Por qué la seguridad hídrica es uno de los retos globales más urgentes

Cuando sólo quedan siete años para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el mundo sigue muy retrasado, sobre todo en lo que se refiere a los objetivos relacionados con el agua. Tenemos que dar pasos rápidos y significativos hacia un mundo con seguridad hídrica. Pero, ¿qué significa eso en la práctica?

La seguridad del agua va mucho más allá de si tenemos demasiado o demasiado poco de este recurso físico. Afecta a todos los aspectos de nuestro desarrollo y bienestar como personas en un planeta habitable. Necesitamos agua suficiente, de la calidad adecuada, para mantenernos sanos, sostener nuestros medios de vida, hacer crecer nuestras economías y proteger nuestros ecosistemas. La seguridad hídrica abarca todos los aspectos de la cuestión, desde las catástrofes relacionadas con el agua y las enfermedades transmitidas por el agua hasta los conflictos por recursos compartidos y los problemas de gobernanza, pasando por la biodiversidad y la calidad de las aguas subterráneas.

A pesar de los compromisos mundiales, nuestros avances en materia de seguridad hídrica son demasiado lentos. Para 2030, se espera que la demanda mundial de agua dulce supere a la oferta en un 40%, y se calcula que 1600 millones de personas carecerán de agua potable gestionada de forma segura.

En la actualidad, 4000 millones de personas viven en zonas con escasez de agua y una de cada cuatro ciudades sufre inseguridad hídrica. El aumento de la población significa que se necesita más agua para producir alimentos y energía y para el funcionamiento de las ciudades. Y la contaminación del agua amenaza los recursos existentes: se calcula que el 80% de las aguas residuales de la industria y los municipios se vierten sin tratar, lo que puede contaminar el agua y otros recursos naturales.

El agua está estrechamente vinculada a muchos retos, pero quizá ninguno tan acuciante como el cambio climático. La crisis climática está alterando gravemente el ciclo del agua del que dependen las personas y el planeta. El agua está en el centro de esta crisis: nueve de cada diez fenómenos climáticos están relacionados con el agua. Las sequías y las inundaciones siguen aumentando en intensidad, las aguas subterráneas se están secando, las ciudades y las explotaciones agrícolas se enfrentan a la escasez de agua y los glaciares se derriten a un ritmo acelerado.

A medida que nos acercamos de la COP28 de noviembre de este año, cuando la comunidad mundial hará balance de los avances en el Acuerdo de París, es crucial que el agua sea una consideración central en toda la acción climática.

Necesitamos una acción global urgente -coordinada en todos los sectores e instituciones- para garantizar un mundo con seguridad hídrica para todos. Mejorar la resiliencia al cambio climático y garantizar un uso sostenible del agua nos ayudará a optimizar el uso de este recurso cada vez más escaso y variable. Aumentar la inclusión es importante para apoyar el desarrollo y garantizar que se compartan los beneficios del agua.

Estos cambios requieren asociaciones, políticas y financiación. En términos prácticos, necesitamos una inversión y una financiación mucho mayores para las infraestructuras relacionadas con el agua y las instituciones -incluidos los organismos de cuenca fluvial, las empresas de servicios públicos y los municipios- que pueden ayudar a construirlas y mantenerlas.

Satisfacer las necesidades mundiales de financiación del agua es un reto especialmente grande. Se calcula que las infraestructuras hídricas requerirán la asombrosa cifra de 6,7 billones de dólares para 2030 y 22,6 billones para 2050. Sin embargo, el sector mundial del agua atrae actualmente menos del 2% del gasto público, con un nivel similar de inversión privada en los países de renta baja y media. Se necesita más financiación, junto con enfoques más innovadores para maximizar el impacto de los fondos.

Los líderes mundiales, incluidas instituciones internacionales como el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial, junto con los gobiernos y la sociedad civil, están poniendo en práctica una visión compartida de la seguridad hídrica.

El Banco Mundial alberga un fondo fiduciario de múltiples donantes, el Grupo de Recursos Hídricos 2030 (2030 WRG), que está utilizando el poder de las asociaciones para introducir cambios en el sector del agua. Esto puede verse en acción en Bangladesh, donde las comunidades se enfrentan a una grave crisis de contaminación. Muchos ríos están biológicamente muertos y el 28% de las muertes se deben a la contaminación. El déficit de financiación del país para la gestión de la contaminación del agua, que se espera alcance los 6600 millones de dólares en 2040, es demasiado grande para cubrirlo solo con fondos públicos. Aquí es donde la colaboración resulta crucial. El 2030 WRG está reuniendo a las partes interesadas públicas y privadas para acelerar las inversiones, incluyendo 450 millones de dólares en financiación pública y 100 millones de dólares en capital privado, para ayudar a abordar el urgente reto de la contaminación del agua en Bangladesh.

A lo largo de la última década, el 2030 WRG ha contribuido al avance de la seguridad hídrica mediante asociaciones de múltiples partes interesadas en varios países. A principios de este año, el fondo fiduciario puso en marcha un nuevo plan estratégico para catalizar la colaboración y la financiación para el desarrollo de planes de seguridad hídrica y acción por el clima. En el marco de la estrategia actualizada, el 2030 WRG colaborará aún más estrechamente con el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial para aportar financiación, innovación y capacidad de respuesta climática al sector del agua. Mediante la acción colectiva, podemos dar pasos significativos hacia un mundo con seguridad hídrica.