La inclusión y el cuidado podrían combatir la desigualdad en las ciudades

Una familia en el lago Victoria, Uganda.

¿Ha llegado el momento de reconocer al cuidado como un derecho humano? Image: Alianza de las Ciudades

Yamila Castro
Communications Lead, Cities Alliance
Greg Munro
Director, Cities Alliance
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Society and Equity

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  • El mundo se está urbanizando a un ritmo sin precedentes, con más de la mitad de la población mundial de 8000 millones de habitantes en las ciudades. A medida que crecen las zonas urbanas, se acentúan las desigualdades.
  • Las políticas de cuidados que reconocen a los ciudadanos como agentes del cambio y promueven el apoyo mutuo son esenciales para crear ciudades más inclusivas, justas y equitativas.
  • Situar a las comunidades en el centro de estas políticas permite a los gobiernos locales y a los socios internacionales para el desarrollo salvar las distancias y fomentar una sociedad más armoniosa y compasiva.

En el contexto actual de crisis interconectadas, el mundo se enfrenta a desigualdades cada vez más profundas. Según el Banco Mundial, la pandemia ha estancado el ritmo de reducción de la pobreza y, como resultado, 90 millones de personas más cayeron en situación de pobreza extrema en 2020. Las previsiones para 2022 son igualmente sombrías, ya que nos enfrentamos a las repercusiones de la guerra de Ucrania y a la crisis mundial del coste de la vida.

El informe sobre desigualdad 2023 de Oxfam, presentado en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), revela una realidad preocupante: el 1% más rico de la población mundial ha acumulado casi el doble de riqueza que el 99% restante.

Este nivel récord de desigualdad no tiene precedentes, ya que la riqueza extrema y la pobreza extrema han aumentado simultáneamente por primera vez en 25 años. Sin embargo, en medio de estos desafíos, la urbanización nos presenta una clara oportunidad para forjar un nuevo contrato social centrado en los sistemas de cuidados.

Con más de la mitad de la población mundial residiendo en ciudades, y con una previsión de que alcance el 70% en 2050, las comunidades, los gobiernos locales y las organizaciones de desarrollo deben desempeñar un papel clave en el fomento del cuidado como valor central, tal y como afirma un reciente documento político coproducido por la organización Alianza de las Ciudades, auspiciada por la ONU. El documento alimenta el Pacto para el Futuro de la Humanidad, un marco político defendido por la circunscripción mundial de gobiernos locales y regionales.

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Enfoque basado en los derechos

En estos sistemas de cuidado, las comunidades, sobre todo las más marginadas, no sólo son receptoras, sino también motor de la acción social. Empoderar a las personas para que participen en los procesos de toma de decisiones que conforman sus vidas es el primer paso crucial hacia la creación de sociedades inclusivas, justas y equitativas. El segundo es reconocer los cuidados como un derecho humano y un bien público tanto para quienes los reciben como para quienes los prestan.

Las mujeres se llevan la peor parte del trabajo no remunerado en todo el mundo debido a las normas sociales y culturales de género. Según la ONU, asumen tres veces más cuidados no remunerados que los hombres; una carga intensificada durante la pandemia por el cierre de mecanismos de apoyo esenciales, como escuelas y guarderías.

Iniciativas como los Manzanas del Cuidado de Bogotá (Colombia) mejoran los servicios de proximidad para las mujeres con bajos ingresos y las personas bajo su cuidado, ofreciendo oportunidades de autocuidado, fomentando la igualdad de género mediante la formación profesional y rompiendo el círculo de la pobreza y la desigualdad.

En Durban (Sudáfrica), las organizaciones de la sociedad civil Asiye eTafuleni y WIEGO pusieron en marcha un proyecto piloto para proporcionar servicios de guardería a mujeres del sector informal en un concurrido centro comercial. Las zonas inutilizadas del mercado se transformaron en espacios seguros para los niños y las madres recibieron formación como cuidadoras, mientras otras madres pagaban tarifas asequibles por el cuidado de los niños. Los socios del proyecto han elaborado directrices para instalaciones similares e iniciado diálogo con las autoridades locales para ampliar estas iniciativas.

Al empoderar a las personas para que se cuiden mutuamente, ellas trascienden el papel de meros receptores de ayuda y se convierten en agentes activos del cambio y el progreso.

Yamila Castro, jefa de Comunicación, y Greg Munro, director, Alianza de las Ciudades

Centrar la participación comunitaria

En las ciudades, la pobreza afecta de forma desproporcionada a los residentes de asentamientos informales y a quienes se dedican a la economía informal. En colaboración con organismos multilaterales, la sociedad civil y los gobiernos nacionales y locales, la Alianza de las Ciudades trabaja mano a mano con las comunidades más pobres de países como Túnez, Liberia y Uganda para definir las prioridades de desarrollo urbano. A través de mecanismos de fondos comunitarios de mejora (Community Upgrading Fund, CUF por sus siglas en inglés), las organizaciones comunitarias pueden financiar pequeños proyectos de infraestructuras, como guarderías o instalaciones de abastecimiento de agua y saneamiento, mejorando directamente la calidad de vida de la población.

Los CUF actúan como plataformas participativas, fomentando el diálogo entre los ciudadanos y las autoridades municipales, reforzando los sistemas de gobernanza local y mejorando la prestación de servicios municipales. Este enfoque integrador permite un desarrollo urbano incremental, adaptado a las necesidades de la comunidad, haciendo los procesos más manejables en comparación con los retos que plantean los planes de infraestructuras a gran escala.

Estos ejemplos muestran el poder transformador de los enfoques centrados en la comunidad y la toma de decisiones colectiva. Empoderan a las personas para que se cuiden mutuamente, y ellas trascienden el papel de meros receptores de ayuda, convertiendose en agentes activos del cambio y el progreso. Los sistemas de cuidados promueven el bienestar de las mujeres, los más pobres y las comunidades más marginadas, y generan beneficios de gran alcance para la sociedad en su conjunto. Son la base de ciudades inclusivas y nuestra mejor oportunidad en la lucha contra la desigualdad.

Una variante de este artículo fue publicada en español por El País.

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