Pobreza infantil en España ¿Es real si no la tengo cerca?
Image: REUTERS/Jon Nazca
Irene Lebrusán Murillo
Investigadora en el Departamento de Sociología , Universidad Complutense de MadridLa situación política en Cataluña ha sido el centro de atención en los últimos días, poniendo de manifiesto problemas ya sospechados de nuestro sistema político, pero sobre todo, nos ha servido para discutir. Mucho. Twitter, el patio de vecinos peor avenido, ha sido escenario de discusiones entre amigos virtuales y también de los de la vida real, de unfollows y otros comportamientos de la vida virtual que a mí me ha costado seguir. En medio de las discusiones, más o menos educadas, sí me sorprendió que una de las armas arrojadizas, repetida además en varios hilos, fuese la de la pobreza infantil, y de si el sentimiento patriótico se preocupaba o no por la vulnerabilidad de los menores. Ante este argumento, en más de una ocasión, otra persona (o varias) contestaba: “Esto es (métase el territorio que cada persona considere), aquí no hay pobreza infantil”.
Mi sorpresa no la despertaba tanto la cuestión de esgrimir la situación infantil como arma arrojadiza (se hace más a menudo de lo que pudiera parecer, y sirve para justificar o atacar diferentes posturas respecto a distintos temas) como esa idea persistente de que en España si un niño va al cole sin desayunar, es porque se levantó sin hambre.
No me malinterpreten; mi intención es poner el punto de atención sobre el desconocimiento que tenemos acerca de nuestra propia situación social y cierta tendencia a negar que en España, la “estabilización” de la crisis o los supuestos “brotes verdes” no solo no han acabado con la pobreza, sino que se ha recrudecido entre los menores. Muy al contrario, España es el tercer país en pobreza infantil en la UE.
La negación de la pobreza, en niños u otros grupos de edad, no es exclusiva de las redes sociales; parece que nos resistimos a creer que en España haya un 56% el número de hogares conformados por dos adultos y dos niños que viven con menos de 700 euros al mes.
”La negación de la pobreza, en niños u otros grupos de edad, no es exclusiva de las redes sociales; parece que nos resistimos a creer que en España 70.510 personas residen en viviendas que no tienen acceso al agua corriente, que 39.766 mayores de 65 años no tienen inodoro en el interior de su vivienda (datos censo 2011, INE) o que haya crecido en un 56% el número de hogares conformados por dos adultos y dos niños que viven con menos de 700 euros al mes.
Por una parte, es natural que queramos negarnos a reconocer esta realidad (las elevadas cifras de pobreza en nuestro país tienen unas implicaciones que cuesta reconocer) pero también es verdad que los datos no son fácilmente accesibles para todo el mundo, por lo que es comprensible que generalicemos a partir de nuestra realidad más inmediata.
Villarroya y Verani, en su trabajo para el Observatori Social la Caixa, nos facilitan la labor de búsqueda de los datos y realizan una serie de barómetros de inclusión social que podemos utilizar para reflexionar sobre la pobreza infantil en España. Vamos a empezar por los más pequeños:
Gráfico 1. Porcentaje de niños menores de 6 años en riesgo de pobreza
La situación de los niños menores de 6 años en riesgo de pobreza en España no solo muestra una tendencia al alza, sino que supera la situación que se produce tanto si comparamos con la Unión Europea (27 países) como si comparamos con Alemania, Noruega o Italia, especialmente para las fechas más recientes. La idea de que los niños noruegos estaban mejor que los españoles podía intuirse antes de ver los datos, pero es que también presentamos peores datos que países como Italia y Portugal -que no están precisamente en una situación desahogada-. Sin embargo, más que la peor posición comparativa (no es que los otros países tengan resuelto este problema) lo que resulta preocupante la tendencia y el gran aumento 2013-2014 (el mayor aumento en España de toda la serie).
Pero, ¿qué significa que estos niños están en riesgo de pobreza? La población en riesgo de pobreza es aquella que reside en hogares con ingresos anuales inferiores al del umbral de pobreza, que se establece en el 60% de la renta mediana disponible. Es decir, hogares que incluso después de las transferencias sociales como son la prestación por desempleo o pensiones de todo tipo, siguen teniendo unos ingresos que están por debajo de la renta mediana disponible equivalente. Esto es más comprensible con el siguiente ejemplo: según la información que proporciona la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2015 en España, el valor del umbral de pobreza de un hogar de una sola persona era de 8.011 euros anuales, el de un hogar formado por 2 adultos y 2 niños menores de 14 años era de 16.823 euros anuales. Los hogares con unos ingresos anuales inferiores a éstos estarían considerados en riesgo de pobreza.
No es solo que los niños presenten una mayor inclinación a la pobreza que otros grupos de edad sino que tener hijos se convierte en acelerante de la pobreza: los hogares con hijos dependientes a cargo tienen una tasa de riesgo de pobreza mayor que la que presentan los hogares sin hijos dependientes. Asimismo, el valor de la tasa de riesgo de pobreza aumenta en los hogares formados por un adulto con al menos un hijo dependiente a cargo o en aquellos hogares en los que ninguno de los dos progenitores trabaja. Si esta asociación ausencia de empleo-pobreza en hogares con niños es esperable, es el aumento del riesgo en la serie 2007-2012 lo que preocupa, especialmente cuando nuestros vecinos portugueses, que en esta variable presentan valores más elevados en toda la serie, consiguen una tendencia a la baja mientras que España empeora:
Gráfico 2. Porcentaje de niños menores de 15 años en los que ninguno de los dos progenitores trabaja y que, por tanto, se halla en mayor riesgo de pobreza y/o exclusión social.
¿Qué nos dice este gráfico? Que cuando los hogares con hijos pierden sus trabajos, incluso tras las transferencias sociales que les corresponden, no pueden evitar estar en situación de pobreza. Es decir, el Estado de Bienestar español no dispone de suficientes mecanismos para evitar situaciones de pobreza infantil. Pero además, una vez que los niños están en situación de pobreza (sea cual sea su hogar y situación) les va a costar más salir de la pobreza que a los niños de otros países europeos:
Gráfico 3. Duración de la pobreza relativa en hogares con niños menores de 15 años
No estamos por lo tanto ante “situaciones puntuales” en las que los hogares tienen ingresos más bajos de lo habitual, sino que estas situaciones de ingresos inferiores a los del umbral de pobreza se dilatan en el tiempo, de modo que estamos antes una pobreza persistente. Así, de los países señalados, y en referencia al periodo de 4 años que mide la estadística (no porque la pobreza no dure más, sino porque los problemas de medición nos impiden conocer datos más allá de ese periodo de tiempo) en España los niños pobres lo son durante más tiempo.
Hay mucho más que decir sobre la pobreza infantil, pero de manera muy breve, estos gráficos nos ayudan a constatar que la pobreza en los niños no solo está lejos de ser resuelta, sino que su persistencia en el tiempo y la tendencia en los años recientes apuntan a un elevado riesgo de que este problema pase a convertirse en un rasgo definitorio de la sociedad española.
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