El avance tecnológico que va a luchar contra el cambio climático

Redacto este texto desde el interior de una fábrica, y lo que estoy viendo es algo que va a cambiar el mundo.
Desde aquí puedo ver el piso de la fábrica; el zumbido de las máquinas es relativamente fuerte, pero relajante, y todas las personas traen cascos y lentes de seguridad.
Aproximadamente a 4,5 metros de distancia está Isaac, nuestro gerente de operaciones. Isaac está parado al lado de la línea de producción de gránulos de plástico, la cual ha estado supervisando durante las últimas siete horas. ¿Qué es lo que ocurre en esta línea? De una manera relativamente automática, esta línea produce un flujo continuo de gránulos de plástico, y después los deposita en grandes cajas de almacenaje. Cajas y cajas de gránulos. Isaac está observando una caja de gránulos recién hechos para inspeccionarlos. Después del proceso siguen todavía tibios, y casi todos son idénticos en tamaño y forma. Isaac ha hecho un trabajo fabuloso hoy: cientos de kilogramos de plástico fabricado en un solo turno, casi sin pérdidas.
Para el ojo inexperto, esta es una fábrica de producción de plástico. Si uno se asoma al interior de una de las muchas bolsas, barriles o costales que están en la fábrica, observará lo que tiene la apariencia y la sensación de ser gránulos de plástico. Si uno moldea partes con estos gránulos, como lo hemos hecho varias veces hoy, podrá crear una forma o una parte tan sólida como cualquier plástico que haya tocado en su vida.
Pero si uno mira más detenidamente podrá ver que hay algo diferente. Dentro de las cajas hay gránulos de plástico, lo cual significa que se pueden calentar y moldear de cualquier manera. Pero tienen otra característica muy diferente. Mientras que la mayoría del plástico se hace con petróleo u otros combustibles fósiles, por vez primera, este plástico está hecho de carbono extraído del aire. Esto no es sólo plástico: es plástico de carbono negativo –plástico que, de hecho, reduce la concentración de carbono en el aire– y eso es el principio de algo importante.
El asunto es este: el debate acerca del cambio climático no ha llegado a ningún lugar debido a que gira en torno a una cuestión que no puede resolverse. La cuestión no es la ciencia. La ciencia es lo sencillo: añadamos al aire más carbono que atrape el calor, y el aire se calienta. Hemos vertido al aire billones de kilogramos de gas de efecto invernadero que atrapa el calor y la temperatura de la tierra ha aumentado. El año 2012 ha sido el año más caluroso del que se tenga memoria, y la década pasada fue la más calurosa que se haya registrado en toda la historia. Ya hemos realizado el experimento; hemos probado nuestra lógica y teníamos razón.
Por lo menos durante 20 años, el tema del debate no ha sido la ciencia. Lo que hemos estado debatiendo es una pregunta: ¿podemos justificar el costo económico de la regulación de emisiones de carbono? El problema fundamental consiste en que ambos lados tienen la razón. Sí: el cambio climático inducido por el calentamiento global tiene el potencial de causarle daños catastróficos al planeta, tales como inundaciones, incendios, sequías, cosechas fallidas, escasez de alimentos, escasez de agua, desastres naturales de alta intensidad y una gama de consecuencias, muchas de las cuales ya estamos presenciando en la actualidad. Incluso si dejamos nuestra obligación moral al lado por un momento, el cambio climático ocasionado por los elevados niveles de carbono es una amenaza para nuestros recursos, nuestra economía y la vida de nuestros seres queridos.
No obstante, a pesar de que el imperativo de reducir las emisiones de carbono es claro, el debate tiene otra cara: regular el carbono imponiendo impuestos, límites o penalidades por emisiones de carbono tiene el potencial de infligir un daño económico a corto plazo. Las emisiones de carbono son ubicuas. Cada vez que prendemos una luz, nuestro teléfono móvil o computadora, cada vez que abrimos el agua caliente de la ducha, cada vez que conducimos nuestro automóvil: en algún lugar, de alguna manera, emisiones de carbono fluyen para que dichas acciones puedan realizarse. Tratemos de imaginar, entonces, qué pasaría si se nos cobrara un impuesto cada que realizáramos cada una de estas actividades. La verdad es que imponer impuestos o regulaciones en el carbono tiene el potencial de causar daño económico. Regular el carbono podría hacer que muchas de las cosas que son vitales para nuestras vidas se vuelvan más caras. A pesar de nuestras mejores intenciones, de nuestra buena visión y la abrumadora fortaleza de nuestra ciencia, este es un hecho que no se puede ignorar, y las personas que se oponen a la regulación de carbono por motivos económicos a corto plazo no se equivocan.
Debemos reconocer que ambos lados del debate tienen argumentos válidos y que, por eso mismo, si queremos resolver este problema –y debemos hacerlo ahora– tenemos que replantear la pregunta. En lugar de preguntar si se puede imponer una regulación sobre el carbono, ¿qué tal si buscamos un terreno común?¿Qué tal si hubiese una solución que redujera las emisiones de carbono sin requerir la regulación de carbono? ¿Qué tal si hubiera una solución que redujera rápidamente la concentración de carbono en el aire a la vez que genera ingresos económicos? Si tuviéramos una solución así no necesitaríamos de regulaciones de carbono. El mercado mismo sacaría al carbono del aire. Al sentarme aquí, en esta fábrica, creo que estoy presenciando esa solución en acción.
Hoy, en este momento, conforme redacto este texto, estamos extrayendo carbono del aire y lo estamos convirtiendo en plástico de carbono negativo. Estamos reemplazando el petróleo con carbono de gases de efecto invernadero; estamos reduciendo el costo de producir plástico y estamos reduciendo la concentración de carbono en el aire. Este es plástico de carbono negativo. Con esta herramienta tenemos la oportunidad de eliminar miles de millones de kilogramos de emisiones de carbono cada año al incentivar la industria para capturar el carbono y volverlo plástico sustentable, de alto desempeño y de bajo costo.
Esta tecnología no nació de la noche a la mañana. Yo he trabajado personalmente de 12 a 16 horas diarias casi todos los días por casi una década para llegar hasta este punto. Mis socios y compañeros en Newlight han dedicado sus vidas a esta tecnología. Con avances en rendimiento, desempeño del producto y tecnología de conversión y ampliación, hemos logrado que esta tecnología funcione. En desempeño se compara con el plástico hecho en base a petróleo, en precio es más barato que el plástico hecho de petróleo y ofrece una solución en base al mercado para revertir el cambio climático.
Pocas cosas hay tan poderosas como las soluciones impulsadas por el mercado. Mientras veo esta línea de producción de plástico y me maravillo, incluso hoy, del concepto de transformar el gas invisible en gránulos de plástico me digo: la tecnología está aquí y la hora de corregir el cambio climático es ahora.
Autor: Mark Herrema, jefe ejecutivo de Newlight Technologies
Imagen: REUTERS/Carlos Barria
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