La creciente pero vulnerable clase media de América Latina
El auge de las clases medias en las regiones en desarrollo tendrá un fuerte impacto político, económico y social. Image: REUTERS/Ricardo Moraes
El desarrollo de la clase media es un proceso relativamente reciente, que ocurre sobre todo en los países en desarrollo y que está en la actualidad en auge. El proceso de erradicación de la pobreza está unido al crecimiento en dichos países.
Este fenómeno representa un reto para el diseño de políticas, pues las bajas capacidades institucionales de los países en desarrollo hacen difícil compaginar estrategias para mitigar la pobreza –que todavía sigue siendo elevada- y medidas destinadas a aquellas personas que han salido de la pobreza extrema pero que siguen siendo vulnerables, debido al alto riesgo de volver a caer en su situación anterior.
Aunque esta tendencia parece llevar consigo una disminución de la pobreza, no es así en todos sitios, habiendo importantes variaciones según las regiones. China y el Sureste Asiático destacan por la disminución de la pobreza, pero el número de población vulnerable sigue siendo muy elevado.
En América Latina, el auge de la clase media ha sido el segundo caso más relevante de las regiones en desarrollo en el mundo, por detrás de Europa del Este. Uno de cada tres latinoamericanos forma ahora parte de este grupo social, aunque también ha aumentado la población en situación de vulnerabilidad. Esto supone dos grandes retos para la región: en primer lugar, deben redoblarse los esfuerzos para fortalecer las redes de seguridad y apoyo social, impidiendo así que esta población caiga de nuevo en la pobreza. Además, también hay que desarrollar políticas centradas en los casi 200 millones de latinoamericanos que forman parte de la clase media, pues son la base para impulsar el crecimiento de la región.
Cuando ser clase media no es lo mismo que sentirse clase media
Existen cuatro variables que tienen un mayor impacto a la hora de identificarse como clase media: el nivel educativo, la posibilidad de ahorrar, supervisar a alguien en el trabajo y que un miembro de la familia esté empleado.
En cuanto a las variables nacionales, se observa que a menor desigualdad y mayor ingreso per cápita, existen mayores posibilidades de que los ciudadanos se perciban como clase media. Asimismo, en un país donde existan muchas áreas rurales, hay mayor probabilidad de que aquellos que viven en zonas urbanas se perciban como clase media, pues sienten que su situación es considerablemente mejor que la de los trabajadores rurales. Ocurre igual con la fragmentación étnica, ya que a medida que la homogeneidad se reduce, hay más probabilidad de percibirse como clase media. En caso contrario, existe la posibilidad de sentirse excluido de esa etnia mayoritaria y por lo tanto, de percibirse en un estrato inferior. Por último, otro de los factores relevantes es aquel que se refiere al tipo de empleo: si uno trabaja en el sector privado, más inestable, hay menos percepción de clase media, al contrario que si la actividad que uno realiza es del sector público.
La acumulación de recursos tiene como resultado mayor capacidad de inversión en capital físico, financiero y, especialmente, en humano, saliendo beneficiados sectores como la construcción, las finanzas, la salud o la educación. El gran reto de América Latina es precisamente la población vulnerable, la más numerosa de la región. Este grupo se percibe como clase media debido principalmente a dos motivos: la educación y la capacidad de ahorro. La mejora de estos dos factores va a ser clave para impedir que se genere frustración por no satisfacer sus aspiraciones, como ya está pasando en Chile o Brasil, que actualmente viven fuertes tensiones sociales ante la incapacidad institucional de canalizar las nuevas demandas de la población.
Valores y preferencias de la clase media
En cuanto a los valores y percepciones, en todas las regiones en desarrollo se repite el mismo patrón. Con respecto a la ideología, destaca la moderación, se trata de población más tolerante, que a diferencia de las clases más ricas, favorecen instituciones más amplias y participativas.
El nivel de capital social –aquel que hace referencia a la construcción de redes organizativas para canalizar las demandas sociales a través de la cooperación dentro de comunidades específicas- destaca por no ser elevado. Los individuos no desarrollan actitudes cooperativas ni se involucran en los temas de su comunidad por pertenecer a la clase media.
La confianza en las instituciones, en contra de lo que predicen las hipótesis desarrolladas por los expertos, es bastante baja, por lo que aunque crezca el número de personas perteneciente a la clase media, el impacto en la legitimidad del sistema no es significativo.
Además, el activismo político de las clases medias es sorprendentemente bajo, desmontando las teorías que afirman lo contrario. En cuanto al papel del Estado en la protección social las regiones en desarrollo están muy polarizadas, y, por lo general, tienden a ser más favorables a las reglas de mercado.
Sin embargo, lo que distingue a la clase media latinoamericana del resto de regiones en desarrollo es su tendencia al post-materialismo, algo paradójico si lo comparamos con la cultura política del país, que se caracteriza por la poca movilización social. El post-materialismo otorga mayor importancia a la calidad de vida, la defensa de las ideas y la democracia y en todas las regiones en desarrollo presentan valores moderados, mezclando preferencias materiales y post-materiales. Aunque la cultura política en América Latina destaca por el bajo interés y poco activismo, se han producido grandes protestas en los últimos años en países como Colombia, Chile, Brasil y Venezuela por parte de los sectores vulnerables, que rechazan la política precisamente por la ineficacia institucional a la hora de proveer bienes públicos como salud, educación o asistencia social.
En resumen, el auge de las clases medias en las regiones en desarrollo tendrá sin duda un fuerte impacto político, económico y social, con nuevas problemáticas que se situarán en el centro de la agenda política de estos países. El cambio que se viene gestando durante los últimos años y que cada vez es más acelerado demuestra que las clases medias en América Latina están dispuestas a retomar su rol como promotores del cambio social, especialmente en lo que se refiere a valores post-materiales. Esto plantea desafíos en la región y pondrá a prueba la capacidad de las instituciones para adaptarse a la nueva realidad, pero sin duda será fuente de cambios positivos.
Este artículo está basado en La reciente pero vulnerable clase media de América Latina: patrones de expansión, valores y preferencias de Michael Penfold y Guillermo Rodríguez Guzmán.
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