¿Cuánto vale un vaso de agua? Cómo puede la innovación financiera impulsar la resiliencia hídrica global

Un simple vaso de agua tiene un valor inmenso, que a menudo se pasa por alto. Representa la salud, la prevención de enfermedades y el mantenimiento de la vida. También representa la productividad, ya que los individuos hidratados y sanos trabajan mejor. Y representa el crecimiento económico: todas las industrias, desde la agricultura hasta la energía, dependen de un suministro de agua fiable.

A medida que se intensifica la volatilidad climática y aumenta la escasez de agua dulce, revaluar y refinanciar el agua ya no es opcional. Es una necesidad imperiosa para los líderes de todos los sectores.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2026, coorganizada por la República de Senegal y los Emiratos Árabes Unidos, marcará un importante hito mundial para acelerar los resultados mediante la acción colectiva.

A solo cinco años de la fecha límite para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la conferencia pondrá de relieve el papel fundamental de la innovación y las finanzas en la transformación de los sistemas hídricos y el impulso del ODS 6: garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible de agua y saneamiento para todos.

El valor del agua va mucho más allá del precio de mercado e incluye usos directos como el consumo, el riego y la industria; beneficios indirectos como la purificación, el control de inundaciones y el almacenamiento de carbono; y valores no relacionados con el uso, vinculados al patrimonio cultural y la seguridad futura.

En 2021, el valor de uso total del agua dulce, que abarca tanto los usos directos como indirectos, se estimó en 58 billones de dólares, lo que representa el 60% del producto interno bruto (PIB) mundial. Los valores indirectos, como la purificación, la mitigación de inundaciones y el secuestro de carbono, son siete veces mayores que los usos directos, pero siguen ausentes de los modelos económicos.

La falta de inversión crónica en los sistemas de agua es evidente en las ciudades, donde alrededor del 40% del agua tratada se pierde por fugas. Mejorar la eficiencia en todos los sectores puede generar un importante valor económico y social.

En la agricultura, que representa aproximadamente el 70% del uso mundial de agua dulce, la mejora de las prácticas de riego y gestión puede mejorar los medios de vida y, al mismo tiempo, salvaguardar la seguridad alimentaria e hídrica.

Ampliar el acceso equitativo al agua es fundamental: las mujeres y las niñas dedican conjuntamente 200 millones de horas al día a recoger este recurso, y las familias que viven en asentamientos informales pagan hasta 10 veces más por litro que las que disponen de conexiones de agua corriente.

Capturar el valor de uso total del agua fortalece significativamente el argumento a favor de una inversión sostenida a gran escala. Financiar el agua no es solo construir infraestructura, es invertir en resiliencia, equidad y prosperidad a largo plazo.

Sin embargo, los modelos de financiamiento actuales son fragmentados e insuficientes. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y las Naciones Unidas, solo el 3,1% de la ayuda oficial al desarrollo total en todo el mundo —aproximadamente 8500 millones de dólares— se destinó al abastecimiento de agua y saneamiento en 2022.

La participación del sector privado sigue siendo modesta, estimándose en menos del 2% de la inversión total en el sector hídrico.

Reconocer el valor de uso total del agua es el primer paso para superar las barreras a la inversión. Cuando se comprenda plenamente la importancia económica, social y ambiental del agua, los sistemas de financiamiento deberán evolucionar para reflejar ese valor multidimensional.

Incorporar este principio en las estrategias de inversión significa movilizar capital mixto y flexible, integrarlo con los fondos climáticos, alinear los incentivos, desarrollar la capacidad institucional y garantizar la equidad.

Si reconocer el valor del agua es el primer paso, el siguiente es medirlo y operativizarlo.

Con el tiempo, han surgido diversos enfoques para dar visibilidad al valor del agua en los procesos de toma de decisiones: marcos que cuantifican los beneficios ocultos, herramientas que exponen las ventajas y desventajas, y modelos que fomentan la gestión colectiva. Cada uno ofrece una perspectiva distinta y, en conjunto, contribuyen a traducir los principios en acciones.

El Marco Global del Bien Común de la Comisión Global sobre la Economía del Agua (GCEW) adopta una postura práctica: el agua no es solo un servicio público local, sino parte de un bien común global.

Considerar el ciclo hidrológico como un bien compartido reconoce que las acciones que se llevan a cabo río arriba afectan a las comunidades río abajo e incluso a los sistemas climáticos globales.

Al enmarcar el agua como un bien común, la GCEW cambia el enfoque de una gestión local fragmentada a una responsabilidad colectiva por la seguridad y la resiliencia del agua.

El Marco TEV recoge todo el espectro de beneficios del agua, incluyendo el uso directo, el no uso y los valores sociales más amplios, como la protección contra inundaciones, el almacenamiento de carbono y la importancia cultural.

Una valuación TEV del lago Beyşehir en Turquía estimó su valor en 271 millones de liras turcas, o el 13% del PIB de la subcuenca local. El estudio reveló que el agua destinada a usos municipales, como el consumo y el saneamiento, aportaba más de nueve veces más valor por metro cúbico que el riego, destacando el costo de un reparto ineficiente.

El Marco de Valor del Agua, desarrollado por BCG y Oceanwell, ayuda a los líderes a ir más allá de las cifras abstractas y a tomar decisiones informadas. Considera el "valor total" del agua, captando su papel integral en la sociedad, y el "valor marginal", mostrando el beneficio adicional de cada unidad utilizada.

Por ejemplo, en Israel, se estima que el valor marginal del agua desalinizada es de unos 4 dólares por metro cúbico, lo que refleja las pérdidas económicas que se evitan al prevenir los cortes de suministro. Este enfoque aclara el reparto al destacar dónde cada gota tiene mayor impacto.

En el Foro Económico Mundial de 2025 celebrado en Davos (Suiza), The Economist, con el apoyo de la Fundación Grundfos, presentó la herramienta de valuación del impacto del agua, que cuantifica los beneficios sociales de invertir en el acceso al agua potable y traduce valores abstractos en métricas tangibles.

Al modelar las ganancias para la economía, la salud y la productividad, la herramienta permite a gobiernos, inversionistas y otras partes interesadas comprender el retorno de las inversiones en agua de forma clara y basada en datos. La herramienta tiende un puente entre la valuación y la financiación al permitir:

Al cuantificar los beneficios sociales del agua, la herramienta de valuación de impacto ayuda a orientar decisiones de gobernanza e inversión alineadas con la gestión sostenible del agua.

Existen otras iniciativas que contribuyen a operativizar el valor del agua:

Estas herramientas van más allá de ser soluciones técnicas: facilitan la colaboración, la transparencia y la responsabilidad en la gestión del valor del agua.

A medida que se acerca la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2026, es necesario situar la innovación y las finanzas al centro del debate. Los gobiernos, las instituciones financieras y las entidades del sector privado necesitan un entendimiento común y hojas de ruta prácticas y ambiciosas.

Reconocer el valor total del agua propicia la colaboración: valorar el agua es la base de la resiliencia hídrica; invertir en agua es la clave para liberar ese valor.