiciosas que vayan unidas a la estrategia e implementación de iniciativas. Para llevar a cabo una transformación, la medición es el primer paso para transparentar y movilizar las organizaciones. Al mismo tiempo, identifica las áreas para desarrollar.
  • Implementar iniciativas que tengan como eje principal la colaboración con la cadena de suministro: nuevas tecnologías y soluciones innovadoras abren oportunidades para que las empresas puedan medir y reportar métricas de una manera más consistente, mientras continúan promoviendo el crecimiento y la sustentabilidad en colaboración con los actores de la cadena de suministro. Existe una oportunidad única para desarrollar esfuerzos colaborativos focalizados en desafíos comunes y fallas sistémicas, con incentivos para todas las partes involucradas.

Crear una hoja de ruta colaborativa entre empresas e involucrar al sector público, dará una nueva ventaja competitiva a la región y ayudará a acelerar la transformación responsable de las industrias, con beneficios para el crecimiento, las personas y el planeta.

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