9 gráficas para entender que casi todo el impacto de la brecha de género tiene que ver con los hijos
Image: REUTERS/Jorge Silva
O eso señalan los datos de Kleven, Landais y Søgaard (2018) para los cuatro países que han estudiado. La regulación laboral, las políticas familiares y la incorporación efectiva han ido haciendo converger los salarios progresivamente. En la gráfica se puede ver que la tradición igualitaria de los países nórdicos contrasta con otros países como Estados Unidos.
Como señala Burn-Murdoch, la principal conclusión del estudio es que la mayor parte de la brecha que existe se debe a tener niños. Los datos de Dinamarca entre 1980 y 2013 muestra que, aunque se ha ido reduciendo la brecha entre hombres y mujeres, el efecto derivado de la maternidad y el cuidado de los niños sigue concentrado en las mujeres.
Sobre todo porque, aunque la caída podría ser esperable en momentos puntuales (bajas de maternidad, parto, etc...), los datos señalan que las diferencias nunca vuelven a su punto anterior. A los 10 años siguientes al nacimiento del primer niño, las mujeres ganan un 19% menos que los hombres, trabajan un 10% de horas menos y ganan un 9% menos por hora.
En parte, la explicación está en el hecho de que tener hijos frena la carrera profesional de las mujeres. Los datos señalan que, pese a la igualdad entre hombres y mujeres antes de la maternidad, ésta desaparece tras el primer hijo y se va incrementando con el tiempo.
Otro factor que explica esta brecha es que los datos señalan que las madres tienden a concentrarse en empresas que dan facilidades para la conciliación familiar en lugar de optar por empresas con altos salarios. Algo que no ocurre en el caso de los hombres.
Ni en mujeres sin hijos. De hecho, esa es una de las conclusiones más interesantes del estudio. La brecha de género se está concentrando en las madres y está dejando de afectar (progresivamente) a las mujeres sin hijos.
De hecho, dicha brecha crece con cada niño extra. Los datos señalan que el número de niños se relaciona directamente con el tamaño de la familia. Si con un solo hijo la brecha tiende poco a poco a desaparecer, a partir del tercer hijo las distancias se hacen muy intensas.
Esto es interesante: el efecto de tener niños es independiente del nivel educativo (y, por ende, socioeconómico) de la pareja. Tener hijos penaliza la carrera de la mujer independientemente de la formación, el trabajo y el sueldo de la mujer.
Sin embargo, sí cambia según la idea que tenga la mujer sobre el papel de la mujer en la sociedad y en la familia. Lo cual no deja de ser curioso porque, aunque no se puede descartar el papel de la discriminación activa por parte de las empresas, dibuja otras formas de intervenir sobre la desigualdad laboral.
De nuevo, parece que gran parte de los *techos de cristal+ que afectan a las mujeres han sido "inoculados culturalmente" también dentro de ellas. Algo, como señalan los expertos, sobre lo que deberemos de trabajar en el futuro.
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