Hipótesis futuristas que probablemente no sucederán
Image: REUTERS/NASA
Estamos en un punto clave de la historia humana. Es lo que opinan muchos expertos de ciencia y tecnología, entre ellos Bill Gates, Elon Musk, Yuval Noah Harari y Stephen Hawking.
Las tecnologías que revolucionarán el mundo durante los próximos 50 años serán en el campo de la inteligencia artificial y en la ingeniería genética. Por un lado, los robots serán capaces de realizar una gran cantidad de tareas, desde conducir coches y construir casas hasta llevar las cuentas de un negocio y ejecutar cirugías cardiacas; por otro lado, la programación genética permitirá a los humanos eliminar enfermedades hereditarias, extender la juventud, agudizar los sentidos, mejorar la destreza física y alzar el coeficiente intelectual.
Hay muchas hipótesis de cómo será en mundo a mediados y finales del siglo XXI. Algunos opinan que todos seremos cyborgs medio máquinas, medio humanos que vivirán 200 años, otros imaginan un mundo en que la conciencia humana se podrá descargar en una nube informática como si fuera una aplicación de software; otros prevén un mundo distópico en que toda la humanidad vivirá sometida a la tiranía de unos algoritmos que se reescriben solos. En mi opinión, no creo que nadie pueda ser tan arrogante para pretender que sepa con seguridad lo que sucederá en el futuro, pero en este artículo me gustaría hablar de algunos hipótesis que probablemente NO se cumplirán, y dar mis explicaciones.
Una de las tecnologías que más ha cambiado la vida cotidiana es internet. A través de él, podemos hacer compras, hablar con gente en el otro lado del mundo, leer artículos de prensa, escribir, dibujar, ver películas, trabajar, etc. Hay gente que opina que en el futuro ya no hace falta que existan tiendas, oficinas o lugares de reunión, porque todas las gestiones o quedadas se podrán hacer a través de internet sin que nadie salga de su casa. Por supuesto, los únicos edificios que existirán serán viviendas.
Aunque la tecnología probablemente sí que tiene la capacidad de anular cualquier necesidad del ser humano de salir de su casa, no creo que esta hipótesis se haga realidad porque va en contra de una de las necesidades humanas más básicas: el contacto físico con otros.
Hablar con un amigo por Skype no provoca la misma sensación de quedar con él en un bar para tomar una caña. Cuando trabajas físicamente cerca de un compañero, establecerás una confianza mucho más estrecha que si solo lo conoces a través de la pantalla. La calle, los parques, las plazas, los centros comerciales y todos los lugares públicos no solo sirven para hacer compras y recados, sino también para encontrarse con otros seres humanos, tanto conocidos como desconocidos.
Si realmente llegase el momento en que todas las tiendas se cerrasen, seguro que los locales se reinventarán para otros usos públicos, porque los seres humanos necesitamos un lugar donde personas desconocidas puedan reunirse de forma espontánea.
Muchas novelas o películas de ciencia ficción, entre ellos Ghost in the Shell, retrata un mundo futurista en el que se puede trasladar la mente humana de un cuerpo a otro. Por supuesto, la identidad de cada persona ya no se definirá por su cuerpo físico, sino por su conciencia. De hecho, habrá personas que dispondrán de varios cuerpos con distintas características físicas, y cada uno se usará para motivos distintos.
Aunque si la tecnología lo permitiera, creo que solo será la opción de una minoría de la minoría de personas, probablemente los que tienen algún defecto o discapacidad física en su cuerpo natal. Porque por instinto humano, el cuerpo físico forma una parte integral del sentido de identidad de cada persona. A pesar de que mucha gente se hace cirugía estética para cambiar de aspecto, no creo que a nadie le gustara cambiar su cuerpo entero por el cuerpo de otro solo por lo deseables que sean sus rasgos, porque este nuevo cuerpo ya chocará con su sentido del yo.
Una extensión del hipótesis 2 es que, como el cuerpo humano no es nada más que una cáscara que envuelve el alma, en el futuro toda la gente ya será libre de género, cambiándose entre hombre y mujer según el cuerpo en el que se introduzca la conciencia.
En mi opinión, es muy poco probable que suceda porque según los últimos estudios, el cerebro sí que tiene sexo, y la identidad de género parece innata, permanece constante durante el resto de la vida. Como evidencia, los transexuales son precisamente gente cuyo cerebro pertenece al sexo opuesto de su cuerpo. Sufren muchos conflictos psicológicos desde la infancia y, cuando pueden, se operan para cambiar su sexo corporal para que coincida con el de la mente.
Si tan complicada es la situación cuando el género del cerebro no coincide con el del cuerpo, por más que la tecnología lo permita, no creo que a la mayoría de la gente le haga gracia la idea de cambiar el sexo de su cuerpo constantemente de un día a otro por capricho.
Últimamente hay mucha investigación para descifrar los mensajes que llevan en las ondas cerebrales y los utilizan para ejecutar órdenes. Hay gente que opina que si esta tecnología avanzase en el futuro, todo el mundo podría hablar con otros sin abrir la boca o mover objetos sin usar un músculo.
No creo que nunca sea una situación normalizada por dos cuestiones muy sencillas. Primero, la mayoría de los seres humanos no somos capaces de controlar nuestros pensamientos. Mientras que escribo estas palabras, una docena de ideas están pasando por mi cabeza. Si tuviera que escribir solo con pensamientos sin mover ni un dedo, ¿cómo controlaría cuál de los pensamientos saliera en esta página? Segundo, mover el cuerpo es una sensación que da gusto a los seres humanos porque nos hace sentir que tenemos el control de nuestro cuerpo.
Sin embargo, esta tecnología sí que hará la vida mucho más fácil para los parapléjicos, que creo que es el propósito original de la investigación.
Con el desarrollo de la inteligencia artificial, hay mucha gente que visualiza un futuro en que todas las gestiones de nuestra sociedad, desde la dirección de empresas, las compras y ventas, hasta el sistema judicial y la recaudación de impuestos, serán dirigidas por programas de algoritmo sin ninguna intervención humana. En la vida cotidiana, tampoco hará falta que tomemos ninguna decisión, porque un algoritmo lo hará todo por nosotros.
Yo tampoco veo muy factible este mundo, porque los seres humanos necesitamos sentir tener control en nuestra vida. Nos gusta tomar decisiones, resolver problemas y enfrentarnos a retos, tanto físicos como intelectuales. Los algoritmos nos podrán asistir en tomar decisiones, pero no las tomarán por nosotros. Acerca de organismos como empresas, instituciones y estados, no hay duda que los algoritmos harán un porcentaje cada vez más grande del trabajo, pero siempre habrá algunos humanos controlando, o al menos vigilando, los procesos más claves. Porque al fin y al cabo, necesitamos sentir que seremos nosotros, los humanos, los que tengamos la última palabra.
Otra hipótesis muy popular es que en el futuro todos tendríamos integrado desde el nacimiento componentes no orgánicos en nuestro cuerpo, que nos ayudarán a agudizar los sentidos, fortalecer los músculos y aumentar la capacidad intelectual. Es decir, todos seremos seres biónicos.
Esta realidad todavía no la veo muy probable en el futuro previsto porque la mayoría de la gente rechazará la idea de introducir componentes no orgánicos en la profundidad de su cuerpo, aunque le dieran poderes especiales. Lo que sí que veo más factible es cuando las personas envejezcan, irán sustituyendo un órgano real con otro biomecánico hasta que no les quede ni un órgano original de su cuerpo salvo su mente.
Hablando de actualizaciones en el cuerpo humano, veo más futuro en la edición genética. Con activar y desactivar ciertos genes, se eliminán enfermedades, regenerarán células dañadas y se alargará la juventud. Pero el cuerpo humano permanecerá como una entidad 100% orgánica, compuesta por los mismos órganos con los que ha nacido.
Si la tendencia de la globalización continua, acelerada por internet, hay gente que opina que dentro de 2 o 3 generaciones todos los pueblos y países de todos los continentes pertenecerán a la misma cultura global. Por supuesto, ya no existirán diferencias entre ingleses, alemanes, rusos, egipcios, keniatas, senegaleses, indios, chinos, vietnamitas y peruanos. Todos hablaremos el mismo idioma, escucharemos la misma música, comeremos la misma comida y nos sentiremos como parte de la misma identidad mundial.
No hay duda de que la diferencia cultural entre países se ha reducido durante los últimos años, pero creo que el día en que realmente llegásemos a la situación que ya no se distinga entre China, Francia y Kenia, nuevas diferencias culturales se inventarán. Porque, por naturaleza, los seres humanos necesitan crear grupos identitarios para distinguir entre los nuestros y los otros. Y la forma más directa de marcar esta diferencia es a través de la idiosincrasia, como la forma de vestir, el idioma/acento, el aspecto físico, la religión, la gastronomía, la música que se escucha o el modo de vida que se lleva. Quizás en un mundo futurista, las diferencias culturales ya no dependerán tanto de la geografía, sino más de ideología o identificación voluntaria de cada uno.
En mi opinión…
A pesar de que la cultura, la tecnología y la educación pueden modificar ciertos comportamientos, hay determinados instintos humanos que son producto de millones de años de evolución, que se pueden canalizar, pero no eliminar, como el sentido del yo ligado tanto a la mente como al cuerpo, la pertenencia a un colectivo, la necesidad de sentir en control de nuestro destino, la cercanía física con otros seres humanos, la propiedad personal y la alegría de disfrutar de una conversación, de la buena música, del ejercicio físico y del sexo.
No tengo ni idea de en qué tipo de sociedad vivirán nuestros descendientes a finales del siglo XXI, pero estoy seguro de que será en una en que las necesidades básicas emocionales de los seres humanos seguirán siendo las mismas de siempre.
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