Los beneficios de una sociedad sin dinero en efectivo
Las primeras monedas reconocibles se produjeron en China hace más de 3 000 años.
Sin embargo, si hoy viajamos a China es muy probable que veamos a la gente pagando sus compras utilizando el reconocimiento facial de sus teléfonos.
Es un cambio radical, pero es solo el principio de la revolución del dinero.
El nuevo ecosistema de pagos mundial, que incluye tanto el dinero físico como los monederos electrónicos móviles, es el resultado de la convergencia de tres grandes y poderosos sectores: las telecomunicaciones, la banca y el comercio minorista.
Y si el sector público y el privado pueden colaborar para aprovechar la última tecnología y hacer realidad todo el potencial de una sociedad sin efectivo, los beneficios serán enormes.
Es importante reflexionar primero acerca de en qué punto estamos en el camino hacia una sociedad sin efectivo.
Hasta el momento, la tendencia es básicamente a pasar del dinero en efectivo al empleo de sustitutos del efectivo. Con la participación de empresas privadas en la tramitación de esas transacciones, inevitablemente existe un coste. Y eso significa que hay una pérdida de valor cuando se realiza la transferencia.
Esta es mi visión de una verdadera sociedad sin efectivo. Hay un intercambio de valor en su totalidad, igual que con el dinero en efectivo. Y hace falta un gobierno nacional —más que bancos o similares— que actúe como proveedor de pagos, convirtiéndose de hecho en un servicio público.
Lo que se ahorre en costes de tramitación podría destinarse entonces a beneficiar a las personas necesitadas, por ejemplo con una transferencia a un fondo para revitalizar zonas económicamente deprimidas.
Esto puede sonar ilógico, pero yo argumentaría que prácticamente todo el mundo tiene acceso al capital. Sin embargo, el coste de acceso al mismo suele ser prohibitivo para los miembros más pobres de la sociedad. Si tienes una gran idea pero no te puedes permitir el capital inicial, es improbable que tu negocio despegue.
Una sociedad sin efectivo —junto con la transformación del último kilómetro de transferencias de dinero, pagos y servicios bancarios— ayudará a cerrar la brecha de la inclusión financiera.
Las tecnologías sin efectivo podrían situarse entre nuestros mayores activos para luchar contra la corrupción y el crimen organizado.
Una vez más, las personas que más tienen que ganar con ello son las más necesitadas.
Hay 1 400 millones de personas en el mundo que tienen que sobrevivir con menos de 1,25 dólares diarios. Al mismo tiempo, en los países en desarrollo se sustraen efectivamente alrededor de 1 260 billones USD mediante prácticas de corrupción, soborno, robo y evasión fiscal. Si pudiéramos recuperar ese dinero para esos países, podríamos elevar a esos 1 400 millones de personas por encima del umbral de la pobreza y mantenerlos ahí durante al menos seis años.
Si todo el mundo estuviera conectado a una infraestructura de pago electrónico punto a punto —un entorno sin dinero en efectivo— habría transparencia en los flujos monetarios. Ya sea ayuda internacional o inversión privada, si todos los eslabones de la cadena estuvieran conectados digitalmente, se podría ver adónde va el dinero y cómo se gasta.
Cualquier cantidad que apareciese fuera de ese marco se podría marcar e investigar de inmediato. De este modo se estrecharía el foco para los cuerpos policiales y los contables forenses y sería más fácil localizar y recuperar dinero oculto.
Por supuesto, la adopción de un sistema tan revolucionario entraña muchos desafíos que habría que superar. Y los gobiernos tendrán que adoptar medidas preventivas y proactivas en ámbitos tales como la gestión de la identidad y la protección de la seguridad y la privacidad.
Sin embargo, las estructuras fundamentales que harían todo esto posible —los componentes, o fontanería electrónica— ya están establecidas. Ya tenemos ecosistemas habilitados y seguros y la próxima generación de infraestructuras.
En Finablr, tenemos 25 años de experiencia en armonización reglamentaria y cumplimiento transfronterizo, con una red que se extiende por 170 países. También contamos con tecnología patentada, que ha facilitado 150 millones de transacciones con un valor total de 115 000 millones USD solo en 2018.
No hay vuelta atrás... y esto implica que tenemos que afrontar los riesgos y superar algunas de las dificultades que entraña eliminar el dinero en efectivo a fin de disfrutar de los beneficios que ello conlleva.
En los países desarrollados, una sociedad sin efectivo realizará transacciones sin problemas, sin fricciones y a bajo coste. Y en los países en desarrollo podría tener ventajas socioeconómicas que cambiarían la vida de la gente.
Este intercambio de valor fácilmente accesible creará un mundo más igualitario y reforzará el vínculo entre las personas, al margen de donde vivan.
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