Productividad y creatividad: ¿Realmente son enemigos?
Siempre ha habido una especie de tensión entre productividad y creatividad.
La productividad tiene que ver con hacer un uso eficiente de los recursos para conseguir los mejores resultados con el menor esfuerzo. La gente productiva enfoca sus tareas de manera sistemática y puede medir el progreso que está haciendo.
La creatividad no parece tener nada que ver con eso. Tiene que ver con quedarse mirando a la luna hasta que te llega la inspiración para crear algo. El proceso creativo no se puede sistematizar. Las grandes ideas pueden llegar en cualquier momento.
Parecen dos conceptos excluyentes. Tal es así que muchas personas creativas repudian la productividad y la organización personal porque piensan que, para poder ser creativos, no deben estar sujetos a ningún tipo de reglas o sistemas que puedan reprimir su libertad de pensamiento. Se debe dar rienda suelta a la imaginación, la intuición y la curiosidad intelectual.
Aunque no todos los artistas piensan igual. Pablo Picasso aportó citas muy interesantes acerca de la productividad en el arte, como por ejemplo “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” o “Deja para mañana solo lo que te mueres de ganas de dejar sin hacer”. El escritor de novelas de terror Stephen King defiende que hay que trabajar duro para llegar a ser creativo: “Nadie en su sano juicio puede argumentar que la cantidad garantiza la calidad, pero sugerir que la cantidad no va a producir nada de calidad me parece cursi, vacío y totalmente falso.”
La creatividad proviene de lo que se llama pensamiento divergente (el que genera ideas), mientras que las listas de tareas son el resultado de nuestro pensamiento convergente (el que ordena y analiza nuestras ideas para obtener el mejor resultado). Ambos tipos de pensamiento son importantes y complementarios e, idealmente, hemos de ser capaces de alternar entre las dos clases de pensamiento cuando sea conveniente.
Yo creo que, hoy en día, la productividad y la creatividad deben ir de la mano. La creatividad en el trabajo consiste en aportar nuevas ideas o conceptos que generen valor, o nuevas asociaciones entre ideas o conceptos ya existentes. La creatividad ya no está limitada a diseñadores, arquitectos, artistas o científicos. Todos tenemos un trabajo en el que hemos de aportar una buena dosis de creatividad.
Si eres productivo, pero no creativo, mal asunto. Los trabajos que no requieren creatividad están desapareciendo; o bien se automatizan, o bien se subcontratana países con mano de obra mucho más barata.
Por otra parte, si eres creativo, pero no produces… ¿de qué te vale?
Existen varias teorías sobre el proceso creativo, y una de las más aceptadas es la de Graham Wallas, que dice que, una vez de establecidos los parámetros y restricciones de un problema, tienen lugar estas cinco fases:
1.- Preparación. Te sumerges y absorbes toda la información que te sea posible para entender bien el problema, explorar todas las asociaciones y preparar a tu cerebro para una posible respuesta.
2.- Incubación. Interiorizas el problema y te das el tiempo y el espacio necesarios para que puedan fluir las ideas.
3.- Intimación. Juegas con todas las ideas que surgen. Dibujas esquemas, haces bocetos, creas prototipos, etc. Empiezas a intuir que la solución está próxima.
4.- Iluminación. Por fin, la idea creativa salta al consciente.
5.- Verificación. La idea se verifica conscientemente, se elabora y se aplica.
Aunque la idea creativa pueda aparecer en cualquier momento, para inventar, la mente ha de tenido que prepararse previamente, consciente o inconscientemente. Se trata de un trabajo exhaustivo que se puede hacer mejor con una buena organización: Proceso de búsqueda, investigación, lluvia de ideas, asociar ideas, establecer analogías, etc.
La verificación de la idea implica hacer cosas, un nivel elevado de esfuerzo que requiere planificación, constancia y control.
Por lo tanto, tanto antes de empezar el proceso creativo como una vez finalizado, necesitas cierta planificación y organización. Son dos momentos en los que hay que cambiar hacia el pensamiento convergente y establecer con claridad el camino a seguir.
Los métodos de productividad personal deben ser una herramienta para enfocar nuestros esfuerzos hacia lo que realmente importa, y esto no supone ningún tipo de bloqueo a la creatividad. Al contrario, si sabes dónde debes poner tu atención en cada momento, será mucho más difícil que tu cerebro se distraiga cuando llegue el momento de ser creativo. También será mucho más fácil que entres en la zona y fluyas.
Además, las personas creativas también tienen que hacer tareas mundanas y repetitivas (como todo el mundo). Tareas, que si no tienes bien definidas y planificadas, pueden matar tu creatividad. Automatizar tareas repetitivas y tener un sistema de gestión de tareas en el que confíes, no sólo va a permitirte tener más tiempo disponible, sino que tu mente va a tener más espacio para el pensamiento creativo.
En definitiva, es necesario un equilibrio entre productividad y creatividad para lograr el éxito. Hay que saber moverse entre el pensamiento convergente y divergente, o dicho de otro modo, saber distinguir cuándo es el momento de “tener grandes ideas” y cuándo es el momento de “hacer las cosas”.
Con la colaboración de Sintetia
Autor: Francisco Sáez es el creador de FacileThings, una herramienta de productividad personal en la nube, y escribe habitualmente sobre productividad y GTD en este blog
Imagen: REUTERS/Valentin Flauraud
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