La inteligencia artificial que decide si eres el candidato ideal a un trabajo solo con escucharte
Image: REUTERS/Denis Balibouse - RTX39EVV
El lenguaje que empleamos al comunicarnos traduce nuestra forma de ser. Este principio de la psicología, en concreto del campo de la psicolingüística, se da la mano con la inteligencia artificial en las oficinas de Precire Technologies. Esta mediana empresa de Aquisgrán (oeste alemán) lleva varios años trabajando en el desarrollo de un programa informático que realiza un análisis psicológico de los individuos con los que interactúa a partir de los discursos que esas personas puedan elaborar.
La periodista Miriam Hoffmeyer se sometía hace unos días a un análisis de Precire. Así se llama el software estrella de la compañía. Hoffmeyer habló al programa durante una veintena de minutos, según escribía esta autora en el diario Süddeutsche Zeitung. A partir de lo que Hoffmeyer pudo contar, por ejemplo, sobre sus últimas vacaciones, el programa informático concluyó, entre otras cosas, que su interlocutora tenía un "gran vocabulario" y "tendencia a relativizar". "Los niveles de estrés estaban en orden", indicaba Hoffmeyer aludiendo a los resultados que, después de la 'conversación', Precire le hizo llegar.
El comentario de Hoffmeyer sobre su higiene mental no fue ninguna casualidad. El área de la salud es uno de los ámbitos en los que Precire presenta prometedoras aplicaciones. Hay otras dos áreas especialmente llamativas: los recursos humanos y la atención al cliente en el mundo de la empresa. Desde hace poco, Precire lo utilizan también medios de comunicación "para saber sobre el efecto psicológico que tiene un texto sobre el lector", explican a este periódico desde la compañía alemana.
"Precire se puede utilizar para medir la sobrecarga psicológica que esté experimentando un paciente. Esto es importante porque la sobrecarga psicológica lleva a enfermedades", dice a eldiario.es Dirk Gratzel, uno de los fundadores de esta start-up germana con cerca de un lustro de vida. "Cuando se observa que una persona está sobrecargada psicológicamente, entonces hay una oportunidad para intervenir y para que esa persona no caiga enferma. Si no se hace nada, hay riesgo de que la persona caiga en depresión o que sufra problemas de ansiedad", abunda Gratzel.
A este abogado nacido hace 39 años en Essen (Alemania), el interés en la creación de un avance tecnológico como Precire le viene por sus años de experiencia en el sector de los recursos humanos. Trabajó en ese ámbito dentro de grandes compañías germanas, incluido el fabricante de automóviles Daimler-Benz, precursor de lo que luego sería Mercedes-Benz o Smart. En 2007 Gratz se hizo autónomo y siguió trabajando como asesor en su consultora sobre recursos humanos. En este contexto nació Precire.
"Nos dimos cuenta muy rápido de la importancia psicológica que tiene el lenguaje en las personas, y también de lo que decimos y cómo lo decimos en el ámbito empresarial", explica Gratzel. "Precire surgió con la intención de comprender a la gente desde un punto de vista psicológico", porque "cuando uno sabe quién es psicológicamente la persona que tiene delante, entonces se pueden tomar medidas para avanzar", abunda el fundador de la empresa teutona.
Él y su equipo trabajan hoy por hacer más asequible el análisis psicológico de los empleados. Anteriormente, él y los suyos habían estado al servicio de instituciones como la Policía y el Ejército germanos. Entre sus clientes figuraba también algún equipo de fútbol profesional alemán.
"Nuestro servicios eran antes muy caros. Los podían pagar, sí, instituciones como la Policía o un equipo de fútbol profesional, pero no una persona normal. Nadie puede pagar varios miles de euros para mejorar aspectos psicológicos de sus trabajadores. De hecho, muchos todavía no saben que esto se puede hacer y que constituye una solución a muchos problemas", expone Gratzel. "Por eso nos dijimos que si había que hacer más fácil la realización de diagnósticos y el prestar apoyo psicológico, el mejor modo no era la asesoría normal, que resulta inaccesible, sino la tecnología", abunda.
En Precire trabajan ahora una veintena de personas entre psicólogos, lingüistas e ingenieros informáticos especializados en el campo de la inteligencia artificial. Para empezar a construir el programa que analiza la personalidad del individuo con el que se comunica -ya sea por vía oral o escrita- Gratzel y su compañía convocaron a unas 5.000 personas para realizar exámenes psicológicos. Los resultados de esas pruebas sirvieron para componer la enorme base de datos que maneja hoy el programa en cuestión.
"Participaron miles de personas, vinieron a las oficinas o estuvimos en contacto con ellos por ordenador. Después nos centramos en el lenguaje que utilizaron para hablar en las pruebas", cuenta Gratzel. "Con miles de personas implicadas uno ya tiene un panorama psicológico de los tipos de seres humanos que pueden existir", añade el cofundador de Precire. En la empresa saben, por ejemplo, que "las personas que son curiosas, respecto a las que son conflictivas, suelen utilizar diferentes palabras al hablar", abunda Gratzel.
El trabajo con los datos que aportaron los participantes necesitó grandes capacidades informáticas. En el lenguaje de cada participante se prestaba atención a no menos de medio millón de aspectos o features, según los términos de los especialistas en inteligencia artificial.
"Para trabajar con esos 500.000 puntos de observación del lenguaje hace falta mucho poder de cálculo. Después, una vez hecho el programa, no se necesita tanto", apunta Gratzel, cuyo software no existiría sin ordenadores especialmente potentes en la elaboración de operaciones informáticas. Servidores virtuales y logística de la Universidad de Aquisgrán han estado al servicio de Precire en sus momentos de mayor exigencia.
Ahora, el programa lleva tiempo funcionando y actualmente está recibiendo atención mediática en Alemania, como demuestra el reciente artículo de Hoffmeyer en el Süddeutsche Zeitung, uno de los diarios germanos más importantes.
Contando con las reinversiones de los beneficios, fundadores e inversores han empleado no menos de diez millones de euros para hacer posible Precire, según las cuentas de la empresa. El programa parece tener ante sí un prometedor mercado, pues pocas actividades humanas escapan a la influencia de la inteligencia artificial.
"A la larga, los abogados, pilotos, enfermeros... Pácticamente todos los trabajos se verán alterados por la inteligencia artificial. A la gestión de recursos humanos le va a pasar lo mismo", según Gratzel. ¿Terminará desapareciendo la figura del responsable de personal en favor de un robot o de un programa informático como Precire? Gratzel no quiere que algo así ocurra.
Para él, las máquinas han de ser una ayuda para las personas, no un sustituto. En un país como Alemania, donde la cultura empresarial y política posibilita acuerdos como el que estos días negocia la canciller Angela Merkel con conservadores, liberales y ecologistas, Gratzel espera que iniciativas como Precire no tengan una influencia negativa en la tradicionalmente consensuada vida empresarial teutona.
"El diálogo entre los líderes de las empresas y los trabajadores debe ser una relación humana, esperemos que lo siga siendo", concluye el fundador de Precire.
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