La inclusión financiera puede poner fin a la desigualdad en Asia del Este

Thura Ko
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Nuestro mundo nunca ha crecido tan rápidamente, y tampoco ha sido tan desigual. Ante todo, éste es el resultado de la exclusión.

En las dos pasadas décadas, el PIB de la Asia en vías de desarrollo alcanzó el 7% gracias en particular al crecimiento de China y la India, el cual ha logrado sacar a más de 700 millones de personas de la pobreza.

A la vez, ha habido un aumento significativo en la desigualdad en Asia, así como en otras partes del mundo. En los últimos 20 años, la parte del gasto del 1% más rico de la población en Asia creció del 6% al 9%, mientras que en Estados Unidos, por ejemplo, el 1% es dueño de 40% de la riqueza nacional mientras que el 80% de la población es dueña de sólo un 7%.

La disparidad de ingresos es a menudo el resultado de oportunidades desiguales, y no de falta de impulso, energía o capacidad de emprendimiento. De hecho, las personas de bajos ingresos en Asia (así como en otras partes del mundo) están excluidas de muchos de los servicios básicos que son tan cruciales para su desarrollo. En Asia, el estudiantado más pobre, quienes pertenecen al 20% de la población con menores ingresos, tienen hasta 20 veces menos probabilidades de acudir a la universidad que los estudiantes del 20% más rico. De forma similar, las posibilidades de que un bebé pobre muera al nacer son 10 veces mayores que las de uno rico. Las personas pobres en Asia tienen poco acceso a la educación y a la atención médica, y tienen apenas acceso a servicios financieros formales y diversificados.

No hace mucho, Daryl Collins, Jonathan Morduch, Stuart Rutherford y Orlanda Ruthven propusieron en su libro Portfolios of the Poor que la vida financiera de las personas cuyo ingreso es menor de dos dólares al día es tan sofisticada como la de sus homólogos ricos, con un promedio de 10 instrumentos financieros por hogar. No obstante, debido a que en la actualidad ninguna institución financiera ofrece servicios diversificados y modernos a este segmento de la población, la mayoría de dichos instrumentos los provee el sector informal, a un costo bastante alto.

El costo es el resultado de la ineficiencia en el mercado, así como la falta de competencia. Por ejemplo, en Filipinas los/as pequeños/as emprendedores/as que necesitan un préstamo por lo general dependen del 5/6, los cuales se conocen localmente como préstamos ofrecidos los lunes y que deben pagarse los viernes con una tasa de interés del 20% (por un período de cinco días). En Myanmar donde la penetración bancaria es tan baja como el 20%, muchos de los/as comerciantes en los mercados dependen de prestamistas informales que les cobran hasta el 10% diario y recaudan los intereses al final de cada día.

Se calcula que hace dos décadas, 7 millones de personas en todo el mundo tenían acceso a servicios financieros formales de instituciones de microfinanciamiento. En la actualidad hay aproximadamente 250 millones. No obstante, a pesar de que la inclusión financiera ha generado progreso en muchas partes, incluso en Asia, todavía no es suficiente.

Aproximadamente tres mil millones de personas en todo el mundo, incluidos 1,5 a 1,8 mil millones en Asia, carecen todavía de acceso a servicios financieros formales. Incluso donde hay acceso, como en Bangladesh o Indonesia, donde los gigantes del microfinanciamiento como Grameen Bank, ASA, BRAC o BRI operan (cada una de estas instituciones tiene de cinco a diez millones de clientes), los servicios todavía no están ampliamente disponibles, y las personas que viven con menos de dos dólares al día todavía tienen acceso sólo a un número limitado de productos (principalmente préstamos para pequeños negocios y productos básicos de ahorros).

El Foro Económico Mundial, así como otros actores líderes globales, sobre todo el IFC pero también el Banco Mundial y la mayoría de las otras instituciones de financiamiento para el desarrollo, han jugado un papel importante en los últimos diez años al apoyar el desarrollo de la inclusión financiera, pero ha llegado la hora de que todas las partes interesadas sean más proactivas en promover acceso a los servicios financieros formales, tal como se abordará en el Foro Económico Mundial sobre Asia en Manila este mes de mayo.

El sector público, desde los gobiernos y los bancos centrales a las autoridades locales, debe implementar políticas capaces de restaurar la confianza en el sector financiero, vigilándolo de cerca para detectar los signos de explotación a la vez que le permitan la flexibilidad necesaria para innovar.

Las instituciones financieras autorizadas necesitan desarrollar productos y servicios innovadores diseñados para las personas pobres; también necesitan atraer inversión en tecnologías que permitan una mayor conveniencia y accesibilidad; y necesitan ejercitar disciplina al proporcionar dichos servicios al sector más vulnerable de la sociedad.

De los solicitantes de préstamos y las organizaciones de base requerimos la creación de capacidades, educación y capacitación en alfabetización financiera, además de un mayor sentido de responsabilidad y rendición de cuentas. Además, debe haber esfuerzos para proporcionar otro tipos de apoyo como administración de empresas, comercialización y destrezas técnicas.

Una encuesta en Myanmar demostró problemas sintomáticos detrás de la falta de acceso a los servicios financieros. Esto se debía a una falta de:

  1. confianza en el sector financiero

  2. acceso físico

  3. conocimiento de los productos y servicios

  4. asequibilidad

Sólo por medio de un esfuerzo coordinado de todas las partes interesadas podemos abordar rápidamente estos y otros problemas. Una vez lo hagamos, podremos ver un progreso rápido; la gente alrededor del mundo nos ha demostrado una y otra vez que, cuando se les ofrece una oportunidad de manera igual y justa, su inventiva, energía e impulso inherentes los guiarán naturalmente, y con frecuencia al resto de nosotros y a la economía, hacia delante.

Como dijo Aung San Suu Kyi durante el Foro Económico Mundial sobre Asia Oriental el año pasado, la inclusión es un asunto de percepción, y sólo se alcanza de verdad una vez que la gente “se siente incluida”. Sólo cuando veamos que los miembros más pobres de las sociedades urbanas y rurales adopten servicios financieros podremos declarar éxito alguno al crear un mundo mejor y más incluyente.

Autores: Thura Ko es un Líder Joven del Mundo y director ejecutivo de YGA Capital Limited, Myanmar; Arnaud Ventura es Líder Joven del Mundo y cofundador y jefe ejecutivo de PlaNet Finance, Francia.

Imagen: REUTERS/Edgar Su

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