Por qué los inversionistas deben correr riesgos en los países más frágiles del mundo

A girl holds her brother at the entrance of their house at a favela, or a slum, in Rio de Janeiro, Brazil June 24, 2016. Picture taken June 24, 2016. REUTERS/Nacho Doce - RC1EE125CC30

Image: REUTERS/Nacho Doce - RC1EE125CC30

Stephanie von Friedeburg
Chief Operating Officer, International Finance Corporation (IFC)
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La fragilidad, el conflicto y la violencia afectan a más de 2000 millones de personas en todo el mundo. Y aunque la pobreza en conjunto está disminuyendo, ese no es el caso en los países afectados por conflictos.

Estos países, asolados por una inestabilidad política y económica casi constante, son los que a menudo necesitan más la inversión privada. Sin embargo, son también los lugares en los que pocos inversionistas privados están interesados. Los riesgos parecen ser mayores que las recompensas.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas tienen como meta sacar de la pobreza extrema a cientos de millones de personas antes de fines de 2030, una tarea en sí extraordinaria que también conlleva un costo extraordinario.

Los fondos de los Gobiernos y la asistencia oficial para el desarrollo no cubren ese costo, que se estima en más de USD 4 billones anuales. El sector privado es la alternativa más obvia cuando se trata de llenar este déficit.

Afortunadamente, las corporaciones privadas están aumentando cada vez más su participación, e invierten para lograr tanto un impacto de desarrollo como una tasa de rentabilidad. Sarona Asset Management con sede en Ontario (Canadá), se dirige a los mercados emergentes y de frontera, invirtiendo capital de crecimiento en fondos de capital privado y empresas que beneficien a las comunidades locales y el medio ambiente. CrossBoundary, con sede en la ciudad de Washington (EE. UU.), proporciona servicios de asesoramiento y de inversiones a esos mismos mercados.

Pero si queremos que los ODS se hagan realidad, todos debemos considerar añadir a los países más frágiles del mundo en nuestras carteras de inversión. Opiniones complejas acerca del riesgo y las recompensas impulsan las inversiones privadas. Para lograr el equilibrio justo, se necesita con frecuencia que los Gobiernos y el sector privado trabajen de manera mancomunada. Es necesario crear nuevos instrumentos financieros y plataformas que permitan mitigar el riesgo y fomentar el flujo de capital privado hacia mercados más complejos.

La Corporación Financiera Internacional (IFC) ya ha ayudado a atraer inversión privada a una gran cantidad de mercados emergentes, utilizando fondos de pensiones privados y otros a fin de construir nuevas carreteras y autopistas en Colombia por un valor superior a los USD 24 000 millones, asociarse con inversionistas privados para suministrar energía solar fuera de la red a casi 500 000 personas en África oriental, y llevar la banca móvil a África al sur del Sahara. Hemos creado una serie de plataformas innovadoras, incluido el Programa de Carteras de Cofinanciamiento Administradas para Infraestructura, que han movilizado miles de millones en inversiones en los mercados más difíciles del mundo. Estos inversionistas están dispuestos a ir a los países en desarrollo porque IFC ayuda a preparar el camino hacia dichos lugares, absorbiendo parte del riesgo.

Hoy en día, una mayor cantidad de inversionistas se están dirigiendo a zonas frágiles y afectadas por conflictos. Según Brookings Institution, “de las 1600 alianzas público-privadas de la USAID [Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional] desde 2001, un tercio se encuentra en los 50 países de la lista de Estados frágiles”.

Muchos sectores en estos países representan un potencial para obtener tanto un buen rendimiento de inversión como un gran impacto en términos de desarrollo. La tecnología, por ejemplo, proporciona una oportunidad enorme de hacer el bien, haciéndolo bien.

Dada la falta de tecnología, las personas que viven en regiones remotas y golpeadas por la pobreza suelen no tener acceso a atención de salud, oportunidades educativas o servicios bancarios. A fines de 2016, más de la mitad de la población mundial seguía excluida de la economía digital. Por ello, proyectos como el sistema de cable submarino de África oriental (EASSy) son tan importantes. Esta iniciativa consiste en un cable submarino de fibra óptica de 10 000 km, que costó USD 235 millones, y que se instaló en 2010 a lo largo de la costa oriental y meridional de África. EASSy, propiedad de un consorcio de empresas privadas, es el primer sistema que permite conectar de manera directa a África oriental con Europa y Norteamérica.

Necesitamos más proyectos como EASSy que ayuden a crear nuevos mercados, atraer a nuevos inversionistas y hacer realidad los ODS, especialmente en países frágiles y afectados por conflictos. La Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial creó recientemente un Servicio de Financiamiento para el Sector Privado dotado de USD 2500 millones para propiciar inversiones del sector privado en los países más pobres, en particular en Estados inestables y devastados por guerras.

Necesitamos tener más vías para atraer a inversionistas dispuestos a correr riesgos en países que más necesitan nuestra ayuda. Estos son los lugares donde podemos marcar la mayor diferencia para poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida. Estos son los lugares donde el progreso económico y social aseguraría la paz y la estabilidad.

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