Cinco retos energéticos que el mundo debe afrontar

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La caída en picado de los precios del petróleo ha hecho que la energía vuelva a los titulares, y los analistas lo cuestionan todo, desde la viabilidad del proyecto del petróleo de esquisto de Estados Unidos hasta la estabilidad de la economía rusa. Sin embargo, lo que baja también puede subir. Deberíamos ver más allá de los movimientos de los precios de tan solo unos cuantos meses y adoptar una visión a mucho más largo plazo respecto a la forma como utilizamos la energía en el mundo.

Todos y cada uno de los países se enfrentan a la necesidad de considerar, y a veces realizar, concesiones difíciles entre tres objetivos: la seguridad energética, la asequibilidad y la sostenibilidad ambiental. Por ejemplo, la elección entre los diversos combustibles implica compromisos entre estas tres dimensiones, como ocurre en Japón y otros países, donde la reducción de la energía nuclear se ha reflejado en el aumento de otros combustibles, con otras características y, por consiguiente, con repercusiones para el costo total de la energía y las emisiones de gases de efecto invernadero. De forma similar puede haber compromisos entre la seguridad energética y los costos si una gran dependencia de las importaciones de energía de una sola fuente ofrece un costo inferior pero mayores riesgos de interrupción del suministro que una opción más diversificada de importaciones de energía y producción nacional.

En todos los casos, los compromisos son diferentes, pero siempre existen algunos factores comunes. Los inversores solo asignarán los fondos necesarios para las inversiones en energía a largo plazo si tienen confianza en la estabilidad de la planificación a largo plazo de un país, lo que requiere que las instituciones sean creíbles. Esto, a su vez, depende del apoyo público a largo plazo a la estrategia energética nacional, para lo cual el público debe participar en un debate informado sobre dichos compromisos.

Al examinar las experiencias de los distintos países a nivel mundial, se plantean cinco preguntas clave. En cada caso, el reto es enorme, pero cabe ser optimistas.

  1. Actualmente unos 1.300 millones de personas no tienen acceso a la energía moderna. ¿Podemos conectarlas? Los inversores tienen el dinero para construir las infraestructuras para colmar la brecha energética, pero solo lo harán si tienen confianza en una gobernanza estable. La estabilidad del entorno político y el marco institucional de Ghana, en comparación con la de algunos de sus vecinos, permite explicar por qué su tasa de electrificación ha alcanzado un 72%, frente a una media del 41% en el África Subsahariana.
  2. ¿Podemos usar la energía de forma más eficiente y reducir considerablemente la relación entre energía y PIB? Suiza ocupa el primer puesto en seguridad, sostenibilidad y asequibilidad entre los 125 países examinados en el informe Energy Architecture Performance Index para 2015 que el Foro Económico Mundial acaba de publicar, debido a su excelente desempeño en los diversos aspectos que caracterizan un sistema energético sólido, en particular su desempeño en intensidad energética, dado que produce 16,35 USD de PIB por cada unidad de energía consumida, en comparación con una media de 9,64 USD de las economías avanzadas y 5,80 USD en el caso de los países BRICS. El progreso depende de que las tecnologías de eficiencia energética se implanten en todo el mundo y de que un mayor número de países hagan la transición al crecimiento por medio de sectores económicos con una menor intensidad energética.
  3. La mayor parte de la energía del mundo procede aún de la combustión de carbón. ¿Podemos reducir sustancialmente las emisiones de carbono? El reto en este caso es encontrar maneras de internalizar las externalidades negativas; en otras palabras, hacer que el precio de la energía refleje el costo de la contaminación y la contribución al cambio climático. Únicamente con incentivos financieros de algún tipo podemos esperar estimular la innovación necesaria. Noruega fue el primer país en introducir un impuesto significativo sobre las emisiones de carbono en 1991, y actualmente ocupa el segundo lugar en el índice de desempeño energético de 2015, gracias en parte a los resultados de sus parámetros ambientales.
  4. ¿Podemos optimizar los recursos creando redes eléctricas regionales? Los oleoductos y gasoductos que cruzan fronteras existen desde hace muchos años, y el mercado escandinavo de la electricidad tiene sólidos vínculos con Europa; sin embargo, existe un potencial mucho mayor para optimizar recursos mediante la creación de redes regionales, en particular a medida que aumente la importancia de las energías renovables procedentes de fuentes intermitentes, como la energía solar y eólica, pues mientras más amplia es la extensión geográfica de las redes, mayor es su potencial para ignorar la varianza local de condiciones. Alemania ha llegado al punto en el que comienzan a plantearse estos temas. Las redes regionales solo son posibles si los inversores tienen confianza en la estabilidad de la situación geopolítica regional, así como en la gobernanza nacional.
  5. ¿Podemos mantener el costo de la energía a un nivel suficientemente bajo para lograr un crecimiento económico sostenible? Una de las razones de los altos precios de la energía de los últimos años es el costo que representa para las empresas amortizar las costosas infraestructuras que han quedado obsoletas antes de lo previsto. A pesar de los retos que plantea actualmente la reducción de los precios del petróleo, la producción de gas de esquisto en Estados Unidos es un ejemplo de la explotación con éxito de recursos gracias a las nuevas tecnologías, las infraestructuras gasísticas ya existentes y un mercado del gas que funciona. La necesidad de petróleo importado del país se ha reducido a menos de la mitad desde 2005 y el precio relativo del gas ha bajado un 10%, lo que explica en parte el incremento de la producción industrial de Estados Unidos en comparación con la de la Unión Europea.

Debemos separar las decisiones relativas a las diversas fuentes energéticas de la fluctuación de los precios del petróleo, e incluso de las posiciones de los distintos ministros y directores de empresa. El mundo solo puede garantizar su seguridad energética y acelerar la tan necesaria transición hacia unas fuentes energéticas con menos emisiones de carbono con la participación del público en la formulación de los marcos políticos a largo plazo.

El índice de rendimiento de Arquitectura Energética Global 2015 fue lanzado hoy.

se dio a conocer hoy.

Autor: Roberto Bocca, director principal y responsable de industrias energéticas del Foro Económico Mundial

Imagen: REUTERS/Brian Snyder

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