Un lugar para emprendedores sociales

Nunca había estado cerca siquiera de asistir al World Economic Forum, suponía que se trataba de un espacio reservado exclusivamente para la élite política y empresarial. Desde mi perspectiva, creía que los participantes eran presidentes, ministros, académicos, premios Nobel y ejecutivos de multinacionales. Por todo esto me parecía no sólo inalcanzable sino incluso inadecuado para los temas socio-ambientales que desarrollo.

Sin embargo dos oportunidades me abrieron la mente. Por una parte, el premio al emprendedor social del año de la Fundación Schwab y la revista El Sábado, del diario El Mercurio. Ellos me demostraron el interés de profesor Klaus Schwab, fundador del Forum, por acercar a emprendedores e innovadores sociales para inspirar a los sectores más tradicionales.

Y por otra, logré ver con absoluta claridad la necesidad de estos mismos sectores de acercarse y conocer modelos virtuosos como el de las ’empresas B’. Hoy las ’empresas B’ representan una respuesta precisa y contundente a la necesidad de resolver problemas públicos de modo que el resultado financiero sea una consecuencia y no el fin.

En cada workshop y panel estos conceptos aparecieron con sorprendente claridad, provocando entusiasmo y genuino interés por parte de los más diversos sectores.

Las “empresas B” -o B corps o Benefit Corporations- son una figura empresarial presente en 40 países. Y desde sus estatutos, las compañías se comprometen a metas sociales y ambientales, además de maximizar beneficios para los accionistas. De esta forma el impacto socio-ambiental pasa a ser un elemento aceptable y hasta exigible para directores y ejecutivos, quienes quedan protegidos ante potenciales cuestionamientos sobre sus objetivos de mediano y largo plazo. Por último, las Empresas B se comprometen a actuar con altos estándares de transparencia, pasando por un riguroso modelo de evaluación. 

Particularmente inspiradora me resultó la conversación que sostuve con el profesor Joseph Stiglitz (Premio Nobel de economía 2001), quien quedó sorprendido al constatar que ya existen casi 1.300 empresas B certificadas en todo el mundo.

Mi experiencia de tres días en el WEF de Latino América corroboró ambas expectativas. Mi mayor privilegio fue constatar que los emprendedores sociales debemos acudir urgentemente a espacios como el WEF. Pero no con un sombrero y pidiendo donaciones, si no con un micrófono y la determinación de aportar soluciones, y acaso hacer alianzas virtuosas.

Al mismo tiempo la Fundación Schwab me dio la posibilidad de recibir el ‘mentoreo’ de personas a quienes sigo y admiro desde hace tiempo. En particular, conocí más a fondo a José Ignacio Avalos, emprendedor social mexicano que posee extraordinarias experiencias para compartir.

Es fundamental que emprendedores y emprendedoras sociales, que ya generan impacto positivo en sus regiones, participen de estos encuentros y se atrevan a interactuar de igual a igual con quienes se mueven en las altas esferas de poder. Dejemos de lado los prejuicios y el pudor que provocan la formalidad y elegancia. Al final, el decorado no es más que eso.

Porque lo verdaderamente importante es el contenido y sus métricas de impacto. Eso es lo que el World Economic Forum necesita, y lo busca y recluta por el mundo a través de la Fundación Schwab y el concurso del Emprendedor Social del Año.

¿Es usted un emprendedor social? La Fundación Schwab está aceptando aplicaciones para el Emprendedor Social del Año 2016 – fecha límite es el 30 de junio. solicitar aquí.

 Autor: Gonzalo Muñoz Abogabir, CEO TriCiclos, Cofundador de SistemaB y miembro del board de BLAB.

Imagen: REUTERS/Luke MacGregor