Equidad, Diversidad e Inclusión

Gender gaps en el mercado laboral español

An employee works at Citi's tech hub in Tel Aviv, Israel December 14, 2015. For years, Israel tried to entice foreign banks to come and compete with domestic operators, with little success. Now foreigners are finally coming, but not to open up bank branches. It's Israel's skills in the flourishing space where technology and finance meet that is drawing them in. Picture taken December 14, 2015. REUTERS/Amir Cohen - RTX1YW1R

Image: REUTERS/Amir Cohen

J. Ignacio Conde Ruiz
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Paridad de género

Hace unos días presentamos en FEDEA un trabajo de investigación donde realizamos un exhaustivo análisis de las brechas de genero en el mercado de trabajo en España y con una comparación internacional. En este post pretendemos simplemente presentar los principales resultados.

De los 22.8 millones de personas activas en España, más de 10.6 millones son mujeres. Las diferencias entre sus distintas formas de interactuar con el mercado de trabajo y aquellas de los restantes 12.2 millones de hombres son complejas, tanto por la variedad existente dentro de ambos colectivos como por las causas de dichas diferencias, que se enraízan en toda una maraña de factores demográficos, históricos, económicos y sociales. El artículo busca crear una panorámica de las desigualdades de género en el mercado laboral español contextualizando las mismas mediante una comparación con una serie de países europeos.

En la primera sección, introducimos el debate de las diferencias de género en el mercado laboral mediante un breve análisis de la estructura demográfica de la población española y de las diferencias entre hombres y mujeres de acuerdo con distintas variables demográficas. Encontramos que debido a la tardía incorporación de la mujer al mercado de trabajo en comparación con otras economías occidentales, la edad media de las mujeres que trabajan es menor que en otros países de nuestro entorno.

Por otro lado, las mujeres en España tienen más años de educación formal que los hombres. En 2015 aproximadamente el 43% de las mujeres en el mercado de trabajo español habían terminado estudios universitarios frente a un 36% en el caso de los hombres. En todas las generaciones menores de 50 años encontramos que las mujeres tienen un nivel educativo mayor que los hombres, siendo las diferencias mayores en las cohortes de menor edad. Cuando observamos el porcentaje de alumnos que repiten curso, este es mayor para el caso masculino en todos aquellos cursos en los que es posible repetir en España.

En segundo lugar, examinamos en el mismo bloque, debido a su fuerte relación, los factores que afectan a la oferta de trabajo femenina en nuestro país y la balanza entre vida familiar y laboral. El aumento en la participación laboral femenina en España en los últimos 15 años ha sido el mayor de la UE-15, convergiendo desde muy por debajo de la media hasta valores cercanos a la misma, tanto en términos absolutos como en brecha de género en participación en el mercado de trabajo. Dicha velocidad de convergencia explica el actual salto generacional en las tasas de actividad femeninas por edad.

Paralelamente, el progreso en conciliación laboral ha sido muy inferior: España tiene una distribución de tareas domésticas por género sumamente desigual. Las mujeres dedican diariamente por encima de 2 horas más al día de media a tareas domésticas (incluyendo cuidado infantil) que los hombres. Casi el 70% de las horas dedicadas a trabajo doméstico no remunerado en España las realizaron mujeres. Es probable que la combinación entre altas tasas de participación y la fuerte segmentación en la realización de las tareas del hogar puede tener un efecto significativo sobre las tasas de fertilidad y otras brechas en el mercado de trabajo.

La desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo va más allá de la participación laboral. En la segunda sección analizamos las diferencias de género en distintas condiciones laborales (incluyendo, entre otros, desempleo, parcialidad, temporalidad, salarios, y sobrecualificación). A lo largo de los últimos 15 años, la tasa media de desempleo femenina (20%) ha sido más de 6 puntos porcentuales superior que la masculina (14%). Esta brecha se ha ido reduciendo paulatinamente, pero el efecto asimétrico de la crisis sobre el empleo masculino a través de la destrucción de puestos de trabajo relacionados con la construcción en la última crisis ha acelerado el proceso y, podemos esperar que dicha tendencia se revierta en los próximos años. Por otro lado, destacamos que, mientras que en España las tasas de parcialidad son inferiores a la media europea, las tasas de parcialidad no deseada son bastante elevadas, especialmente en el caso de las mujeres. Esto apunta a una importante carencia de puestos de trabajo a jornada parcial de calidad, con el resultante efecto añadido sobre la dificultad para compatibilizar trabajo y familia.

En el ámbito salarial, la brecha de género, tanto ajustada como sin ajustar, se puede situar en el entorno del 20%. Las mujeres tienen de media un mayor nivel educativo, pero algo menos de experiencia laboral y ambos efectos parecen compensarse, haciendo que la brecha ajustada y la brecha sin ajustar sean similares. La tendencia de la brecha no ajustada desde los años 90 es decreciente debido a la mejoría relativa en el nivel educativo medio de las mujeres; pero es discutible que esta tendencia se encuentre también en la brecha ajustada.

Finalmente, la segregación ocupacional en el mercado laboral español es significativa, pero se encuentra dentro de los estándares europeos. La concentración de mujeres en ocupaciones con salarios relativos bajos es muy probablemente un factor de relevancia a la hora de entender los diferenciales salariales existentes en un número importante de países europeos, incluyendo España.

En la tercera sección, pasamos a analizar el desarrollo profesional de las mujeres a través de su representación en distintas áreas, tanto del sector público como del sector privado. Existe una importante infrarrepresentación de mujeres en las instituciones públicas españolas, especialmente en las etapas más altas del servicio diplomático, el poder judicial y el gobierno regional y local. En general, la proporción de mujeres en instituciones públicas tiende a decrecer a medida que aumenta el nivel de autoridad. Este fenómeno es común a la mayoría de los grandes países europeos, encontrándose España aproximadamente en la media de los mismos. En el sector privado, encontramos que las mujeres ocupan sólo el 10% de las posiciones de mayor liderazgo de las empresas más grandes de España, así como alrededor del 17% de los asientos de sus consejos de administración; cifras inferiores a la media de los 8 países analizados con detalle (Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Alemania, Suecia, Bélgica, Holanda). Algunas de las explicaciones más habituales para la existencia de “techos de cristal” en España son la mala conciliación trabajo-familia, el fuerte desajuste entre cualificación educativa y puestos de trabajo entre las mujeres (sobrecualificación) y la existencia de “efectos red” y estereotipos de género.

Finalmente, analizamos las opciones de política de género existentes y llevamos a cabo una serie de recomendaciones, incluyendo la extensión de los servicios públicos de cuidado y educación infantil entre los niños de 0 a 3 años y la puesta en marcha de un sistema de bajas parentales compartido entre hombres y mujeres, con un número de días exclusivo para cada uno de ellos e incentivos económicos para promover el reparto equitativo de los días de baja. Por otro lado, se resaltan los beneficios de adoptar una política de flexibilización de las condiciones laborales en términos de jornada y lugar de trabajo. Por último, apoyándonos en el éxito del caso italiano, se recomienda el establecimiento gradual de cuotas de género de carácter temporal en consejos de administración, con un sistema transparente de plazos de implementación y sanciones por incumplimiento.

Este artículo ha sido escrito por J. Ignacio Conde Ruiz, profesor titular de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Complutense de Madrid, y sub-director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) e Ignacio Marra de Artíñano de FEDEA

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