¿Las fuerzas del mercado están lanzando una nueva era espacial?

Maggie Aderin-Pocock
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Muchas de las personas que nacimos en la era espacial crecimos con grandes expectativas sobre lo que el futuro podía prometer. Estábamos convencidos de que cuando fuéramos mayores estaríamos viviendo en una colonia lunar, planeando nuestros viajes a planetas distantes y más allá.

De alguna manera la realidad ha sido menor a lo que esperábamos. Respecto a los vuelos espaciales con tripulación humana, parece que estuviéramos estancados en un paréntesis. Parece algo raro, ya que otras áreas de la ciencia espacial han ido fortaleciéndose. Veamos las comunicaciones y navegación por satélite, la observación de la tierra y las misiones espaciales astronómicas. Estas últimas han transformado nuestro conocimiento del universo. Así que, ¿por qué ha habido tan poco progreso para llevarnos al espacio?

En años recientes se ha operado un cambio. Se ha reanimado la esperanza en forma de comercialización. Mi teoría es esta: en los aproximadamente 60 años desde que Sputnik dejó el planeta hemos atravesado por tres etapas espaciales. La primera etapa fue de confrontación, la segunda de colaboración y la tercera de comercialización, a la cual hemos entrado recientemente.

Es muy fácil olvidarlo, pero la confrontación fue lo que en verdad dio inicio a la era espacial. Desde los romanos hasta la actualidad, la guerra es una gran incubadora de tecnología, y la Segunda Guerra Mundial no fue la excepción. Los misiles V2 se diseñaron para causar devastación a distancia sin tener que entrar en combate directo. Después de la Segunda Guerra Mundial, caímos en la Guerra Fría, durante la cual el objetivo fue fabricar misiles que pudieran atravesar el planeta, y circundar el espacio parecía ser la respuesta. Pero una vez que hicimos ese viaje, la gente se dio cuenta de que podíamos obtener más del espacio. Desde la gran altura de un satélite, se podía espiar al enemigo fácilmente.

Los exorbitantes costos del viaje espacial impulsaron el desarrollo de la siguiente etapa espacial: la colaboración. A finales de la década de los sesenta y a principios de los setenta, muchos países comenzaron a formar sus propias agencias espaciales. Podían apreciar los beneficios de estar presentes en el espacio, pero como un satélite costaba en promedio unos cuantos cientos de millones de dólares y los lanzamientos aproximadamente lo mismo, muchos países pudieron ver también el beneficio de trabajar juntos. Esto continúa hoy día, por medio de proyectos como la Estación Espacial Internacional y el Telescopio Espacial James Webb.

Yo he pasado la mayoría de mi carrera como científica espacial en la era colaborativa, y, a pesar de que me fascina ser parte de los grandes equipos internacionales, se tiene la sensación de que el progreso es lento. Todo se decide en comités y los proyectos verdaderamente apasionantes, como llevar a una persona a Marte, nunca se alcanzan debido a una falta de consenso y fondos. Comparemos esto con el ambiente científico que envió a las primeras personas a la luna.

La comercialización es el polvo mágico que hace que las ideas futuristas parezcan cosa común en cuestión de años. Ya lo hemos presenciado. Los teléfonos móviles de la década de los ochenta, que eran enormes y costaban una fortuna, evolucionaron hasta convertirse en los elegantes dispositivos que hoy cargamos en nuestros bolsillos. De la década de los setenta, las computadoras que ocupaban el espacio de tres oficinas a las computadoras ultra ligeras como en la que ahora escribo: la comercialización tiene el poder de transformar las cosas.

Pero algo crucial para esos poderes transformativos son las fuerzas del mercado. Si hay suficiente demanda y estamos dispuestos a pagar, entonces, así como con los teléfonos y las computadoras, el mercado cumplirá. Como la guerra, la cultura del consumidor es una gran desarrolladora de tecnología que hace las cosas más pequeñas, más ligeras y más baratas.

En términos del espacio, este cambio está ocurriendo ahora, y no son sólo empresas como Virgin Galactic o Mars One a las que me refiero, sino compañías como SpaceX que ahora entrega suministros a la Estación Espacial Internacional; o como Reaction Engine, la cual ha diseñado una nueva nave espacial reusable que utiliza oxígeno de la atmósfera terrestre como parte de su combustible. Los mayores desarrollos están en los motores de propulsión de plasma, los cuales reducen el tiempo de viaje a Marte de cinco meses a un mes. Vivimos en una era realmente apasionante.

A los pesimistas que piensan que tengo una visión ingenua del espacio les digo esto: cuando los hermanos Wright realizaron su primer vuelo, nadie podía haber anticipado la existencia de las aerolíneas de bajo costo. Así que bienvenidos a la nueva era espacial; es posible que pronto se realicen los sueños de nuestra infancia.

Autora: Maggie Aderin-Pocock es científica espacial británica y presentadora del programa televisivo The Sky at Night.

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